Investigadores de la Universidad de Nuevo México han detectado “niveles significativos” de microplásticos en tejidos testiculares de humanos y perros. Los hallazgos advierten sobre posibles riesgos en las funciones reproductivas y avivan las preocupaciones sobre los efectos nocivos de este tipo de contaminación en la salud.
El equipo dirigido por Xiaozhong Yu, profesor de la Facultad de Enfermería de la UNM, estudió 47 muestras de testículos caninos y 23 de humanos. Utilizó el método experimental creado por el biólogo Matthew Campen para estudiar la presencia de residuos plásticos en las placentas humanas. El modelo usa técnicas de microscopía de fluorescencia para detectar partículas plásticas mayores a 1 micrón en el tejido orgánico. Mediante procesos químicos avanzados y de centrifugación a velocidades extremadamente altas, son separados los polímeros de las muestras biológicas. Con espectroscopía infrarroja se identifica la naturaleza de los sólidos contaminantes.
Los científicos trabajaron con tejido testicular obtenido y preservado con químicos por la Oficina del Investigador Médico de Nuevo México, en autopsias practicadas siete años atrás a cuerpos de pacientes anónimos. Las muestras caninas provinieron de refugios animales ubicados en la ciudad de Albuquerque y de clínicas veterinarias privadas que realizan operaciones de esterilización y castración.
Los científicos trataron el material biológico con químicos para disolver las grasas y proteínas. Centrifugaron las muestras para separar el tejido de los residuos plásticos. Los microplásticos obtenidos se calentaron a 600°C y su tipo fue determinado con ayuda de un espectrómetro de masas mediante el análisis de las emisiones de gases a distintas temperaturas.
El ensayo reveló la presencia de 12 tipos de microplásticos en todos los testículos analizados con concentraciones significativas. Los niveles de polímeros promedio en el tejido canino examinado alcanzaron los 122.63 microgramos de plástico por cada gramo de materia orgánica. En las muestras humanas se hallaron 329.44 microgramos por gramo. La cifra es casi tres veces mayor que la documentada en los canes y notablemente más elevada que la acumulación promedio registrada en la investigación de Campen en las placentas.
El autor principal del trabajo puntualizó que la edad promedio de los hombres sometidos a las autopsias era 35 años. Esto sugiere que la exposición a los plásticos comenzó décadas atrás, cuando la circulación de estos contaminantes era menor.
“Al principio dudaba que los microplásticos pudieran penetrar el sistema reproductivo. Cuando recibí por primera vez los resultados en perros me asombré. Me sorprendí aún más con las conclusiones para los humanos. El impacto en la generación más joven podría ser más preocupante”, sentenció Yu.
El polímero con mayor presencia fue el polietileno (PE) en todos los casos. Se trata de la materia prima utilizada habitualmente para fabricar bolsas y botellas de plástico. En los caninos, el segundo material más frecuente fue el cloruro de polivinilo (PVC).
Microplásticos en testículos afectan el recuento de espermas
Los autores hicieron un conteo de los espermatozoides en las muestras caninas. Descubrieron que los niveles altos de PVC estaban correlacionados con un recuento más bajo de espermas. Sin embargo, no encontraron una relación similar con el PE. “El tipo de plástico marca la diferencia en cuanto a los efectos que pueden tener los microplásticos en los sistemas reproductivos. El PVC puede liberar muchas sustancias químicas que interfieren con la espermatogénesis y contiene sustancias químicas que causan alteraciones endocrinas”, explicó Yu. Este análisis no pudo ser replicado en el tejido humano ya que fue tratado con químicos antes del ensayo.
La investigación hizo una comparativa entre perros y humanos porque los caninos viven junto a las personas, experimentan el mismo entorno y tienen comparten algunas características biológicas, según los investigadores.
“En comparación con las ratas y otros animales, los canes están más cerca de los humanos. Físicamente, su espermatogénesis es más cercana a la de los humanos y la concentración tiene más similitud con los humanos. Creemos que los caninos y los humanos comparten factores ambientales comunes que contribuyen al deterioro de sus procesos reproductivos”, añadió el autor principal.
El estudio abre el camino para futuras investigaciones que mejoren la comprensión de los efectos de los microplásticos en la producción y calidad de los espermatozoides. Yu asegura que el ensayo no pretende causar pánico. El objetivo es invitar a la humanidad a tomar conciencia sobre los posibles efectos que tiene la contaminación plástica en la salud. “Queremos proporcionar datos científicos y concienciar a la gente de que hay muchos microplásticos. Podemos asumir mejores decisiones para evitar una mayor exposición, cambiar nuestro estilo de vida y modificar nuestro comportamiento”, concluyó.