Científicos del Colegio Universitario de Londres (UCL, por sus siglas en inglés) han determinado que la estructura y función de los riñones se dañaría de manera permanente durante un viaje de ida y vuelta a Marte. Los hallazgos se dan a conocer en un momento en el que las agencias espaciales de todo el mundo han redoblado sus esfuerzos para llevar a la humanidad al planeta rojo.
La investigación publicada en la revista Nature Communications es considerada como el mayor análisis sobre la salud renal durante los vuelos espaciales. La comunidad científica ha estudiado los efectos en la salud que tienen las exploraciones al cosmos desde la década de 1970. En los años posteriores al primer alunizaje, ha identificado afecciones como la pérdida de masa ósea, debilitamiento de las funciones cardíacas, problemas visuales y el desarrollo de cálculos renales.
La investigación del UCL explica que “se cree que muchos de estos padecimientos surgen por la exposición a la radiación cósmica galáctica (GCR, por sus siglas en inglés) en el espacio profundo. La mayoría de las misiones espaciales tripuladas se realizan en órbita terrestre baja, con lo que los viajeros reciben protección parcial del campo magnético de la Tierra. Sólo las 24 personas que han viajado a la Luna han estado expuestas a la GCR sin paliativos y sólo durante un corto tiempo de entre 6 y 12 días”. Hasta ahora, no se había explorado lo que ocurre en los riñones y otros órganos en expediciones más largas y a mayor distancia de la magnetosfera terrestre.
“Sabemos lo que les ha sucedido a los astronautas en las misiones espaciales relativamente cortas realizadas hasta ahora. Hemos identificado un aumento en algunos problemas de salud. Lo que no sabemos es por qué ocurren estas anomalías, ni qué les sucederá a los astronautas en vuelos más largos como la misión propuesta a Marte”, advierte Keith Siew, especialista del Departamento de Medicina Renal del UCL y principal autor del trabajo.
El equipo realizó diversas evaluaciones biomoleculares, fisiológicas y anatómicas para averiguarlo. Utilizó muestras recolectadas de más de 40 misiones en órbita terrestre baja en las que han participado humanos y ratones. La mayor parte de información estudiada provino de proyectos realizados en la Estación Espacial Internacional. También se incluyeron los datos obtenidos de 11 simulaciones con roedores. En siete de estos ensayos, los animales fueron expuestos a dosis de GCR equivalentes a las que se obtendrían en vuelos espaciales a Marte de 1.5 y 2.5 años de duración.
Los viajes a Marte suponen un alto riesgo para la salud renal
Los resultados determinaron que tanto los riñones humanos como los animales sufren alteraciones estructurales y funcionales tras exponerse a estas condiciones. En concreto, los túbulos renales, que son las estructuras encargadas de equilibrar el calcio y la sal, se contraen después de que los organismos pasan menos de un mes en el espacio. Los autores sugieren que el fenómeno es provocado por la microgravedad y no por la GCR como se pensaba anteriormente. Señalan que es necesario ampliar el estudio para definir cómo estos dos factores pueden acelerar o empeorar los daños renales.
El consenso científico asumía en el pasado que el desarrollo de cálculos renales en astronautas se debía únicamente a la pérdida ósea inducida por la microgravedad, que conduce a una mayor concentración de calcio en la orina. Las conclusiones del nuevo estudio señalan que los vuelos espaciales alteran la forma en que los riñones procesan las sales y que probablemente esta sea la principal causa de la formación de dichos nefrolitos.
“Quizás el hallazgo más alarmante, al menos para cualquier astronauta que esté considerando un viaje de ida y vuelta de tres años a Marte, es que los riñones de ratones expuestos a radiación que simulaba GCR durante dos años y medio experimentaron daños permanentes y pérdida de función”, advierten los autores.
Los investigadores anotan que sus conclusiones ponen sobre la mesa nuevos aspectos que deben ser considerados en los planes y estrategias que buscan llevar al hombre al planeta rojo. “Si bien un astronauta podría llegar a Marte, también podría necesitar diálisis en el camino de regreso. Sabemos que los riñones tardan en mostrar signos de daño por radiación. Cuando esto se haga evidente, probablemente sea demasiado tarde y supone un obstáculo alrededor de las posibilidades de éxito de la misión”.
Stephen B. Walsh, coautor del estudio y científico del Departamento de Medicina Renal del UCL, dice que a medida que el estudio de la biología renal se extienda será posible desarrollar soluciones tecnológicas y farmacéuticas para facilitar los viajes espaciales prolongados. Añade que “cualquier medicamento desarrollado para los astronautas también puede ser beneficioso aquí en la Tierra. Estos fármacos, por ejemplo, podrían dotar de mayor resistencia a los riñones de los pacientes con cáncer que se exponen a dosis altas de radioterapia”.