Gracias a interferogramas satelitales sin precedentes, científicos lograron captar las deformaciones tectónicas en las zonas epicentrales durante los días previos y posteriores a los sismos. El análisis de datos reveló que dos fallas normales, separadas por apenas 800 metros y con una orientación este-oeste, fueron las responsables: la falla Barranca del Muerto (BM) al sur y la falla Mixcoac al norte.
Ambas registraron deslizamientos de hasta 8 centímetros, pero con un detalle sorprendente: el 95% del movimiento en la falla BM fue asísmico, es decir, no generó ondas sísmicas perceptibles, y comenzó al menos seis días antes del sismo del 11 de mayo. “Descubrimos que los esfuerzos generados por el deslizamiento en la falla BM en mayo de 2023 podrían explicar por qué el deslizamiento de diciembre fue más superficial y se concentró al este del epicentro del sismo del 14 de diciembre en la falla de Mixcoac”, explica Solano.
Este fenómeno de deslizamiento lento, que pasó desapercibido para la población, no solo preparó el escenario para los temblores posteriores, sino que también influyó en la actividad de la falla Mixcoac. Aproximadamente el 70% del deslizamiento en esta última también fue asísmico, aunque más superficial, y se cree que fue impulsado por los esfuerzos generados por el movimiento previo en la falla BM.
Los investigadores encontraron que las dos fallas exhiben distintos comportamientos mecánicos. Los segmentos orientales de las fallas, enterrados bajo sedimentos saturados de agua, son propensos a la deformación asísmica. Por el contrario, los segmentos occidentales, que tienen expresiones geomórficas, son propensos a la radiación sísmica. El estudio sugiere que los enjambres sísmicos son el resultado del régimen extensional regional, las tensiones inducidas por el deslizamiento lento en los segmentos de falla orientales y la interacción entre estas fallas.
Pero ¿qué hace que estas fallas se comporten de manera tan distinta? La respuesta parece estar en su entorno geológico. Al este, donde las fallas están enterradas bajo sedimentos saturados de agua, predomina la deformación asísmica.
En cambio, al oeste, en una zona montañosa donde las fallas tienen una expresión geomorfológica clara, la radiación sísmica es más intensa. Esto explica por qué los enjambres sísmicos se concentran en esta área, donde las fallas se extienden superficialmente unos 3.5 y 4.5 kilómetros.
La investigación concluye que la crisis sísmica de 2023-2024 en la Ciudad de México estuvo influenciada por deslizamientos lentos en dos fallas con orientación este-oeste. Los expertos identificaron dos regiones en la zona poniente de la ciudad: una más estable al este, donde la deformación ocurre sin generar sismos perceptibles, y otra más inestable al oeste, donde se liberan ondas sísmicas. Los enjambres de sismos parecen ser el resultado de la combinación de tres factores: el régimen de extensión en la región, las tensiones provocadas por los deslizamientos lentos y la interacción entre estas fallas principales.
El estudio resalta la importancia de comprender los deslizamientos lentos para evaluar los peligros sísmicos en ciudades. Al usar técnicas avanzadas de análisis de datos, los científicos pueden entender mejor los procesos detrás de la actividad sísmica y mejorar la capacidad de pronosticar y reducir los riesgos de terremotos.