La rivalidad entre Barça y Espanyol trasciende todo lo deportivo. Es un sentimiento social, familiar, de comunidad. Una enemistad de cuna que en los últimos años se ha agudizado al extremo. Y siempre le ha tocado pagar el pato al espanyolismo. En la época reciente, hay dos imágenes grabadas a fuego en la memoria blanquiazul: el descenso en el Camp Nou y la celebración liguera de 2023. Dos cortes profundos en la piel que, a día de hoy, continúan sin cicatrizar.
El 8 de julio de 2020, el cuadro entrenado por Rufete certificó una temporada mediocremente horrible, con incesante bailes de técnicos, con el infierno del descenso y en el peor de los escenarios: el Camp Nou. El coronavirus y un estadio vacío por la pandemia evitaron que el escarnio fuera aún mayor.
El paso por categoría de plata no enfrió los ánimos en el RCDE Stadium. Al contrario. El Barça de Xavi Hernández se proclamó campeón de Liga en el templo espanyolista tras una exhibición de juego (2-4) y empujó de nuevo a su némesis ciudadana a Segunda División. El duelo será recordado para siempre por la celebración culé sobre el césped y la irrupción de una masa enfurecida perica en el rectángulo con hambre de violencia.
Éramos pocos…
El derbi de Montjuïc del domingo (16.15 horas) aparece en lontananza, aunque el camino todavía es largo. Antes del duelo frente a los azulgranas, el Espanyol deberá afrontar la primera eliminatoria copera ante el San Tirso gallego, en partido que se disputará en el estadio de Riazor.
Manolo González tendrá ante sus compatriotas una reválida para aumentar la moral de la tropa, muy alicaída tras el doble mazazo liguero sufrido en Bilbao (4-1) y el viernes frente al Sevilla (0-2). El Espanyol dejó pésimas sensaciones en ambos encuentros y atraviesa una dinámica peligrosa que debe ser cortada de raíz, visto el historial del club en el último lustro.
Una racha para echarse a temblar
Los blanquiazules sólo han sumado tres puntos de 18 posibles y el vestuario admite que el momento no es el óptimo. El RCDE Stadium ya no es una fortaleza y se han sufrido tres derrotas en casa. “Tenemos que mejorar en las dos áreas, tanto en ataque como en defensa. Nos viene una semana muy intensa y tenemos que seguir”, advertía Brian Oliván tras caer ante los nervionenses.
A Coruña será este jueves la primera parada en un torneo como la Copa del Rey que siempre ha agradado mucho al Espanyol. La primera oportunidad de cauterizar las heridas y afrontar el derbi ante el Barcelona con espíritu ambicioso.