Si bien los discursos acusatorios de responsabilidades por debacles morales y en gestiones institucionales siempre apuntaron al coloradismo, no dejando de ser reales, la vigencia de nefastos personajes en el ámbito político también incluye irremediablemente a opositores, que periodo tras periodo tienen espacios en estamentos de poder. Desde antaño y hasta la fecha.

Muchos “reyes tuertos” han pasado por instituciones y ámbitos de toma de decisiones, mediante el pueblo “ciego”, por lo que no es solo mal patentado hacia un color determinado.

Los cargos de relevancia en la estructura oficial, no solo tuvieron a colorados como protagonistas, pero pese a ello lo coincidente ha sido mucho beneficio para sí mismos y nada para el pueblo.

Eso se percibió, y se sigue percibiendo en municipalidades y gobernaciones, desde donde traficar influencias y concretar negociados no pudieron haber sido hecho por los de otra afiliación política.

Liberales, izquierdistas, independientes y prietistas, tienen las mismas fojas sucias, por lo que las críticas los alcanza, pese a que hay un daltonismo interesado ante la opinión pública.

La corrupción en todos sus ámbitos goza de buenísima salud, fruto de politiqueros aberrantes que utilizan status para delinquir a costa del dinero de la gente. Es fácil mirar pecados ajenos a fin de justificar los propios, pero ello no resta absolutamente culpabilidades en el mismo juego sucio.

No deberían tener futuro político prolongado quienes se burlan de la ciudadanía, al menos si esta despierta totalmente de su letargo y aprende definitivamente a elegir mejor.

Lo catastrófico para la ciudad, el departamento y país, será seguir dando poder a mercenarios intendentes, gobernadores, diputados, senadores, directores de instituciones, que piensan que la función pública es para autobeneficio y que se está blindado por no ser colorado.

La visión real del bienestar general no puede estar denigrada por organizaciones políticas. Brindar respaldos a gente mediocre para lo que el pueblo necesita es proporcionar balas a asesinos, por lo que los ciegos deben tratarse y dejar de aplaudir a tuertos por el mero hecho de aparentar diferencias.

Históricamente representantes legislativos no han representado más que a sí mismos, pero siendo reelectos como si nada. Si una autoridad ha demostrado ser inepta, y malviviente, lo que corresponde sería la cárcel, no reelecciones o premios con cargos superiores. No pertenecer a un partido con historia funesta, no inviste a nadie ropa de querubín.

Madurar en capacidad de discernimiento podrá permitir percibir que el fanatismo es ignorancia y motivo por el cual se sigue premiando a perversos. No se podrá avanzar jamás a una administración cercana a la necesaria, si el pueblo cree que flagelando a determinados afiliados políticos, para dar espacios a iguales con colores diferentes, es hacer su parte para llegar a mejor puerto.

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