Con 663 hectáreas trabajadas en la biósfera del Mbaracayú, esta iniciativa fortalece la producción agrícola, mejora la calidad de vida de los productores y contribuye significativamente a la conservación del medioambiente en el departamento de Canindeyú.
Uno de los beneficiados del programa, que lleva adelante la Fundación Moisés Bertoni y Coca-Cola Paresa, es Luciano Estigarribia, de la comunidad de Santo Domingo, que diversifica sus cultivos en 10 hectáreas, para aprovechar el suelo.
Para él, esta alianza significa un antes y un después en su labor y en el bienestar de su familia.
En su chacra, Luciano planta mandioca que alimenta a su familia y a los animales de su granja: chanchos, vacas y gallinas. También cultiva maíz, poroto y yerba mate. Pese a la falta de lluvia en la zona, Luciano explica que sus plantaciones lograron prosperar gracias al apoyo que recibió.
“La planta tiene que ser limpiada continuamente, desde que se planta hasta llegar alto. Yo recibí ayuda de la Fundación Moisés Bertoni. Vienen con el tractor para hacer los rastrones y también me dan insumos para eliminar plagas, para que no perjudiquen nuestras plantaciones”, comentó.
Durante el recorrido en su campo, Luciano exhibió con orgullo lo alcanzado con su producción artesanal de petit grain, aprovechando los recursos de su tierra. Sin embargo, al recordar los tiempos previos a esta colaboración, señaló que la diferencia es notoria.
“Antes se producía menos, porque estábamos solos. Trabajábamos de forma individual, producíamos menos porque no había ayuda y ahora, a través de Moisés Bertoni, crecimos más”, afirmó.
A pesar del aumento en la producción de mandioca, que ahora supera las necesidades familiares, la falta de canales de venta eficientes y los bajos precios ofrecidos siguen siendo un desafío. “Entonces usamos la mandioca para la casa y los animales”, explicó.
Durante el recorrido, Luciano confesó que la falta de lluvia es otro obstáculo que enfrentan en la zona. “Nos falta el riego para la huerta y las plantaciones, porque ya no llueve y se funden nuestros cultivos por falta de lluvia. Lo que plantamos no sale bien”, lamentó el agricultor.
Sin embargo, al hablar del impacto positivo del proyecto en su calidad de vida y en la productividad de su tierra, la alegría de Luciano es evidente. “Estamos produciendo más mediante la ayuda. Lo importante son los insumos que nos dan, el abono, fertilizantes. El riego es muy importante para nosotros, los productores medianos. Nos pone muy felices todo lo que llega. Es un logro muy grande”, indicó.
Con apoyo técnico, la provisión de insumos y el acompañamiento constante, se fortalece la agricultura familiar, permitiendo a los agricultores fortalecer y mejorar su producción.
La biósfera del Mbaracayú es un refugio de biodiversidad en nuestro país y un ejemplo de manejo sostenible de los recursos naturales.
En el marco del Programa de Conservación del Agua, implementan diversas técnicas para garantizar la infiltración del agua de lluvia y mejorar la productividad de los cultivos. “Para mejorar el cultivo de los productores utilizamos el sistema de siembra directa, que consiste en tener el suelo siempre con cobertura, de tal forma de que eso facilite la infiltración del agua de lluvia”, indicó el ingeniero Pedro Sanabria, coordinador de Extensión Rural de la Fundación Moisés Bertoni.
Esta técnica permite reducir la erosión y mejorar la retención de humedad en el suelo, beneficiando el crecimiento de los cultivos.
Otro de los métodos implementados es el manejo de pastura. “Con esta técnica, el suelo siempre está cubierto, evitando el escurrimiento del agua y favoreciendo su infiltración”, detalló el especialista.
La Fundación Moisés Bertoni también promueve la regeneración natural, un proceso que permite la reforestación con especies forestales de manera natural, ayudando a conservar el equilibrio ecológico.
“El sistema silvopastoril es otra alternativa, ya que combina la presencia de árboles forestales con especies de pastura para los animales”, explicó el Ing. Sanabria.
Asimismo, el sistema agroforestal complementa esta estrategia al integrar cultivos agrícolas con árboles forestales, optimizando el uso del suelo y los recursos hídricos.
El experto destacó cómo estas prácticas contribuyen al proceso de infiltración del agua. “Ayuda para el proceso de infiltración del agua tener el suelo cubierto porque muchas veces el agua ocasiona problemas al suelo cuando supera la capacidad de precipitación a la capacidad de infiltración.
Como el suelo tiene cobertura, entonces el agua, en términos sencillos, se entretiene por la cobertura que tiene, entonces se le da oportunidad a que el suelo se infiltre”, detalló.
Esto impacta positivamente en la agricultura, ya que “el agua en el suelo no daña la superficie, donde se encuentra el mayor porcentaje de fertilizantes y nutrientes para el desarrollo de la planta, además de ayudar a mantener la humedad”, señaló.
