Los esfuerzos para proteger a los animales son visibles en todo el mundo, pero la atención a las especies no es necesariamente proporcional a su riesgo de extinción. Un análisis sobre la financiación en proyectos de protección de fauna y de artículos de investigación sobre animales confirmó que se le da mayor preferencia a los mamíferos más carismáticos y cercanos a los seres humanos, muy por encima de otras especies que sí requieren de apoyo, los mal llamados «animales feos”.
El estudio analizó 14,600 proyectos de conservación, realizados de 1992 a 2016, a los cuales, entre todos, se les asignó cerca de 2,000 millones de dólares. Los investigadores hallaron que el 83% de los recursos se destinó a animales vertebrados, mientras que el 6.6% de la financiación se dirigió a plantas y animales invertebrados. Los organismos que se encuentran al final de la lista de prioridades son los hongos y las algas, con un presupuesto de apenas el 0.2%.
Esta distribución de recursos es contrastante, ya que las especies vertebradas solo representan el 4% del total de las formas de vida en la Tierra. La ciencia tiene un nombre para estos animales sobresalientes: megafauna carismática. Osos, leones, tigres, lobos, pandas, gorilas y rinocerontes son solo algunos ejemplos.
Para los autores del reporte, provenientes de diferentes universidades, los resultados son, en parte, contradictorios. Hay proyectos que se centran en especies con baja prioridad de conservación, a la vez que muchas especies en grave peligro de extinción se ven excluidas de los fondos de inversión para su conservación o de planes para el aumento de su población.
No todos los animales tiernos están en peligro extremo
La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) es un indicador crítico de la salud de la biodiversidad mundial. En su página web se encuentra uno de los mayores catálogos sobre especies de los reinos Animalia, Plantae y Fungi, etiquetadas según su nivel en la escala de riesgo. También es una herramienta para informar e incentivar acciones para la conservación de la biodiversidad y el cambio de políticas públicas.
Para la UICN, del total de especies evaluadas, más de 46,300 son especies amenazadas. Además, para el organismo existen diferentes niveles de amenaza: preocupación menor, casi amenazado, vulnerable, en peligro de extinción, en peligro crítico de extinción, extinto en estado silvestre y extinto.
Es de notar que el estudio subraya que “varios grupos altamente amenazados, como los anfibios, reciben poco apoyo y cada vez menor”. Según la Lista Roja de la UICN, el 41% de todas las especies de anfibios enfrentan algún nivel de amenaza, en contraste al 26% mamíferos, o el 12% de aves.
Para algunos biólogos que no participaron en la investigación, este sesgo de estética no es sorpresa. La megafauna carismática domina los estudios sobre animales desde hace décadas, pero estudios como el reciente, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, pueden ayudar a distribuir de manera más equitativa el presupuesto para la protección de especies menos agraciadas, los supuestos animales feos, según los estándares humanos.
“Las especies más carismáticas y de un mayor tamaño suelen recibir una mayor atención y financiación para su conservación. Sin embargo, otras especies que no son consideradas igual de atractivas pero que se hallan en una situación más vulnerable, no reciben el apoyo que debieran, explicó Inmaculada Álvarez-Manzaneda Salcedo, investigadora posdoctoral en la Universidad de Granada.
«Debemos tener en cuenta que el valor de una especie no se debe a su apariencia; los hongos, anfibios o reptiles también tienen un papel fundamental en el funcionamiento de los ecosistemas y a menudo pasan desapercibidos”, añadió la especialista en Conservación de la Biodiversidad, en una declaración al portal Social Media Centre España.
«Con tan mala distribución del dinero, la peor noticia de este artículo puede ser que tan solo el 6% de las especies mundialmente amenazadas han tenido algún proyecto de conservación. Al final, la desigualdad en la distribución de fondos entre la fauna y flora amenazada se parece algo a la desigualdad económica en la sociedad humana” aseguró Andy Green, profesor de investigación de la Estación Biológica de Doñana, para la misma agencia.