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Marzo de 2025, con un gobierno ya aplazado

PYN
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“Irse a febrero”, o “a marzo”, significaba muchos años atrás que uno se había aplazado en una o más materias durante la escuela secundaria y debía rendir exámenes “para pasar de curso”.

Marzo es casualmente, en nuestra reciente historia política, el mes de turbulencias populares. En 1999 ocurrió “el marzo paraguayo”, una revuelta ciudadana contra el oviedismo tras el crimen del vicepresidente Argaña y el juicio político al presidente Raúl Cubas Grau (1998-1999), que causó la muerte de 8 manifestantes y la renuncia del mandatario, que fue al exilio temporalmente.

En marzo de 2017 hubo también otra revuelta, conocida como el 31M o el marzo paraguayo de Cartes, cuando senadores cartistas aliados con un sector del PLRA y el Frente Guasu intentaron infructuosamente forzar la Constitución para modificarla e incluir la posibilidad de la reelección presidencial, para favorecer al entonces presidente Horacio Cartes y al expresidente Fernando Lugo. La crisis causó el incendio de parte de la sede del Congreso y el asesinato de Rodrigo Quintana en la sede del PLRA, un claro caso de terrorismo de Estado, del que Cartes salió impune por la mayoría que tenía con sus aliados en el Congreso.

Marzo es además el mes en que la Federación Nacional Campesina realiza, desde hace tres décadas, su tradicional marcha a la Capital del país, reclamando perennemente la atención hacia los pequeños productores y sus familias, siempre dejadas de lado por cada gobierno que pasa.

La marcha de la FNC ha sido un permanente toque de atención para las autoridades y, en algunas coyunturas, un motivo de gran preocupación para las administraciones de turno.

En otras circunstancias, con una oposición más organizada e influyente y si no fuera por el hecho de que tienen copados todos los poderes y extrapoderes, este gobierno cartista estaría muy intranquilo con la marcha campesina de este año.

Es muy evidente que, hasta ahora, Santiago Peña no ha hecho bien sus deberes, continúa sin mostrar liderazgo y, cada vez más, parece una simple ficha del tablero que maneja el líder de Honor Colorado, Horacio Cartes.

Sus últimas intervenciones exponen a Peña en toda su dimensión: Primero, en respuesta al escándalo de los chats filtrados del teléfono del fallecido diputado Eulalio “Lalo” Gomes, convocó a una insípida “cumbre de poderes” con resultado nulo y sin que se vislumbre una real intención de frenar el esquema de tráfico de influencias y corrupción institucional que quedó desvelado.

Sobre la presente crisis de salud, que estalló justo cuando Peña se paseaba inaugurando hospitales, no parece tampoco que haya voluntad de hacer nada trascendente.

El programa estrella de este gobierno, pomposamente llamado “Hambre Cero” (cuando en realidad solo se dirige a paliar el hambre de los niños y niñas que van a la escuela y no a todas las familias necesitadas del país) está sirviendo sobre todo para poner en evidencia los problemas estructurales nunca resueltos del sistema educativo paraguayo, sobre los que no hay propuestas de fondo para comenzar a encararlos.

Faltan casi tres años y medio todavía para concluir este periodo presidencial, pero este gobierno ya hace rato está aplazado. Por lo demostrado hasta ahora, no parece ni por asomo que dé la talla para conseguir un mínimo “aprobado” en su gestión.

mcaceres@abc.com.py

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