Hace un año Vox sangraba por la herida. El resultado insuficiente en las elecciones generales había impedido a la derecha gobernar y el PP culpaba a Santiago Abascal de no haber cumplido su parte. El ciclo electoral que estaba por venir (gallegas y vascas) no era muy prometedor. Las sospechas de financiación irregular sacudían el partido, que tampoco había terminado de superar la salida de algunos dirigentes históricos. Y así llegó una asamblea en la que el partido reeligió a su líder -blindado hasta 2028- con un futuro incierto por delante. Un año después Abascal está reforzado por todos los frentes posibles.
Internamente no hay voces críticas y la decisión más arriesgada -la de salir de los cinco gobiernos autonómicos que compartía con el PP y que generaba algunas dudas- no conllevó una hemorragia interna. Las autonomías del PP contaban con una sangría de cargos o de bajas entre sus afiliados. Pronóstico que no solo no se cumplió, sino que se puede ver ahondado con la amenaza de no aprobar los Presupuestos autonómicos de las CCAA populares que no pongan trabas a la inmigración ilegal.
Vox sobrevivió a las elecciones autonómicas en Galicia (se quedó como estaba, sin representación) y Euskadi (consiguió aguantar el escaño); y creció en las europeas, aunque a menor ritmo de lo esperado. La noticia más agridulce fue la irrupción de Alvise Pérez en Bruselas, aunque en este momento el partido ultra da por neutralizada su capacidad de crecimiento. Y en este momento el partido ultra aparece consolidado como tercera fuerza en todas las encuestas, rozando el 15% en algunas de las más recientes.
Abascal analizó este lunes el año que ha pasado desde su reelección con la dirección nacional de su formación y la conclusión, según explican en la cúpula, es que van en la dirección correcta. Y que no se detendrán. Seguirán presionando con su agenda al PP aunque vean sacrificadas las cuentas públicas de algunas autonomías y, a nivel europeo, mantendrán el choque absoluto con la Comisión para intentar derechizar las políticas comunitarias en la medida de lo posible. Ayer Abascal llegó a afirmar que Ursula von der Leyen es lo mismo que el régimen de Nicolás Maduro.
Desde hace meses Abascal ha ido proyectando su perfil más internacional en pleno auge de la extrema derecha en buena parte del planeta. En este último año de liderazgo al frente de Vox también han ocurrido cosas en este marco y ahora mismo el dirigente ultra aparece impulsado también por sus aliados. El jueves viajará con otros dirigentes de Patriotas (el grupo del Parlamento Europeo al que pertenece Vox y que eligió, precisamente, a Abascal como líder el pasado noviembre) a Estados Unidos. El lunes estarán en la toma de posesión de Donald Trump y los días previos Abascal intervendrá en distintas reuniones de trabajo que su equipo no ha concretado.
Aunque el dirigente de Vox acude como líder de su grupo europeo (en el que también están el húngaro Víktor Orban y la francesa Marine Le Pen) allí se encontrará con otros aliados de referencia mundial como el argentino Javier Milei o la italiana Giorgia Meloni, con los que también tiene una interlocución muy fluida. Abascal ha estado tres veces en Buenos Aires en el último año. Y también lleva mucho tiempo trabajando las relaciones con el entorno de Trump a través de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), el foro conservador más antiguo de Estados Unidos, participando en actos que han ido organizando e invitándoles también al cónclave de Madrid del año pasado.
Esas relaciones, que no tiene Alberto Núñez Feijóo ni dirigentes del PP con estos líderes -que tienen ya un protagonismo absoluto en el nuevo orden mundial- ni tampoco el Gobierno de España (sus aliados son, precisamente, otros) está llevando a Abascal a consolidar una presencia internacional que su partido piensa aprovechar. Ya lo ha hecho en los últimos meses, pero en Vox aseguran que irá a más.
Abascal quiso lanzar ayer varios mensajes importantes. Además de acudir a la toma de posesión de Trump (en representación de España estará la embajadora en Estados Unidos, Ángeles Moreno Bau, ya que las invitaciones son más de tipo personal y nunca ha estado presente el presidente de España en una) también lanzó una defensa cerrada a Elon Musk, dueño de X (antes Twitter) y uno de los grandes asesores del nuevo presidente electo estadounidense.
Todo después del enfrentamiento que mantienen algunos líderes europeos (a la espera de una respuesta concreta de la Comisión) tras los mensajes que escribió en sus redes sociales cuestionando abiertamente gobiernos europeos. En la UE hablan de injerencias, pero Abascal aseguró que se trata de “la expresión de una opinión”.
El líder de Vox quiso alinearse con Alternativa para Alemania, partido de extrema derecha, a menos de dos meses de unas elecciones clave en el país y después de que el propio Musk haya brindado su apoyo total a esta formación. Abascal se quejó de que “las injerencias” en el continente las promueven excomisarios europeos, que según él, especulan con la idea de suspender las elecciones porque temen una victoria de Alternativa para Alemania, “como ha ocurrido en Rumanía”. Lo que está claro es que en el tablero mundial que viene Vox ya está recolocado.