Bruselas.-La Unión Europea es invisible en Oriente Medio, aunque se esté jugando en la región el estallido de crisis que pueden ponerla de rodillas.
La división europea, con una Alemania que sigue a pies juntillas el dictado estadounidense, una Italia que con Meloni no termina de encontrar el sitio, una Francia preocupada por su antiguo protectorado libanés y una España que exige ya sanciones comerciales contra Israel, llevan al bloque a no pesar nada en un momento gravísimo en el que las cancillerías temen una guerra generalizada si estallan las hostilidades entre Israel e Irán.
Mientras las tropas israelíes atacan esporádicamente a los cascos azules, la mayoría italianos, franceses y españoles, impotentes ante el fuego cruzado entre Israel y el Hezbollah libanés, la voz de Europa es inaudible. O, como dice el canciller luxemburgués Xavier Bettel, “nadie nos escucha, somos confeti”.
Los europeos se reúnen con los países del Golfo Pérsico este miércoles en Bruselas en la previa de una cumbre europea de dos días centrada en migraciones. Habrá, coinciden las fuentes diplomáticas consultadas, acuerdo para pedir un alto el fuego, más ayuda humanitaria y repetir que la única solución a largo plazo entre Israel y Palestina es la solución de los dos Estados. Nada más. Los 27 se dividen en dos asuntos. El primero es hasta dónde puede llegar Israel en sus represalias contra Hamas y Hezbollah.
Algunos creen que simplemente se está defendiendo. Otros que Israel viola el Derecho Internacional Humanitario bombardeando a civiles. Mientras Alemania anuncia que reanuda el envío de armas a Israel, Francia y España piden que nadie más las envíe. El español Pedro Sánchez, apoyado por irlandeses y belgas, cree que es hora de poner sobre la mesa la suspensión del acuerdo comercial entre la Unión Europea e Israel.
Europa pesa en Ucrania porque, salvo en el caso de la Hungría del ultranacionalista Viktor Orban, está unida en su apoyo a Kiev. Porque es europea la mayor parte de la plata que evitó que Ucrania fuera ya al default y porque son europeas al menos la mitad de las armas que han permitido a los ucranianos resistir la presión rusa, cada vez mayor. Pero Europa arrastra los pies. La última gira europea del presidente Volodimir Zelenski acabó con malas caras. Las promesas de hace meses no se cumplen, las armas llegan tarde y en menor cantidad.
Si estalla una guerra generalizada en Oriente Medio, con dos potencias regionales como Israel e Irán en la conflagración, los europeos pueden ver otra llegada masiva de migrantes justo cuando la ultraderecha lleva años calentando el ambiente contra ellos. También otra crisis energética, ahora que consiguió volver a controlar la inflación por debajo del 2% anual. De las últimas guerras en Oriente Medio surgieron las semillas que acabaron en atentados terroristas en Madrid, París, Bruselas o Londres.
Un diplomático europeo explicó el martes que “uno de los objetivos de la cumbre con el Consejo de Cooperación del Golfo es evitar una conflagración general”. Son palabras, porque de esa reunión del miércoles no saldrá más que un comunicado. Si es que sale, porque al cierre de esta nota seguía negociándose una declaración común que todavía estaba lejos.
Decía Bettel el lunes que “cada vez es más difícil ponerse de acuerdo sobre lo que es aceptable y lo que no”, después de que algunos de sus homólogos se negaran a condenar a Israel por haber atacado a soldados europeos de la misión de Naciones Unidas en Líbano. El veterano Josep Borrell, canciller del bloque hasta el 30 de noviembre, cuando ceda el testigo a la ex primera ministra estona Kaja Kallas, cuyas prioridades primera, segunda y tercera son Rusia, Rusia y Rusia, intentaba esta semana poner de acuerdo a los cancilleres.
El diplomático había dicho en Nueva York el pasado 27 de septiembre: “El poder es cuestión de recursos. Pero también es una cuestión de determinación. Y la determinación es ante todo la expresión de un instinto: el instinto de poder. El instinto de poder nace de un sentimiento de peligro, de amenaza y de miedo. Mientras el peligro es real y la amenaza no se materializa, el poder sigue siendo más o menos un concepto abstracto. Pero cuando empiezas a sentir el calor, las cosas cambian. Sólo se empieza a pensar en términos de poder duro cuando se siente el calor, no antes”. Europa todavía no siente ese peligro.Clarín.