Los científicos saben desde hace más de 100 años que la Tierra recibe radiación penetrante del espacio exterior. Hace 60 años, se descubrió que no toda era de la misma potencia; también hay rayos cósmicos de ultra alta energía. Su origen todavía es un enigma hoy en día, aunque la comunidad científica ha acordado que deben ser producidos por fenómenos titánicos y únicos en el universo. La pregunta que se hacen los astrónomos ahora no es ¿qué?, sino, ¿cuál de todos los posibles eventos y mecanismos es el responsable de emitir partículas tan energéticas?
Un equipo de científicos de la Universidad de Nueva York acaba de presentar uno de los mejores trabajos respaldados con evidencia sobre el origen de los rayos cósmicos de energía ultraalta. Según su estudio, publicado en Physical Review Letters, estas partículas especiales también pueden ser arrojadas al espacio tras la fusión de dos o más estrellas de neutrones.
Tensión en los campos magnéticos de las estrellas de neutrones
Una estrella de neutrones es el remanente de una estrella convencional que ha adquirido propiedades únicas. Cuando un astro agota su combustible principal (hidrogeno y helio) y explota en una supernova, este no desaparece. Casi toda su masa se despliega, pero todavía queda un pequeño núcleo blanco conformado de neutrones. Esta nueva clase de estrella es extremadamente densa y posee campos magnéticos miles de millones de veces más intensos que el de la Tierra.
En los últimos años, los astrónomos han descubierto que las estrellas pueden venir en “empaques de dos”. Los sistemas binarios, donde dos astros orbitan alrededor de un centro de masa, son relativamente comunes en el universo. Un escenario donde dos estrellas de neutrones colisionan al final de sus vidas tras alterar sus orbitas es plausible. También es atractivo para los físicos porque es probable que, de un evento de fusión, se origine un agujero negro.