Una nueva esperanza para el diagnóstico precoz del autismo llega hoy de los laboratorios de la Universidad China de Hong Kong. Los científicos han descubierto diferencias en la composición del microbioma intestinal de las personas con autismo. El descubrimiento, publicado en Nature Microbiology, abre la puerta al desarrollo de una prueba fácil y barata para recibir más rápidamente el diagnóstico y, en consecuencia, el apoyo necesario.
Causas de autismo
En las últimas décadas, las personas con autismo han aumentado debido en gran parte a la mayor concienciación y a la ampliación de las pruebas disponibles para diagnosticar esta enfermedad. Según los expertos, entre el 60 y el 90% de los trastornos del espectro autista tienen su origen en la genética, aunque otros factores como la edad de los padres, las complicaciones en el parto y la exposición a la contaminación atmosférica o a determinados pesticidas durante el embarazo. Sin embargo, cada vez hay más pruebas en la literatura que apuntan a una relación entre la alteración de la composición del microbioma intestinal y el autismo, aunque la razón de esta asociación, es decir, si se debe de alguna manera a la afección o contribuye realmente a la aparición del trastorno, sigue siendo objeto de debate. “Normalmente se tarda entre tres y cuatro años en confirmar el diagnóstico de sospecha de autismo, y la mayoría de los niños son diagnosticados a los seis años”, explica Qi Su, de la Universidad China de Hong Kong. “Nuestra prueba de biomarcadores del microbioma da buenos resultados en niños menores de cuatro años, lo que puede ayudar a facilitar el diagnóstico precoz”.
Autismo y microbioma
Hasta ahora, las investigaciones se habían centrado exclusivamente en las diferencias bacterianas. En el nuevo estudio, sin embargo, los científicos secuenciaron muestras fecales de 1,627 niños de entre 1 y 13 años, con o sin diagnóstico de autismo, examinando todo el microbioma intestinal. A partir del análisis posterior, el equipo descubrió algunas diferencias claras en los microbiomas de los niños con autismo. En concreto, descubrieron que 51 bacterias, 18 virus, 14 arqueas, 7 hongos y una docena de vías metabólicas estaban alteradas en comparación con los niños sin la enfermedad. Combinando todos los datos y utilizando después el aprendizaje automático, los científicos desarrollaron una prueba que, con base en 31 marcadores, era capaz de identificar a los niños con autismo con una precisión del 79% al 88%, dependiendo del grupo de edad. “Aunque los factores genéticos desempeñan un papel sustancial en el autismo, el microbioma podría actuar como factor contribuyente al modular las respuestas inmunitarias, la producción de neurotransmisores y las vías metabólicas”, comentó Su. “Esto no implica necesariamente causalidad, pero sugiere que el microbioma podría influir en la gravedad o la expresión de los síntomas del espectro autista“.
Una nueva prueba
Si se confirman los resultados del nuevo estudio, podrían allanar el camino para intervenciones personalizadas mediante la dieta o las bacterias, conocidas como probióticos para establecer un microbioma más diverso en las personas diagnosticadas de autismo. “En última instancia, este estudio aumenta las posibilidades de desarrollar herramientas de diagnóstico y estrategias terapéuticas más eficaces y no invasivas para el autismo”, sostiene Su. Según cuenta a The Guardian Dominic Farsi, del King’s College de Londres, los hallazgos podrían tener “un gran potencial” en la práctica diagnóstica, y añade que aún es necesario seguir investigando para confirmar estos datos. “No obstante, los resultados podrían representar un gran paso hacia la mejora de los métodos de diagnóstico del trastorno del espectro autista”, concluyó el experto.
Artículo publicado originalmente en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.