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La comida en el espacio sabe mal y la ciencia quiere resolverlo

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Un filete en el espacio no sabe igual que uno en la Tierra, aunque su preparación sea la misma. Décadas de viajes espaciales han confirmado que los astronautas están atados a que sus alimentos sepan, en el mejor de los casos, insípidos. La ciencia no sabe con precisión a qué se debe el fenómeno, pero tiene algunas teorías al respecto. Hay científicos en todo el mundo que intentan solucionar este inconveniente. La comprensión de los sentidos del olfato y gusto en escenarios de microgravedad es fundamental para mejorar la experiencia en las próximas misiones a la Luna y Marte.

La comida en el espacio sabe igual a como sabe cualquier cosa cuando uno tiene la nariz congestionada. La NASA explica que el fenómeno está relacionado con la acumulación de fluidos en la cabeza, principalmente en la nariz, por la microgravedad. Los líquidos del cuerpo se desplazan desde las partes inferiores a la superiores. Las fosas nasales de los astronautas se saturan como en una gripa. Esta dinámica dentro de la anatomía humana también es responsable de las caras hinchadas de la tripulación durante los primeros días en el espacio.

Las papilas gustativas son el receptáculo que distingue los sabores básicos de cualquier alimento. Sin embargo, la percepción e intensidad del sabor están casi en su totalidad determinadas por el aroma que desprenda la comida. El olor es esencialmente un proceso químico. Las moléculas aromáticas que emanan de la comida llegan mucho antes a las células receptoras de la nariz. En consecuencia, el cerebro recibe una dimensión sensorial proveniente del olfato que no puede ofrecer la lengua. La congestión nasal por microgravedad puede explicar la ausencia de sabor en la comida espacial.


Fotografía de un pez Medaka, tomada con un microscopio de fluorescencia de lámina de luz láser.

La ciencia espacial está repleta de experimentos con peces en condiciones de ingravidez ¿Por qué?


Las perspectivas psicológicas también son tomadas en cuenta para explicar la pérdida del gusto y olfato. Sentimientos profundos de soledad y aislamiento son factores que pueden influir en la forma en que las personas perciben el sabor. En el caso de los astronautas, no puede ignorarse el hecho de que son un grupo policultural encerrado en un espacio reducido, sujeto a estrés constante.

¿Qué se hace para mitigar el fenómeno?

La NASA se esfuerza constantemente por mejorar la experiencia de la alimentación en el espacio. El concepto de la pasta nutricional con sabores artificiales quedó atrás hace décadas. En la actualidad, los astronautas pueden elegir sus comidas favoritas para acompañarlos en sus misiones espaciales. Siempre y cuando no requieran cocción o sean voluminosos, los alimentos se sellan al vacío y se sirven directamente desde el envase. Por ello, es posible encontrar tortillas flotantes, nachos con queso e incluso camarones espaciales.

Parece haber una tendencia en la falta de sabor de los alimentos en el espacio. Mientras lo dulce conserva su dimensión sensorial, los sabores picantes o salados la pierden. Para abordar este fenómeno, la NASA incluye muchas especias en la despensa, salsas extras, e incluso diseña genéticamente plantas cuyos frutos tengan sabores más intensos.



Paralelamente se llevan a cabo estudios sobre los aromas comunes en los alimentos con el objetivo de mejorar la comida espacial. El Instituto Real de Tecnología de Melbourne recientemente publicó un estudio sobre la percepción de los olores en un escenario simulado a bordo de la Estación Espacial Internacional. Según sus resultados, los olores a vainilla y almendra se perciben como más intensos cuando se simula un estado de reclusión durante una misión espacial.

El reporte publicado en International Journal of Food Science and Technology tiene una perspectiva entusiasta. Más allá del descubrimiento del olor a vainilla, el trabajo revela que los entornos controlados de realidad virtual pueden ser escenarios objetivos para estudiar la disminución de los sentidos en el espacio.

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