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Proponen blindar el Golfo de México contra la explotación petrolera en aguas profundas

PYN
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«La forma en que se ha presentado la información sobre el Golfo de México es que es abundante en petróleo y no en vida», condena Renata Terrazas, directora ejecutiva de Oceana en México. Reducir este mar a un depósito e ignorar su riqueza biológica no es inocente: protege los intereses de las empresas petroleras. «Se ha creado esa imagen social de que es un gran desierto, cuando no lo es. El Golfo de México se mide por barriles de petróleo, es terrible lo que hemos hecho ahí».

Ante esta situación, Oceana, la mayor organización internacional dedicada a la conservación de los océanos, propone blindar las aguas profundas del Golfo de México de la exploración y explotación petrolera a través de una Zona de Salvaguarda. Su argumento es claro: ir más profundo implica mayores riesgos para la vida marina y para las comunidades costeras. Según un análisis de incidentes en plataformas petroleras, citado por el informe de Oceana, la evidencia estadística indica que por cada 30 metros de profundidad, aumenta un 8.5% la probabilidad de un incidente.

Un lugar único para la vida

La iniciativa de científicas y ambientalistas plantea prohibir la actividad extractiva en 346,000 kilómetros cuadrados de aguas profundas, lo que equivale al 46% de la Zona Económica Exclusiva de México en la región. La apuesta propone repensar cuál es la riqueza de este mar.

El Golfo de México es un importante regulador del clima y para que funcione como tal, se debe cuidar su salud. Es foco de biodiversidad. Alberga 15,419 especies de vertebrados, invertebrados, bacterias, virus y algas, de las cuales, 1,511 son endémicas, es decir, no existen en ningún otro lugar. Es hogar de 28 especies de cetáceos y cuatro de las ocho especies de tortugas marinas conocidas. «En un futuro encontraremos millones de especies más», aventura Mariana Reyna, coordinadora de Ciencia de Oceana, subrayando que apenas «conocemos el 5% de nuestros mares».

El golfo tiene arrecifes de coral, ecosistemas que cubren menos del 0.1% de los océanos pero que sostienen una de cada cuatro especies marinas. También posee pastos marinos, fundamentales para la reproducción de especies comerciales como la langosta.

“Es un gran ecosistema marítimo, está conectado por sus corrientes marinas que llevan vida desde las playas hasta las profundidades del Golfo de México, que alcanza casi los 4,500 metros de profundidad”, dice Reyna. Ahí las condiciones de alta presión y bajas temperaturas crean mundos extremos. Cerca de estos sitios, donde la luz del sol apenas penetra, navega un gigante gentil: el cachalote (Physeter macrocephalus), que puede sumergirse a más de 3,000 metros. Su presencia indica la salud de los ecosistemas profundos.


refugio pesquero de Celestún

Un grupo de buzas y buzos comunitarios evalúa las condiciones en la Zona de Refugio Pesquero de Celestún, punto de lucha contra la pesca furtiva.


Un amenaza insostenible

«Los pozos de aguas someras en el Golfo de México están por extinguirse. Creemos que debemos ir por más, ir por más aguas profundas, aún sin saber qué tanto petróleo tenemos ahí. Los estudios dicen que hay poco y de difícil extracción, pero la voracidad lleva a aguas profundas», advierte Terrazas.

Esta «voracidad» ya ha tenido consecuencias devastadoras. En 1979, la perforación del Ixtoc-I, en la Sonda de Campeche, provocó un derrame de 560 millones de litros de crudo durante 280 días. En 2010, una explosión en la plataforma Deepwater Horizon liberó 4.9 millones de barriles de petróleo. «Y no aprendimos», lamenta Terrazas, recordando que si bien se impusieron multas, «los efectos se quedan en el Golfo de México por décadas. Se ha dañado la reproducción de los delfines en el Golfo de México después del derrame de Deepwater Horizon, y son temas que no estamos contando».

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