Otro beneficio de estos sistemas es su contribución a la recarga del Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua dulce del mundo.
“El agua infiltrada en el suelo va precipitando a medida que pasa el tiempo hacia los estratos inferiores hasta llegar nuevamente a formar parte de los filtros de agua que se tiene en el subsuelo”, indicó el coordinador.
El Ing. Sanabria destacó los efectos positivos de estas prácticas tanto en la productividad agrícola como en la conservación ambiental. “Al mantener la humedad, la planta se desarrolla mejor, obtiene mayor producción y, por ende, una mejor cosecha.
Esto impacta directamente en la economía del productor y en la sustentabilidad del suelo, evitando la deforestación de nuevas áreas. “Una superficie que está con buena humedad va a producir mucho más que otra superficie seca”, reveló.
Con estas acciones implementadas en la biósfera del Mbaracayú se busca garantizar la conservación de los recursos hídricos y la productividad agrícola en armonía con el medio ambiente.
Wirgildo Ortega es otro agricultor beneficiado que conoció una nueva forma de producir alimentos sin dañar la tierra.
Este productor, quien posee 17 hectáreas de cultivo, experimentó un cambio radical en su manera de trabajar gracias al apoyo de la Fundación Moisés Bertoni y Coca-Cola Paresa.
“Aquí primero coseché maní y después poroto”, explicó mientras exhibía su parcela. “Dentro de 22 días ya vamos a poder comer este poroto”, contó Wirgildo, con entusiasmo por los frutos de su esfuerzo.
Antes de recibir el asesoramiento de los ingenieros de la fundación, su manera de trabajar era muy distinta. “Desde que trabajo con Coca-Cola y Moisés Bertoni es como que me desperté. Antes yo quemaba mi campo, le pasaba veneno, igual mi cosecha salía mal, y desde que estoy trabajando con ellos, produzco mejor”, explicó.
El impacto de este cambio es notable. Wirgildo dejó de plantar algodón y comenzó a enfocarse en cultivos como el maní, el poroto, el maíz y la mandioca, logrando una producción más saludable y rentable. “Mi maní sale mejor. Si llueve, sube la producción. Llené 30 bolsas de maní en esta parcela y creo que voy a tener mucho cultivo de poroto también. Es buena producción y no uso veneno en el poroto. Es natural. Trabajo como lo hacían nuestros abuelos”, describió con orgullo.
Este método de producción aumentó su cosecha. “Vendo poroto a G. 10 mil el kilo. Me traen abono calcáreo. Primero paso y después planto”, agregó.
Wirgildo destaca particularmente el acompañamiento y asesoramiento técnico que recibe constantemente. “Quiero agradecer a todos los que nos ayudaron a hacer esto, porque cuando necesito ayuda, los ingenieros de la Fundación Moisés Bertoni vienen siempre. Nosotros lo único que queremos es trabajar, pero si no entendemos, podemos plantar algo que no va a servir”, sostuvo.
Con una visión de futuro esperanzadora, Wirgildo ya planifica sus próximos cultivos. “En julio voy a empezar a cultivar lo que vamos a comer: sandía, melón, maíz”, adelantó.
Wirgildo valora todo lo que le enseñaron y el acompañamiento técnico que tuvo para transformar su método de trabajo. “Agradezco a la fundación que me haya enseñado y que siempre que los necesito me ayuda. Espero que siga este proyecto”, concluyó.
Desde el 2017, Coca-Cola Paresa y la Fundación Moisés Bertoni impulsan un importante proyecto de conservación del agua en la biósfera de la Reserva de Mbaracayú, en Canindeyú.
Durante el último año, la iniciativa sumó a 155 familias. Estas familias trabajan en 663 hectáreas en la zona de Villa Ygatimí. “Cuando los productores empiezan a trabajar sus tierras con buenas prácticas agrícolas como la siembra directa, por ejemplo, se empiezan a ver beneficios a nivel de productividad de los suelos, lo que significa mejorar también la calidad de vida de todas estas familias”, especificó Stephanie Dragotto, subgerente de Asuntos Públicos, Comunicaciones y Sustentabilidad de Coca-Cola Paresa.
El agua es un recurso vital y su conservación es un eje central de la estrategia de sustentabilidad de Coca-Cola Paresa.
“El agua es la materia prima de todos nuestros productos. Es por eso que tenemos este compromiso de devolver a las comunidades y a la naturaleza el 100% del agua que utilizamos para nuestros productos y procesos”, explicó Stephanie.
Este trabajo forma parte del proyecto de recarga de acuíferos, que busca garantizar la sostenibilidad hídrica en la región.
La multinacional también lleva adelante otros proyectos en Areguá y Patiño, enfocados en mejorar el acceso a agua potable para las comunidades.
Con esta serie de acciones, Coca-Cola Paresa promueve prácticas que benefician al medioambiente y a las familias que dependen de la agricultura para su sustento.