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Gatopardismo legislativo

PYN
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Para la gente sin fanatismo, y con interés en su propia suerte, es profundamente vergonzoso que el Congreso esté compuesto, en gran medida, por diputados y senadores que no poseen la altura intelectual ni moral necesaria para representar los verdaderos intereses del pueblo. Y esa repetición de episodios al menos sirvió para mostrar que las listas sábanas solo fueron chivo expiatorio, pues en listas abiertas pareciera que se incrementaron miserables y angurrientos.

En lugar de legislar con integridad y compromiso, muchos de ellos han convertido sus cargos en meros instrumentos de poder y beneficio personal, demostrando una alarmante falta de preparación, valores y vocación de servicio. De hecho que estas características se tenían hace décadas, pero con mayor periodicidad en el presente.

Lo más decepcionante es que una parte considerable de estos legisladores proviene de sectores políticos que se presentan como alternativa al tradicionalismo, prometiendo ser diferentes y marcar un cambio en la manera de hacer política. La mediocridad y el apego por lo indebido no son privativos de los partidos políticos tradicionales. No es que se corrompen por ser pitados de rojo o azul, sino muestran lo que siempre fueron.

En la práctica, han replicado las mismas prácticas de corrupción, clientelismo y oportunismo que tanto criticaron, explicando que la cuestión no es ideológica, sino de esencia personal. En lugar de representar una renovación real, de tener una presencia íntegra y genuina de propósito de acción en favor del pueblo, solo son un claro ejemplo de gatopardismo. “Cambiar algo superficialmente para que, en el fondo, todo siga igual”. El Poder Legislativo sigue siendo integrado por rufianes, mentecatos y malvivientes, con distintos apellidos y colores.

Así, el pueblo sigue atrapado en un sistema donde la promesa de una política nueva y ética se desvanece rápidamente en la vulgaridad y la falta de compromiso de quienes deberían encabezar el cambio. No es que un cargo cambia, solo motiva a mostrarse como realmente se es. La realidad obliga a generalizar, pues en la práctica, escasas normas planteadas, impunidad por la inmunidad, y solo gritar, vociferar la maldad de oficialistas y aliados no hace de nadie mejor legislador. Hay que verificar prontuarios como para corroborar que de angelitos, el Legislativo está “sin quorum”.

La utilización de medios de comunicación para apuntar mal vivir ajeno, no saca la propia, por lo que publicaciones sesgadas no implican que los interlocutores tengan autoridad moral. Es urgente que la ciudadanía tome conciencia y exija representantes verdaderamente preparados y comprometidos con el bienestar colectivo. Perorateros y profetas del apocalipsis no suman en nada de lo necesario. La ciudadanía paraguaya debe aprender de esta experiencia y no repetir los mismos errores en las próximas elecciones.

Lo que se vive actualmente es una lección clara de que el simple rechazo a lo viejo no es suficiente si no se elige con mayor criterio y responsabilidad. Se debe exigir representantes verdaderamente preparados, con valores firmes y un compromiso genuino con el bienestar colectivo. Ningún “loco lindo” o secuaces sacados de bares y de la calle, puede concretar mejores tiempos para todos. Si no se toma conciencia, el ciclo de decepción y mediocridad seguirá repitiéndose indefinidamente.






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