El mecanismo de Anticitera es un modelo computacional que no deja de almacenar enigmas en su constitución analógica. Científicos de múltiples áreas lo han estudiado durante más de un siglo. Existe un límite claro en la comprensión de la complejidad del artilugio: su notable falta de piezas y documentación al respecto. Sin embargo, en 2024 la indeterminación de un objeto no es una barrera para estudiar su naturaleza. Ya han surgido técnicas de probabilidad compleja en la última década con resultados exitosos. Dos astrofísicos de la Universidad de Glasgow emplearon su experiencia en el estudio de ondas gravitacionales en el universo para develar algunos misterios en torno a este mecanismo que data del siglo II a. C.
Por consenso, el mecanismo de Anticitera se considera una máquina astronómica. Los diseñadores de la computadora la utilizaron para predecir eclipses, demostrar los ciclos planetarios, planificar las fases lunares, mostrar el curso de las estaciones y determinar en qué fecha se celebrarían los juegos olímpicos. Lo que ahora calcula un microchip de silicio, en la antigüedad se ejecutó con tornillos, ruedas y engranajes.
Recientemente, el artilugio fue sometido a un extenso análisis de rayos X para revelar microdetalles que pasan desapercibidos a simple vista. Durante el estudio, se encontraron agujeros vinculados a anillos de información. Debido a la naturaleza análoga del mecanismo, es necesario que cada pieza del mecanismo esté conectada entre sí, como un reloj de cuerda. Debajo del anillo de calendario de Anticitera, hay perforaciones artificiales que sugieren la existencia de más fuentes de información.
El anillo de calendario está roto, y no es posible saber cuántos agujeros en total contenía. La información exacta sobre el número de perforaciones es fundamental para determinar la clase de anillo que seguía y, por tanto, el tipo de información que podía predecir el mecanismo de Anticitera. El estudio de rayos X realizado en 2020 arrojó un aproximado de entre 347 y 367 agujeros. Los historiadores debían encontrar escalas cronológicas o astronómicas que coincidieran dentro del rango estimado.
Aunque el rango es pequeño, hay dos hipótesis importantes que caben en la cantidad de perforaciones sugerida: el anillo que seguía pudo dictar el calendario lunar o el calendario usado en Egipto. El estudio se inclinaba por la posibilidad de la información lunar. Sin embargo, cualquier inclinación entraba en el terreno de la especulación.
La probabilidad avanzada: del universo al mecanismo
Los científicos Graham Woan y Joseph Bailey decidieron aportar sus conocimientos en astrofísica a los estudios sobre el mecanismo de Anticitera. Utilizaron técnicas de modelado estadístico empleadas en el análisis de ondas gravitacionales para establecer el número probable de agujeros en el anillo roto. Woan utilizó el análisis bayesiano, que calcula la incertidumbre de una hipótesis a partir de la evidencia disponible (usualmente incompleta). Bailey, por su parte, aplicó los métodos de Montecarlo basados en cadenas de Markov para obtener una muestra de la distribución. Ambos sistemas se usan para determinar si las ondulaciones del tejido espacio-tiempo, supuestamente causadas por un violento choque cósmico, son reales.
La combinación de estos métodos estadísticos avanzados reveló que debieron ser 355 agujeros en un círculo de radio de 77 milímetros. Por lo tanto, la teoría del calendario lunar gana sustento. «Esperamos que nuestros hallazgos sobre el mecanismo, aunque menos espectaculares que los realizados por Indiana Jones, ayuden a profundizar nuestra comprensión de cómo los griegos fabricaron y utilizaron este notable dispositivo», mencionó el profesor Woan.