En el Barça se cumple desde hace décadas una máxima curiosa e inalterable: el que gobierna pide unidad, el que está en la oposición, agita el club. En la triste asamblea del sábado en la que acudieron poco más del 15% de los convocados, Laporta pidió una unidad que reclama ahora que gobierna pero que nunca practicó cuando estaba en la oposición, el mismo método que el de todos sus predecesores.
Volvió a constatarse que la asamblea es un órgano decadente desde hace décadas, en el que el poder se monta su propio autohomenaje, con intervenciones de vergüenza ajena y una representatividad propia de una república bananera. Dejémonos de engañar: en la vida del club, la asamblea se ha convertido en una burbuja periodística, un mero trámite hinchado mediáticamente que no genera ningún interés en la masa social, como demuestran los números de asistencia y votación.
En contraste con el teatrillo, el día antes sucedió un hecho extraordinario: Hansi Flick quedó con Xavi y además colgaron la foto en redes sociales. El entrenador del Barça desveló que fue él quien había decidido llamar a su predecesor para intercambiar impresiones, y la trascendencia del gesto es enorme: la foto (es decir, la voluntad calculada de hacerlo público) liquida de golpe el relato del bueno (Flick) contra el malo (Xavi), y sirve para cortar de raíz el típico relato de bandos en el que se había caído desde el entorno y también desde dentro de la institución.
Los elogios a Flick se iban convirtiendo en dardos hacia Xavi, en la típica espiral destructiva cada vez más injusta. Xavi, una vez más, ha demostrado ser generoso y que piensa antes en el Barça que en él mismo: en lugar de caer en la tentación de responder a las desagradables invectivas que le han lanzado desde el club y desde el mismo vestuario, ha preferido guardar silencio, comerse el sapo de las comparaciones y promover la concordia antes que el enfrentamiento. Flick, por su parte, ha sido inteligente y elegante, y ha preferido respetar a Xavi antes que caer en el sectarismo de algunos que lo rodean.
En definitiva, Flick y Xavi han demostrado con esta foto feliz que ellos sí que creen en la unidad del club, y que anteponen el Barça a cualquier otra consideración personal. Es decir, nos han dado una lección a todos los que participamos del entorno blaugrana. Entre una asamblea convertida en un mero instrumento del poder, y una imagen que aglutina fuerzas, despierta ilusión y desmiente sectarismos, no parece que haya color. Se confirma el principio de que, en el Barça, cuanto más cerca estemos del césped, mejor.