La susceptibilidad a infecciones es otro riesgo con amplia evidencias clínica y epidemiológica. Por ejemplo, la contaminación ambiental se relacionó con la gravedad de COVID. Agunos estudios, detalla Segura, mostraron que, por cada 10 microgramos por metro cúbico de PM 2.5 que incrementaban, subía hasta un 8% la mortalidad por SARS-CoV-2.
No es la tecnología en sí. Es que aún no tenemos suficientes trabajadores para instalar las bombas de calor necesarias para la descarbonización total.
“La combinación de ozono y material particulado es el pan nuestro de cada día”, enfatiza Patricia Segura. Los efectos de cada contaminante, dice, dependen del tiempo de exposición, de quién los recibe y de enfermedades preexistente como diabetes, asma, EPOC o enfermedad cardiovascular.
Algunos trabajos imponen una mayor exposición, como ser repartidor de comida o vendedor ambulante. La investigadora explica que respirar altas concentraciones de ozono y material particulado a mediano plazo (de una a cuatro semanas) se asocia con mayor posibilidad de tener infecciones respiratorias, conjuntivitis infecciosas y rinitis.
En un estudio realizado por investigadores del Incan, el Cinvestav Zacatenco y del INER, entre ellos Patricia Segura, expusieron a conejillos de indias sanos y con asma a muestras de aire ambiental durante semanas. Encontraron que, con gases como el ozono y otros generadores de estrés oxidante, hay una respuesta inmunológica exacerbada hacia inflamación (de tipo Th2) como la que dan las alergias. Mientras que en animales con asma, los conejillos exacerban la inflamación, sobre todo por ozono. Cuando hay más compuestos antropogénicos, como los derivados de gasolina, hidrocarburos aromáticos, bencenos, antracenos, etc. la respuesta detectada fue antiinflamatoria (de tipo TH1), proclive a generar proliferación celular, que a la larga puede derivar en fibrosis o cáncer.
En la Ciudad de México hay temporadas seca-caliente de marzo a mayo, luego época de lluvias entre mayo y septiembre y después seca-fría de octubre a diciembre. Patricia Segura señala que han identificado que es en la época seca fría cuando hay más componentes antropogénico de gasolina, que suben los perfiles Th1, es decir más infecciones. Mientras que en la seca caliente, cuando prevalece el material particulado, la respuesta es más proclive a Th2.
Informarnos mediante la App AIRE
Bajo el lema “No dejes al aire tu salud, #conoceTuNumero”, el gobierno de la Ciudad de México invita a su población a identificar su riesgo usando el Índice de Riesgo para Personas Susceptibles. Esta escala refleja los riesgos asociados a las enfermedades más comunes en la ciudad con relación a la mezcla más típica de la ciudad: ozono (O3), partículas menores a 2.5 micrómetros de diámetro (PM2.5) y dióxido de nitrógeno (NO2).
El índice fue calculado por la SEDEMA y el Instituto Marron de New York, utilizando datos del Sistema de Monitoreo Atmosférico y los ingresos hospitalarios de la Secretaría de Salud de la CDMX. Este índice asigna un valor diario que indica el riesgo de salud por contaminación, permitiendo a cada persona identificar el número en que presenta molestias respiratorias.
Basándose en este índice, cuenta Segura, desde INER crearon Aura: la App Urbana de Riesgos en el Aire. Su intención era ofrecer una herramienta interactiva que, según la información personal de cada persona, proporcionara un grado de susceptibilidad y recomendaciones adecuadas a este. La app se quedó en el cajón, pero la idea no.
Ahora mismo, realizan una adecuación de ese tipo a la aplicación AIRE, de la Ciudad de México. Una app de la Secretaría de Salud que existe hace 12 años y que informa la calidad del aire según la ubicación de cada persona usuaria y da una predicción para el día siguiente. La versión que trabajan será interactiva. Al contestar un cuestionario se te asigna un nivel de susceptibilidad y, quien así lo desee, podrá recibir recomendaciones apropiadas según su nivel y la calidad del aire de forma predictiva.
Además, se pueden reportar síntomas, de manera que las autoridades podrán obtener más datos para entender mejor la susceptibilidad de la población en distintos escenarios. “Este tipo de instrumentos podrían empoderar a la población a que tome sus propias decisiones”.