A falta de la gran final entre España e Inglaterra, esta edición de la Eurocopa llega a su fin después de 50 partidos que no han dejado grandes momentos para el recuerdo. Con la excepción de España y de algunos muy buenos ratos de Austria, los seleccionadores han apostado por un juego prudente y físico, lo que se ha traducido en partidos muy tácticos en los que se priorizaba no cometer errores. Francia, Portugal e Inglaterra (a la espera de la final) son selecciones con un enorme talento que no han sabido plasmar en un juego colectivo atractivo. Si el fútbol de clubes al más alto nivel ofrece un gran espectáculo, el de selecciones suele ser trabado y feo.
2,28 goles por partido. Los datos no dejan tan mal parada a esta Eurocopa, sin embargo. Sobre 50 partidos, tiene una media de 2,28 goles por encuentro, por encima de 1988 (2,27), 1992 (2,13), 1996 (2,06) y 2016 (2,12), aunque lejos de los 2,78 de la edición de 2020 o los 2,74 de la del 2000. Las estadísticas oficiales de la UEFA indican que la mayoría de los goles se han marcado en las segundas partes y a partir del minuto 60. Doce goles llegaron más allá del minuto 90, más que en el último cuarto de hora de la primera parte. La conclusión es obvia: cuando el físico decae y el partido entra en la fase decisiva, se toman más riesgos y los caminos hacia la portería se multiplican.
El ocaso del nueve. Es una tendencia sobre la que los estudiosos del fútbol debaten desde hace tiempo. ¿Está en declive la figura del delantero centro goleador, del depredador del área que concentra todo el caudal ofensivo de su equipo? Seis jugadores comparten el pichichi con tres goles a falta de jugarse la final (Olmo, Kane, Schranz, Gakpo, Musiala y Mikautadze), de los cuales solo el inglés y el georgiano son delanteros centros clásicos. El nueve del mejor equipo del campeonato (Morata) solo ha marcado un gol y no ha tenido peso ofensivo en el equipo. Cristiano Ronaldo, Lewandowski, Højlund, Lukaku, Vlahović o Šeško han tenido un torneo aciago de cara a puerta.
Un mayor repertorio
Lo cierto es que al nueve cada vez se le pide un mayor repertorio, aunque marque menos goles. Con un juego ofensivo claramente basado en los extremos, España ha creado más peligro con los centrocampistas llegadores (Olmo, Fabián, Merino) que con su nueve. Musiala, Wirtz, Mbappé, Lamine Yamal, Bellingham, Gakpo, Güler… los caminos al gol se diversifican con jugadores que no están en el área, sino que llegan. A cambio, el nueve es la primera línea defensiva en la presión adelantada y baja a recibir para pivotear y distribuir. Esta diversificación explica, por ejemplo, el ruido que rodea a Morata, tan criticado por tantos aficionados y en cambio tan valioso para el seleccionador y sus compañeros. También explica la sensación que tiene la crítica de que Ronaldo ha condicionado para mal el juego de una selección portuguesa, muy decepcionante. Ronaldo ni cuerpea ni pivotea, pero tampoco remata como antes. El juego portugués, rebosante de talento, consistía en llevar balones al área, donde su depredador ha perdido colmillo. Eso sí, para sus aficionados sigue siendo Dios.
¿Cambio de guardia en el firmamento? ¿Quién ha sido la estrella de la Eurocopa? Resultadistas como somos, de cómo termine la final dependerá mucho la respuesta a esta pregunta. Aun así, hay algunas certezas, como que jóvenes ya conocidos (Musiala, Bellingham) u otros que han irrumpido (Lamine Yamal, Güler, Nico) se preparan para disputarse el cetro. El impacto de Lamine Yamal ha sido espectacular, pero el ascendente en el juego de Alemania e Inglaterra de Musiala y Bellingham no es nada desdeñable. No ha sido el torneo de Mbappé, ni tampoco de jugadores dominantes en los últimos años (De Bruyne, Bernardo Silva, Griezmann…) que encaran otra fase de sus carreras.
España, la mejor. La final dictará sentencia en términos de palmarés, pero en juego, sensaciones y victorias, la selección española ha sido la mejor del torneo. De todas las estadísticas, yo me quedo con dos: es la máxima goleadora (13 goles) y la que más balones ha recuperado (255). Y mi favorita: es la tercera selección, tras Eslovenia y Turquía, en entradas a jugadores del adversario. Ataque y defensa, juego y sacrificio, toque y verticalidad. La España del piedra, papel y tijera.