En el mundo de los rompecabezas, pocos objetos han conseguido capturar la imaginación colectiva como el cubo de Rubik. Aparentemente sencillo, con sus seis caras de colores y 43 billones de combinaciones posibles, este rompecabezas tridimensional se ha convertido en símbolo de ingenio, desafío y, para algunos, incluso obsesión. Inventado en 1974 por el arquitecto húngaro Ernő Rubik, el cubo nació casi por casualidad, como un ejercicio didáctico para explicar los conceptos de espacialidad a sus alumnos, y luego se convirtió en un pasatiempo que, en sus 50 años de «carrera», ha cautivado a grandes y pequeños, con más de 500 millones de unidades vendidas.
El secreto del éxito
El cubo es algo más que un juguete, y de ahí su popularidad en todas las latitudes: es una prueba para la mente, un símbolo de la cultura pop y, en las últimas décadas, una disciplina deportiva por derecho propio. El mundo del speedcubing, la práctica de resolver el cubo en el menor tiempo posible, ha dado lugar a la aparición de una comunidad internacional de entusiastas, siempre en busca de nuevos récords. ¿El tiempo más rápido jamás registrado? Para los humanos es de 3,08 segundos, logrado por Yiheng Wang durante el Xmum Cube Open de 2025. Para los robots, en cambio, Mitsubishi TOKUFASTbot, creado por los ingenieros de la empresa japonesa con una mezcla de motores de alto rendimiento y algoritmos de inteligencia artificial diseñados para reconocer diferentes colores, tardó un tiempo (humanamente inconcebible) de 0.305 segundos en devolver el cubo a su estado original.
Pero, ¿cómo se resuelve el cubo de Rubik? Aunque al principio pueda parecer una tarea imposible, existen métodos codificados para abordarla de forma sistemática. El método más popular, el CFOP (acrónimo de Cross, First Two Layers, Orientation, Permutation -cruz, primeras dos capas, orientación, permutación-), consiste en resolverlo en cuatro pasos, utilizando algoritmos específicos para cada uno de ellos. Quienes prefieran un enfoque más intuitivo pueden recurrir al método de capas, más sencillo pero menos eficaz en términos de velocidad. Para los verdaderos fanáticos, existen incluso estrategias basadas en la inteligencia artificial, que han demostrado que cualquier configuración del cubo puede resolverse en un máximo de 20 movimientos, el llamado «número de Dios».
Hermanos y hermanas
Sin embargo, el atractivo del cubo de Rubik no acaba solo en el aspecto competitivo. Con el tiempo, se ha convertido en un objeto de diseño, una metáfora de la resolución de problemas e incluso un campo de pruebas para la robótica y la inteligencia artificial. Algunos científicos lo utilizan para estudiar conceptos matemáticos avanzados y teoría de grupos, mientras que artistas y diseñadores lo han reinterpretado estéticamente. No es casualidad que el cubo se haya hecho un hueco en museos y galerías de arte, pasando de ser un simple rompecabezas a un ícono cultural.
Cada año, nuevas generaciones se acercan al rompecabezas, fascinadas por la combinación de lógica y destreza necesaria para dominarlo. Para algunos es un pasatiempo relajante, para otros un reto que requiere dedicación y estudio. Pero en una época dominada por las pantallas y las interfaces digitales, el cubo de Rubik sigue siendo un símbolo tangible del placer de resolver problemas con las propias manos.
Una fascinación atemporal que ha llevado a la creación de infinidad de variantes con características y dimensiones diversas, con las que disfrutar de retos de lógica y velocidad.
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Nota: todos los precios están expresados en pesos mexicanos