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Según la Constitución iraní, en caso de fallecimiento del mandatario, “el primer vicepresidente de la república tomará el mando y las responsabilidades de aquel” si lo aprueba el líder supremo.
El presidente de Irán, Ebrahim Raisi, falleció este domingo al accidentarse el helicóptero en el que viajaba con otros funcionarios cerca de la frontera con Azerbaiyán.
La aeronave en la que iba tuvo que realizar un aterrizaje forzoso debido a la densa niebla. Asimismo, se informa que también perdieron la vida en el accidente el ayatolá Al Hashem; el ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amirabdollahian; el gobernador de la provincia iraní de Azerbaiyán Oriental, Malek Rahmati; dos empleados del cuerpo de protección del presidente, un piloto, un copiloto y un oficial técnico.
¿Qué pasará ahora?
En Irán, el poder primordial recae en el líder supremo, o ayatolá, cuya autoridad es vitalicia. El presidente es la segunda persona en la jerarquía del país y desempeña las funciones de primer ministro —cargo eliminado en 1989—, firma acuerdos internacionales, es responsable del plan y el presupuesto del Estado, pero no dirige el Gobierno.
Según reza el artículo 131 de la Constitución iraní, en caso de fallecer el mandatario “el primer vicepresidente de la república tomará el mando y las responsabilidades de aquel” si lo aprueba el líder supremo, el ayatolá Alí Hoseiní Jameneí. Además, se deberá “formar un consejo integrado por el presidente de la Asamblea Consultiva Islámica, el presidente del Poder Judicial y el primer vicepresidente de la república, que, en un plazo no mayor a 50 días, tendrá que elegir al nuevo presidente del país”.
De esta forma, se prevé que el actual primer vicepresidente, Mohammad Mokhber, asuma el poder de forma interina. Aunque de momento no ha habido un anuncio oficial sobre designación de Mokhber para el cargo, el lunes por la mañana encabezó una reunión de emergencia con el Gabinete gubernamental.
Según medios locales, el alto funcionario ya creó seis comités especiales para dirigir el país en los próximos días.
¿Alteraría el equilibrio de poder?
En este contexto, la politóloga y orientalista Yelena Supónina comentó a BFM que sin el difunto presidente el rumbo político de Irán no cambiará significativamente. “La importancia de Raisi es mayor en la política interior de Irán, en política exterior poco cambiará, aquí su rumbo coincide plenamente con lo que quiere y siempre quiso el ayatolá Jameneí como jefe de Estado, como líder supremo de Irán. El enfrentamiento con Occidente no fue una elección del propio Raisi, sino de EE.UU., que incluso antes de Raisi comenzó a aplicar tácticas más duras hacia Irán”, indicó.
Además, la experta señaló que Mokhber “mantiene los mismos puntos de vista conservadores”. “Es poco probable que el cambio de figuras en Irán modifique las cosas en un futuro próximo”, concluyó.
Por su parte, Arash Azizi, profesor titular de Historia y Ciencias Políticas en la Universidad de Clemson, escribió en un artículo publicado en The Atlantic que la muerte de Raisi “alteraría el equilibrio de poder entre facciones dentro de la República Islámica” y que uno de los probables sucesores será el presidente del Parlamento, Mohammad Baqer Qalibaf.
Según el analista, Qalibaf es “más tecnócrata que ideólogo”. Una fuente cercana al expresidente Hasán Rohaní afirmó al experto que “el problema de Qalibaf es que lo quiere demasiado”.
Mientras, Víktor Nadein-Raevski, director del Instituto de la Región del Mar Negro-Mar Caspio e investigador principal del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales de la Academia Rusa de Ciencias, sostuvo que “la rivalidad en el liderazgo de Irán, como en cualquier sistema político, siempre existió y existe” y que “es un fenómeno normal”.
“Hay una parte conservadora de las élites y otra reformista. Es más probable que Raisi pertenezca a esta última, aunque no se le puede calificar de ‘reformista acérrimo'”, afirmó.