Investigadores del Servicio Antártico Británico (BAS, por sus siglas en inglés) han identificado por primera vez las características de un proceso que está acelerando el deshielo en la Antártida. El hallazgo sugiere que los cálculos actuales sobre el aumento del nivel del mar podrían subestimar el alcance del problema y los efectos del cambio climático.
Los científicos desarrollaron un nuevo modelo de observación que describe la interacción entre el agua del océano que se filtra en las capas de hielo, el derretimiento provocado por este fenómeno y los cambios resultantes en la forma y estructura de las masas heladas. El estudio se enfocó en la región ubicada debajo de las placas polares conocida como zona de conexión, lugar en donde el hielo terrestre se encuentra con el mar.
El deshielo en la Antártida y el aumento del nivel del mar
Esta investigación encontró que el agua marina cálida se filtra a través de grietas y canales en la base de la capa de hielo, lo que provoca que se derrita desde abajo. Esto genera nuevas cavidades que debilitan su estructura. El líquido resultante del deshielo actúa como un lubricante entre las placas congeladas y la zona de conexión, que reduce la fricción y facilita el deslizamiento del hielo hacia el océano. En consecuencia, el proceso de derretimiento se acelera, aumentando la temperatura y el nivel del mar. Los glaciares más vulnerables frente a este mecanismo son los ubicados en la Antártida Oriental.
“Descubrimos que el derretimiento de la zona de conexión muestra un comportamiento similar al de un ‘punto de inflexión’. Un cambio muy pequeño en la temperatura del océano puede causar un aumento muy grande en el derretimiento de dicha región, lo que llevaría a un cambio muy grande en el flujo del hielo. Esto significa que nuestras proyecciones del aumento del nivel del mar podrían ser subestimaciones significativas”, advirtió Alex Bradley, investigador de dinámica del hielo en el BAS y autor principal del artículo publicado en la revista Nature Geoscience.
El BAS define los puntos de inflexión como umbrales críticos que cuando se superan obligan a los sistemas a reorganizarse de manera sostenible y de forma irreversible. “Una vez que se sobrepasen estos límites comenzarán a producirse cambios importantes en la Antártida con impactos sobre el nivel del mar y el clima global. Estas modificaciones tendrán consecuencias para los ecosistemas, incluidos algunos servicios ecosistémicos como la pesca y la regulación del carbono”, alerta.
La forma de deshielo caracterizada por el equipo de Bradley no ha sido considerado en los modelos predictivos utilizados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Los autores aseguran que sus conclusiones podrían explicar por qué las capas de hielo de la Antártida y Groenlandia parecen estar desapareciendo más rápido de lo esperado. Apuntan que sus resultados podría mejorar la precisión de las proyecciones sobre cómo cambiará el mundo con el calentamiento global y cuánto tendrán que adaptarse las áreas costeras.
“Aquí falta física que no está en nuestros modelos actuales sobre las capas de hielo. Las metodologías de modelado existentes no tienen la capacidad de simular el derretimiento debajo del hielo en tierra. Estamos trabajando para incorporar estos datos”, adelanta Bradley.
La Organización Meteorológica Mundial calcula que más del 90% de los océanos a nivel mundial experimentaron olas de calor en algún momento del año pasado. Diversos hábitats y sistemas alimentarios vitales se vieron deteriorados. Los efectos fueron especialmente visibles en el conjunto global de glaciares de referencia. El grupo padeció la mayor pérdida de hielo nunca antes certificada desde 1950. “La extensión del hielo marino antártico fue la más baja jamás registrada, con una extensión máxima al final del invierno de un millón de kilómetros cuadrados por debajo del récord del año anterior”, señala el organismo.
Los expertos advierten que la tendencia acelerará el incremento del nivel del mar, fenómeno que ha sido considerado como un grave peligro para la humanidad. El informe ‘Un nuevo clima para la paz’, comisionado por miembros del G7, describe el aumento de la elevación de los océanos como “una amenaza para la viabilidad económica y física de las zonas bajas, ya que los recursos terrestres y costeros se pierden gradualmente. Esto puede conducir al malestar social, el desplazamiento y la migración, así como a desacuerdos sobre las fronteras marítimas y los recursos oceánicos”.