Del mismo modo, en 2022, en la Universidad de Carolina del Norte, los cascos equipados con sensores registraron 14 prácticas de contacto completo entre 10 jugadores: cinco con Guardian Caps y cinco que optaron por no llevarlos. Como escribieron posteriormente los investigadores en un informe de finales de 2023 para la revista International Journal of Environmental Research and Public Health, las coberturas “no afectaron a los resultados cinemáticos del impacto de la cabeza”.
Pero estos estudios también clasificaron sus resultados sobre el terreno como “preliminares” y “piloto”, debido al tamaño tan reducido de las muestras. En este caso, Biocore, respaldado por la NFL, está al mando: Según Bailey Good, un documento que analiza el efecto de los Guardian Caps en sus primeros dos años de uso en la práctica de pretemporada, fue presentado hace unos meses y actualmente está en revisión. En particular, el informe expresa la caída promocionada por la liga del 50% en las conmociones cerebrales entre linieros, alas cerradas y linebackers, de un promedio de 35 en 2018, 2019 y 2021 a 18 durante esta última postemporada.
“Ciertamente consideramos otras cosas como el número de prácticas, la intensidad del entrenamiento, etcétera. Pero los resultados que vimos en la pretemporada relacionados con las conmociones cerebrales, fueron muy prometedores”, menciona Good.
Los datos significativos de Guardian Cap tardarán en llegar
La NCAA aún tiene que aprobar formalmente los Guardian Caps para los partidos a nivel universitario, y aunque la Federación Nacional de Asociaciones Estatales de Preparatoria (NFHS, por sus siglas en inglés) los ha permitido tanto en los entrenamientos como en los partidos desde 2013, existen pocos ejemplos de este último. Por su parte, los Hanson rechazan la idea de que sean necesarias más pruebas para juzgar las credenciales de su creación.
“No acabamos de desarrollar esto hace tres meses: lleva 12 años en el campo. Sé que son datos anecdóticos, pero lo que todos nos dicen es que se sienten mejor, juegan mejor y tienen reducciones en el número de lesiones”, concreta Lee. Al mismo tiempo, los Hanson son sensibles a lo que consideran una ‘exageración común’ de las capacidades de los cascos. “No hablamos de reducir las conmociones cerebrales. La ciencia solo puede medir la reducción del impacto y la reducción de las fuerzas. Aún hay muchas incógnitas sobre cómo se relaciona eso con las lesiones cerebrales. ¿Es responsable decir que Guardian Cap es la solución para todo? No, claro que no va a solucionarlo todo. Pero, ¿sabemos que están cambiando las cosas? Sí”, arremete Erin.
Cada día son más los que parecen estar de acuerdo. Sentada en una sala de conferencias de las oficinas de Guardian Sports a finales de agosto, Erin pulsa play en una nota de voz que un nuevo cliente de Denver acaba de enviar al director nacional de ventas de Guardian: “Esta es buena”, dice, mientras por el altavoz suena un tono sureño familiar: “Hola…este es Peyton Manning llamando. Entreno a un equipo de fútbol juvenil de octavo grado, y quisiera ordenar algunas Guardian Caps. Siento que es lo correcto”.
Negocio pionero, familiar y hasta hace poco, rentable
Dos cascos de fútbol se cuecen al sol de la tarde encima de una mesa de picnic, uno con una Guardian Cap y el otro desnudo. Los Hanson los colocaron aquí, frente a la entrada de la sede de su empresa en un parque empresarial suburbano al noreste de Atlanta, como demostración práctica de cómo los recubrimientos, a temperaturas de más de 90 grados, pueden ayudar a aislar el casco del calor exterior. Miller dice que las pruebas de la NFL lo corroboran.
Con el logotipo de un ala de ángel en la fachada, el edificio de paredes negras es una instalación de 90,000 pies cuadrados (más de 8,300 metros cuadrados) que Guardian Sports comparte con The Hanson Group. Juntos son una operación familiar en el sentido más literal: de los cerca de 50 empleados que suman ambas partes, 10 son miembros del linaje Hanson, incluidos tres de los ahora cinco hijos y dos yernos de Erin y Lee. Guardian Sports tardó casi una década en ser autosuficiente desde el punto de vista financiero, y aún más en terminar de pagar al Grupo Hanson las siete cifras que costaron las pruebas de laboratorio externas y una compra inicial al por mayor de más de 100,000 capas, algo que ocurrió el año pasado. Pero la bulliciosa escena sugiere que el negocio va bien hoy. En el almacén, imponentes pilas de existencias de Guardian Caps han invadido lo que antes era una zona de ejercicio para los empleados. En el muelle de carga, un camión deja un nuevo suministro de cascos verdes y granates enviadas por vía aérea desde la fábrica de la empresa en Dongguan, China, después de que se agotaran sus existencias de esos colores.