Gareth Southgate es el primer seleccionador inglés que enlaza ocho partidos consecutivos sin perder en la Eurocopa. Supera los siete de Roy Hodgson, entre 2012 y 2016 (racha interrumpida tras la derrota contra Islandia en Niza).
El técnico británico se juega el cargo después de casi ocho años, sin ningún título conquistado y el disgusto de una final perdida en Wembley. “Si no ganamos, probablemente no seguiré aquí. Tal vez sea, entonces, mi última oportunidad”, se sinceró el entrenador inglés al diario alemán Bild. Lleva cerca de ocho años en el cargo, y defiende que Inglaterra se acerca a la gloria. Demasiado lentamente. Asume, sin embargo, que no puede seguir pidiendo más tiempo.
Es un asunto ya de rubor personal. Cada vez que ha acudido a la sede de la FA ha aparecido con las manos vacías y nadie le ha pedido explicaciones. La paciencia en los despachos se agota. “Nos sentaremos después del torneo y hablaremos de todo. Cualquier organización tiene un plan de sucesión para sus principales empleados”, adelantó Mark Bullingham, director ejecutivo de la federación británica.
Southgate ha dirigido a la selección en cinco torneos. Su bagaje, además de la final perdida, consigna la semifinal y el cuarto puesto posterior del Mundial de Rusia, los cuartos de final del de Qatar 2022 y el descenso a la categoría B en la tercera edición de la Liga de Naciones de 2023. Sólo Didier Deschamps ha envejecido tanto tiempo en el banquillo de Francia, y puede presumir de un Mundial (2018) y la final perdida ante Argentina por penaltis en 2022.
Para disparar la última bala, Southgate ha alistado a valientes reclutas en una lista que tampoco ha sido muy discutida para la polémica que habría podido despertar. Uno de esos novatos, Adam Wharton, se quedó a cuadros al recibir la noticia de su convocatoria. “Fue una sensación surrealista”, confesó, ya convocado, y aún por debutar.
Wharton agonizaba por salvar del descenso al Blackburn Rovers, de la Championship, y el Crystal Palace lo fichó el último día del mercado de enero. Es el caso más extremo de la colección de neófitos y futbolistas de segunda fila: Lewis Dunk, el capitán del Brighton, ha reaparecido cinco años después del debut, y suma seis internacionalidades; Ezri Konsa, el defensa del Aston Villa, solo tres, y Marc Guehi, otro componente del Crystal Palace, diez.