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Ca7riel y Paco Amoroso ofrecen un concierto de otra dimensión sonora

PYN
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No pasaron muchos minutos desde la hora pactada, por suerte, para que inicie el show. Es que el público que se dio cita en el Puerto de Asunción estaba impaciente, con los pies listos para saltar, la voz justa para acompañar y el cuerpo entregado por bailar.

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Así, alrededor de las 22:10 salen al escenario Maxi Sayes (percusión), Javier Burin (teclados y sintetizadores), Tío La Bomba (bajo) y Edu Giardina (batería), la imponente banda que arropa a las canciones del dúo de Ca7riel y Paco Amoroso. Tras encender aún más a la gente, no pasó casi nada para que aparezcan ellos, los más esperados desde la última vez que vinieron, en 2022.

Pero desde ese momento a hoy corrió mucha agua bajo el puente y la realidad es otra. De haber venido en varias ocasiones, haciendo crecer su público, esta vez Ca7riel y Paco llegan después de la fiebre que desató su aparición en el Tiny Desk de NPR Music. Esta vez trajeron así las canciones del álbum “Baño María”, de sus respectivos trabajos solistas y los sencillos con los que empezaron a dar sus primeros pasos.

Ca7riel y Paco aparecieron y al más puro estilo de Michael Jackson, se quedaron un largo rato parados, mirando al público, saboreando esa reacción, esos gritos en cadena y ese fervor que solo crecía. La gente necesitaba ya esta música.

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La locura se desató enseguida con “Dumbai” y el público rugió y bailó estando totalmente a la altura. La interacción y la química, así como la que hay entre ellos y su banda, esta vez con la gente fue instantánea. Se notaban esas ansias y ese deseo de liberarse bailando y cantando, de aprovechar el momento y abrazar esta hora de frenesí.

Y el dúo entiende que su misión es la de entregarse al 100% y eso fue algo que lo hicieron incluso estando sentados en la primera parte del show, como emulando el concepto del Tiny Desk, y desafiándose a ellos mismos a encontrar métodos expresivos en estas condiciones. Sin más llegó “Baby Gangsta”, donde la voz rasposa de Paco se une al soul de Ca7riel para hacer volar a la gente sobre un colchón de arreglos finos, de esos que dejan a la propuesta en lo más alto.

“Mi diosa” continuó en esta seguidilla de canciones de “Baño María”, en medio de teclas dando un toque entre lo soul y lo funk, en tanto ambos al frente de repente se miran, en complicidad, sonríen como saboreando esta felicidad. Desde las sillas, incluso coreografiados, se movían emulando tocar trompetas en el aire.

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“¡Buenas noches!”, dijo Paco en una de las pocas pero potentes interacciones hablando que tuvieron, porque realmente la principal conversación se dio desde la música. Esta parte entregó una serie de canciones tanto de sus inicios como de los álbumes solistas que ambos lanzaron antes del trabajo debut como dúo.

“A mí no” hizo estallar a gritos a gran parte del público, un público que demostró así seguirlos desde el comienzo. Otra porción de gente, que quizás los ha conocido con el Tiny Desk, disfrutó de todos modos, porque siempre abrazaron el arrojo, el desparpajo y la buena música, a pesar de lo que muchos digan en su contra.

En esta parte Ca7riel y Paco empezaron a mostrar, como en un ping pong, sus canciones solistas, demostrando que sus universos musicales son perfectamente una extensión de sus personalidades; Paco con “Viuda negra” y “Mi deseo” en un modo más dance, o Ca7riel con “Viuda negra” y “Bad Bitch”, consagrándose como un príncipe del soul.

Y toda esta parte lo hicieron sentados y de todas formas se ven enormes, sin necesidad de grandilocuencias, porque la música es parte de su cuerpo y con cada pequeño movimiento también pueden transmitir un sentido de lo que cantan, desde un mirada quieta, una mano levantada o una sonrisa pícara.

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El álbum volvió a aparecer con “Cosas ricas”, un sensual recorrido, donde bajaron un poco los decibeles, y donde hablan de cuerpos que buscan bailar y algo más. “Ya queríamos venir, ¡cómo los extrañábamos, hijos de puta!”, gritó Ca7riel, para hacer delirar a la gente. Prendió un cigarrillo, tomó su guitarra y entregó un solo explosivo.

Una balada romántica, “Pirlo”, siguió en un set correctamente armado para hacer subir y bajar a la gente por una montaña rusa de intensidades. Es que de ese estado de ánimo de ternura, que también generan, pasaron al desenfreno con uno de sus últimos hits, “La que puede, puede”, donde parecen ser poseídos por algún espíritu del más allá, que les hace detonar de energía.

Pero llegó también el momento de saltar con la gente, de mostrar esa otra cara de la moneda, la que vinieron mostrando desde que empezaron, la del éxtasis total bailando sobre el escenario. Entonces parados, arremetieron con “Sheesh”, un tema electro house con el que convirtieron el lugar en una gran discoteca, aún más con las luces led que iluminaron el lugar, así como dice la canción. Y ellos, la banda y la gente estaban brillantes.

Ca7riel quedó luego solo en escena, presentando nuevamente canciones propias, como “Polvo” o “McFly”, a las cuales la gente se entregó como si de un ritual se tratara, y Paco hizo luego lo propio con “Todo el día”. Volvieron a unirse para la recta final, donde arremetieron con aquellos hits que los fanáticos que están desde la primera hora supieron reconocer.

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Así la locura llegó con “Ola mina XD”, “Ouke”, temas de génesis trap pero cuyos arreglos no se van nada lejos de aquel jazz rock progresivo que ambos hacían en su primera banda, Astor y las flores de Marte. La fantasía seguía extendiéndose en la noche y la gente no se resistía a la locura, que tuvo un pico bastante alto con “Cono hielo”, tema altamente bailable y que pone a moverse hasta al más incrédulo del poder de la danza como generadora de felicidad.

Y perfectamente unida, vino luego la cereza de la torta, “El único”, esa historia de frustraciones amorosas que la gente cantó desde lo más hondo del pulmón, siendo coro gigante para esta dupla que sin dudas está marcando su nombre en la historia de la música, como si fueran dos entidades que vinieron de otro planeta.

Pero son puramente humanos, y eso es algo que lo mostraron en esa sonrisa brillante y genuina al mirar a la gente aplaudirlos, pero sobre todo en ese abrazo que se dieron al final mirandose a los ojos. Eso me hizo recordar que se conocen y son amigos desde que son niños, así que también están abrazando a esos amigos que soñaban estar ahí donde están pero también ahí abajo, compartiendo con la gente. Porque eso fue lo que hicieron al final, tirarse entre la gente, saludar, como el principal y más importante acto de cariño hacia todos, la gratitud.

Cabe resaltar que, como antesala a este concierto, subieron a escena las Milk Shake, estando totalmente a la altura de las circunstancias. Recordemos que el grupo, encabezado por las cantantes Majo Maciel y Sabb Montes, se presentará el próximo 21 de marzo en el festival Lollapalooza de Argentina.

Este grupo, que si bien inició presentando temas en clave reggaeton, también supo evolucionar, explotando la gran musicalidad que portan las cantantes, quienes también son tremendas bailarinas, dueñas de un carisma único. Ellas saben el lugar que están pisando, lo ganan y lo hacen suyo. Junto a su banda y un cuerpo de baile que está al igual que ellas de energía, siempre saben encantar.

Las Milk Shake hicieron lo que sabe bien, ser una presencia luminosa que encanta con su talento.
Las Milk Shake hicieron lo que sabe bien, ser una presencia luminosa que encanta con su talento.

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