No suelo jugar a juegos para móvil, aunque de vez en cuando le doy una oportunidad. Una serie de factores, como la avaricia que caracteriza al 99% de los títulos, el tosco esquema de control y la inevitable degradación de las experiencias de gran formato, me hacen rehuir los títulos para iOS y Android, si no como la peste, al menos como la gripe. Te contagias de vez en cuando, y ahora ha vuelto a ser el momento.
He vuelto a sumergirme en el mundo de los juegos para móvil, más concretamente en la última creación de la finlandesa Supercell (anteriormente detrás de Clash of Clans y Brawl Stars, entre otros) Squad Busters, e inmediatamente he recordado por qué analogías como la gripe me resultan tan cercanas cuando pienso en juegos para móvil. Desde el principio, la atmósfera febrilmente soñadora de falsa benevolencia es palpable. Regalos, dinero, confeti, visitas, fanfarrias y vítores llueven sobre mí como si cumpliera diez años y lo celebraran a lo grande. Pero tengo 32 años, estoy cansado y malhumorado, y soy un jugador hastiado. Creo que sé lo que pasa aquí. Al mismo tiempo, ¿quién no quiere celebrarlo durante un rato, por muy genuina que sea la celebración?
Con mis recién adquiridos regalos en la mano, compro mi primera clase, un puñado de bárbaros, y con ellos me embarco en mis primeras partidas. En resumen, tengo que moverme por un pequeño mapa a vista de pájaro y encontrar el mayor número de gemas antes de que acabe el cronómetro de cuatro minutos. Entonces gano. Sin embargo, entre mi escuadrón y la victoria hay otros nueve equipos que luchan exactamente por lo mismo. El truco está en construir y equilibrar rápidamente tu equipo durante la partida. Cada segundo y cada elección importan. Masacro a los enemigos desplegados colocándome junto a ellos -así es como atacan automáticamente mis personajes- y con el dinero que sueltan, encuentro el camino a los cofres donde se seleccionan los nuevos miembros del equipo.
Al abrir los cofres, es importante prestar atención a los puntos débiles del equipo. ¿Mi equipo recibe demasiado poco daño? Cubre el hueco con un bárbaro más. ¿Necesito más dinero rápido? Elige un goblin. ¿Defensa? El Primo luchador. ¿Velocidad? El pollo. Y así sucesivamente. Poco a poco, se van añadiendo clases cada vez más complejas al amplio conjunto de personajes, y pronto hay muchas opciones para adaptar tu Escuadrón a tus gustos, necesidades y preferencias. Una vez que he acumulado suficiente capacidad y confianza, paso al centro de la arena y lucho por el gran cofre y me enfrento a otros equipos. Entre combate y combate, desbloqueo nuevas clases y mejoro las existentes, o invierto en bombas y hechizos que puedo lanzar con un chasquido de dedos en situaciones de combate ajustadas.
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La curva de aprendizaje es razonablemente empinada y consigue atraparme de una forma (casi analítica de mercado) suave, donde las recompensas continuas y el “aprender haciendo” triunfan sobre los lentos cuadros de texto y los mensajes informativos. A pesar de no saber lo que hago al principio, el diseño sencillo y los innumerables cofres y listas de control me incitan a continuar. En resumidas cuentas, la jugabilidad no es demasiado para colgar del árbol, per se. Squad Busters es un autobatallero relativamente repetitivo, con un diseño y unos iconos demasiado toscos para leerlos correctamente en el fragor de la batalla, pero al mismo tiempo resulta excitante por su sencillez y su velocidad de alta intensidad.
Sobre todo, hace cosquillas de dopamina cuando gano, por supuesto, y los cofres se acumulan en una pila. Y gano. Todo el tiempo. Al menos en mis primeras cinco o seis batallas. Pero como jugadora de 32 años, cansada y malhumorada, entiendo perfectamente a lo que me someten cuando quedo última en la séptima partida después de seis victorias seguidas. Lo que pasó antes no fue real. Lo más probable es que haya tocado fondo, y las derrotas y la ahora repentina falta de regalos, confeti, ataúdes, vítores y visitas están creando un agujero de análisis de mercado en mi alma.
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Este vacío es la constatación de que no sólo tus padres habían comprado a tus amigos para que vinieran a la fiesta, sino que también habían comprado los regalos que tus amigos te hicieron. Aunque nada de eso fuera real, aún quedan fragmentos de ese sentimiento de felicidad en ti, y si quiero recuperar esa sensación de éxito y honor y disfrutar más de las cosas buenas, como escuadrones más grandes y mejores, más clases, hechizos y victorias en partidos, entonces sólo tengo que soltar la pasta. Cosa que, por supuesto, no hago.
No, a medida que las victorias son cada vez menos, el medidor de pases de batalla empieza a ir más lento y pasa cada vez más tiempo entre las recompensas reales, se hace -aún más- evidente cómo Squad Busters está construido desde cero con las microtransacciones en mente. Ya sea envuelto en un entorno y un diseño de personajes anónimos, pero simpáticos y coloridos, y en una música pegadiza. Es codicioso a más no poder, y siento que sólo quiero devolver todos los paquetes, regalos y obsequios para obtener en su lugar una experiencia realmente genuina. Porque detrás de toda la falsa benevolencia, hay una jugabilidad sencilla, inteligente y encantadora que me ha entretenido durante un par de noches seguidas, y que muy bien podría haber seguido haciéndolo en duelos cortos durante algún tiempo. Pero no en estos términos. Esto es una absoluta locura.