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Las estrellas más antiguas jamás encontradas están en la propia Vía Láctea, ¿cómo es posible?

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Tres de las estrellas más antiguas registradas en el universo observable se encuentran en la Vía Láctea, la galaxia que alberga el sistema solar y la Tierra. Su comportamiento difiere significativamente del de las estrellas más jóvenes. A pesar de su avanzada edad, estas estrellas son ágiles y se desplazan a cientos de miles de kilómetros por hora, en dirección contraria al flujo de sus compañeras. La investigación sobre estos tres cuerpos celestes fue realizada por científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y se publicó en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.

La tríada de estrellas fue identificada en el halo de la Vía Láctea, una estructura esférica de gas y polvo que rodea a las galaxias espirales. Cada objeto de esta investigación se encuentra a una distancia de 30,000 años luz de la Tierra, en diferentes partes de la nube. Según su firma química, que muestra un bajo índice de metalicidad, se estima que tienen entre 12 y 13 mil millones de años de antigüedad. Para ponerlo en contexto, el modelo cosmológico estándar calcula que el Big Bang ocurrió hace aproximadamente 13,797 millones de años. Las estrellas encontradas en nuestra galaxia local se habrían formado casi al comienzo del universo.

El universo y las primeras estrellas

La existencia de estrellas tan antiguas como el propio universo en la Vía Láctea no es exactamente una sorpresa, desde una perspectiva astronómica. La galaxia donde la Tierra se encuentra ha existido y evolucionado durante 13,600 millones de años. A lo largo de su vida, ha albergado necesariamente a las primeras generaciones de estrellas que se formaron en el universo, al mismo tiempo que ha producido estrellas jóvenes, como la que da forma al sistema solar.


Burbujas flotando y combinándose entre sí.

Según lo que propone un nuevo modelo matemático, el universo se expandió ultrarápido en sus primeros momentos porque fue absorbido por un “universo padre”.


Los astrofísicos saben que estas estrellas ancianas tienden a agruparse en los halos galáctico. Sin embargo, debido a su debilidad relativa en comparación con las estrellas jóvenes, a menudo quedan eclipsadas por la luminosidad de otros objetos o se ven interferidas por polvo y gas espacial. El logro destacado del MIT es el desarrollo de técnicas para observar estas estrellas, estimar su edad y distinguirlas entre otros cuerpos similares.

“Estas estrellas más antiguas definitivamente deberían estar presentes, dado lo que sabemos sobre la formación de galaxias. Ahora tenemos una nueva forma de encontrarlas. Podemos buscar análogos más brillantes en la Vía Láctea y estudiar su evolución química sin tener que perseguir estas estrellas extremadamente débiles”, explicó la profesora de física del MIT, Anna Frebel.

Oficialmente la estrella más antigua jamás encontrada es HD 140283 o también conocida como ‘Matusalén’ en referencia al hombre más viejo mencionado en la Biblia. Se calcula que podría tener la misma edad del propio universo y solo está a 190 años luz de la Tierra.



Vestigios de la proto Vía Láctea

Para los investigadores, el descubrimiento de esta tríada de cuerpos estelares es similar a encontrar un vestigio de las primeras estructuras que dieron forma a nuestra galaxia. La Vía Láctea, tal como la conocemos hoy, es el resultado gradual de la fusión de cúmulos de estrellas a lo largo de su historia. Recientemente, se identificaron dos de los bloques fundamentales que contribuyeron a su formación: Shiva y Shakti. La próxima gran transformación será la fusión con la galaxia de Andrómeda, un evento que ocurrirá en aproximadamente 4 mil millones de años.

Estos tres objetos celestes identificados han sido denominados Estrellas del Sistema Estelar Pequeño Acretado (SASS, por sus siglas en inglés). Según el documento del MIT, existen otros 61 objetos en las bases de datos astronómicas que muestran comportamientos similares a los de las SASS. Con este conocimiento, los científicos pueden aventurarse a analizar más información con la esperanza de encontrar estrellas primigenias adicionales entre las 400 mil millones que componen la Vía Láctea.

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