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Una proteína de los tardígrados podría ser la clave para que los pacientes de cáncer toleren las radioterapias

PYN
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Volvamos a hablar de los tardígrados y de sus infinitos «superpoderes». Con menos de un milímetro de longitud, estos animales de aspecto curioso son capaces de sobrevivir en condiciones de deshidratación, falta de oxígeno y temperaturas extremas, incluso en presencia de niveles de radiación ionizante.

Un equipo de investigación coordinado por Giovanni Traverso de la Facultad de Medicina de Harvard y James Byrne de Universidad de Iowa, se preguntó si una proteína específica de los tardígrados podría utilizarse para proteger las células sanas de la radiación empleada para tratar ciertos tumores. El estudio, publicado en Nature Biomedical Engineering, se realizó en células cultivadas en laboratorio y en ratones.


Los tardígrados son criaturas diminutas conocidas a veces como 'osos de agua'. Viven en condiciones de humedad y se alimentan chupando la savia de las células de musgo con un diminuto estilete.

Mediante un mapeo de genoma, un equipo de investigadores chinos descubrió que la Hypsibius henanensis tiene al menos tres mecanismos que la protegen de los rayos gamma y X. El hallazgo podría impulsar la industria espacial en un futuro.


¿Qué protege a los tardígrados?

El uso de la radiación con fines terapéuticos, comúnmente llamada «radioterapia», tiene como objetivo destruir células cancerosas. En oncología, puede utilizarse con fines curativos, sola o en combinación con otros tratamientos: para reducir el tumor, facilitar la cirugía o frenar el crecimiento. Por otra parte, puede dañar las células sanas próximas a la masa tumoral, provocando efectos indeseables que varían en función de la zona del cuerpo afectada; algunos ejemplos son la aparición de úlceras en la boca, pérdida de apetito, diarrea y disminución del sentido del gusto.

El equipo de Traverso y Byrne desarrolló una estrategia para reducir estos efectos. Se inspiraron en los tardígrados, particularmente en un componente específico del sistema de defensa de estos animales: la proteína supresora de daños Dsup. Descubierta en 2016 por otro grupo de investigación, esta es capaz de unirse al ADN y protegerlo de los efectos letales de la radiación, actuando como un escudo.


Una vista de la enorme abertura de la cámara LSST. Tiene forma de una gran dona negra, con reflejos de la luz del techo que revelan la presencia de lentes de vidrio.

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El estudio en ratones

Para la producción de la proteína Dsup en las células y tejidos de interés, el equipo probó varios enfoques destinados a transmitir las «instrucciones» en forma de ARN mensajero. A partir de estas pruebas, identificaron dos tipos de nanopartículas hechas de polímeros y lípidos, una de las cuales resultó adecuada para transportar el ARN mensajero a los tejidos del colon y otros de la boca.

A continuación, inyectaron las nanopartículas que contenían el ARN mensajero en la mejilla o en el extremo del colon de ratones de laboratorio. Unas horas después, las partes del cuerpo fueron expuestas a una dosis de radiación comparable a la que se utilizaría en humanos en el contexto de un tratamiento de radioterapia. En comparación con un grupo de control que no recibió ARN mensajero, los ratones inyectados antes de ser expuestos a la radiación mostraron hasta un 50% menos de daños. Además, el efecto protector del Dsup no parecía extenderse a los tejidos adyacentes al lugar de la inyección, un punto crucial, ya que la radiación debe seguir siendo eficaz contra las células tumorales.

Los resultados son prometedores, no obstante, aún deberán probarse en estudios más amplios antes de que puedan utilizarse clínicamente.

Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.

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