El fútbol es como la vida, en un período corto de tiempo puede cambiar todo. Si hace unos meses nos hubiesen dicho que el Barça golearía al Sevilla, al Bayern y al Madrid en apenas siete días, jugando un fútbol excelso y con multitud de niños -porque son niños- de la casa en el once titular, nadie se lo hubiese creído.
Pero cuando detrás hay pasión, talento y trabajo, todo puede ocurrir. Las buenas vibras han cambiado de bando inesperadamente en el momento más oportuno de todos: con el fichaje de Mbappé fuimos muchos los culés que empezamos a sudar la gota fría viendo lo que podía significar que el Real Madrid fichase el que es -o era- el mejor jugador del mundo.
Pero como la memoria futbolística es como la meteorológica, corta y borrosa, nos olvidamos que juntar a muchos galácticos no es una fórmula infalible, si más bien todo lo contrario. En el pasado tenemos ejemplos que así lo demuestran. Lo que sí que funciona es lo que tiene el FC Barcelona, ese punto diferenciador, que por muchas Champions que ganen o remontadas épicas vivan, hace que nunca puedan ser como nosotros.
Hablo por supuesto de La Masia, de esa fábrica de talento y barcelonismo única en el mundo e irrepetible. Debe doler mucho perder contra un equipo con niños nacidos en casa y que aman por encima de todo el club. Y a pesar de tantos títulos estos últimos años, muchos merecidos cabe decir para ser justos, lo que no podrá tener nunca el Real Madrid es lo que ya vivimos hace unos años con Messi, Puyol, Pique, Busquets, Valdés y compañía, y lo que estamos viviendo ahora con Lamine, Gavi, Fermín, Cubarsí, Casadó y el resto, que es jugar el mejor fútbol del mundo gracias a chavales formados en el Barça.
Este nerviosismo blanco y esta alegría resurgida en los culés se ve evidenciada en un video que acabo de encontrar por las redes sociales; varios chicos vestidos con la camiseta blaugrana y una gorra del mismo color, observan con una sonrisa el partido desde algún asiento del nuevo Bernabéu. Los aficionados merengues, muchos de ellos, se levantan para insultarles con el cántico tan típico de “P**a Barça y p**a Catalunya”.
Ellos ríen, ajenos a cualquier odio externo, son el reflejo de cualquier culé en ese momento, ya sea en el estadio, en el sofá de su casa o en la mesa de cualquier bar. Una sonrisa compartida. Uno de esos chavales es Biel Juste, fundador de la marca TwoJeys y responsable de los brackets blaugranas de Lamine Yamal. Una imagen que ha dado la vuelta al mundo, la misma vuelta que ha dado el meneo futbolístico de los de Flick.
Queda mucha temporada por delante, y seguramente llegaran momentos de dificultad, pero lo ocurrido esta semana es ya motivo de celebración y suficiente para darse cuenta de esto que digo -junto a el tuit de Gerard Piqué-: Nunca podrán ser como nosotros.