– ¿Cómo tomaste el dictamen de la Fiscalía sobre tu expulsión del Senado?
-Como una señal que alienta y mantiene la esperanza, porque muestra que no todo está perdido, que hay resistencia ante el avasallamiento y el atropello, que son hoy la práctica hegemónica en nuestra política. Pero también hay que señalar que aquí no se trata de nombres ni de personas. Creo que necesitamos ver más allá de mi caso particular y hacernos una gran pregunta todos los ciudadanos de bien en Paraguay: ¿Queremos un Estado de Derecho o queremos la ley de la selva? ¿Queremos que prevalezca ese gran pacto social que es nuestra Constitución, o aceptaremos sumisos el pisoteo de nuestra frágil democracia y la destrucción de la política y el imperio de los códigos de la mafia?
-Si la Corte Suprema falla a favor de su reposición y el pleno del Senado se niega, ¿qué va a hacer?
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– Aquí hay dos aspectos. Desde el punto de vista jurídico, queda la instancia de recurrir a la Corte Interamericana, aunque sabemos que maneja plazos muy distintos a lo que la necesidad de una reposición en el cargo requiere. Desde el punto de vista político, lo terrible de esta situación es que estemos discutiendo cuestiones como éstas, mientras se supone que estamos dentro de un régimen democrático; es decir, ¿tenemos que llegar al punto de consultar qué podrá hacerse si la Corte Suprema de Justicia declara inconstitucional una resolución y no se respeta su decisión? ¿Esta es la realidad con la que vamos a lidiar en este y en otros casos, en los cuatro años que le quedan a este gobierno (de Santiago Peña? ¿Asumimos como algo razonablemente posible el desastre institucional y la ruptura del marco constitucional? Todo es muy grave.
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– Los cartistas sacaron de la galera que su caso es un “asunto político no justiciable” para adelantar el desacato ¿Qué opina?
– Esto demuestra la concepción del Estado que tiene el cartismo: para ellos, se reduce todo a un cavernario ejercicio de fuerza a partir de una mayoría coyuntural. No existen reglas, no existen límites, cuando la política se concibe como mero avasallamiento e imposición al margen de las leyes y los principios de una República. Estas acciones equivalen a decir: “El Estado soy yo”, como si Paraguay fuera una monarquía, con un rey gobernando desde su palacio en la Avda. España. Un Poder Ejecutivo sometido a su voluntad, ni hablemos de la rendición total del Poder Legislativo a los caprichos y las amenazas y presiones impunes al Poder Judicial. La democracia exige ante todo la limitación del ejercicio del poder. Si el Congreso decide simplemente reducir a una cuestión política el pisoteo a la Constitución Nacional, no estamos camino al autoritarismo: ya vivimos en él.
– Con el Senado sometido al cartismo, ¿qué futuro le espera a nuestra democracia?
– Ningún futuro. La democracia tal y como la concebimos evolucionó en Paraguay hacia lo que podríamos ya calificar como una dictadura blanda, puesto que comparte elementos característicos de un gobierno autoritario, con cierto nivel de “participación” cívica tutelada y puramente formal. Vivimos una democracia de papel. Una cáscara sin contenido ni resultados.
– ¿Si el cartismo te presenta una propuesta a cambio de tu conducta política para condicionar tu retorno, aceptarías?
– De ninguna manera. Resignar la lucha a cambio de un simple cargo, canjear toda la historia de resistencia y conquistas al lado de la ciudadanía por una investidura que hoy algunos personajes dóciles y sometidos se encargaron de degradar hasta el escándalo, no me moviliza. A mí me moviliza una pasión innegociable por respirar aires de cambio en el Paraguay, pero no cambios vacíos, no simples cambios de color en el gobierno: me moviliza el cambio de fondo, donde el paraguayo compruebe él mismo que todo va para mejor, que puede tener una vida digna, un salario decente, que deje de sufrir y ser humillado en los hospitales y que pueda ver a su hijo progresar a partir de una educación de calidad. Por esto es que lucho y por esto es que molesto. Mi voz y la voz de más de cien mil compatriotas no están a la venta.
– Del tema que la acusaban, ¿hubo algún proceso judicial o todo fue una excusa?
– Sabemos que todo fue un pretexto, y hoy, a la distancia, queda todavía más en evidencia. El mentado “juicio” al que fui sometida, sin derecho a la defensa, diciendo algunos que debía darme por notificada revisando el documento por Twitter, es la muestra clara e inequívoca de que han orquestado un juicio a medida, con un libelo acusatorio cuyos argumentos no resistían ningún análisis serio. Ese montaje escuálido y miserable fue refutado en su momento punto por punto.
– Todos vimos que un día después de haber coordinado su expulsión, el entonces líder de la bancada cartista, senador Basilio “Bachi” Núñez, se le acerca a intentar saludarla. ¿Qué sintió? ¿qué le dijo?
– Fui al acto del juramento del senador Ignacio Iramain (su suplente) invitada por él como un acto de dignidad y resistencia. En ese momento solo pensaba, conforme pasaban uno tras otro a saludar, que ese golpe era el inicio de la consolidación del proyecto autoritario del cartismo. Sentía pena y rabia conjugadas en un momento cuando menos grotesco para la historia de nuestra democracia.
– Para salvar al senador Javier Vera, alias Chaqueñito (cartista, ex Cruzada Nacional), Bachi habló de sanciones graduales, pero no quiso comparar con lo que hicieron con usted. También citó su libro para rechazar un eventual fallo de la Corte Suprema de Justicia.
– Con el caso de Chaqueñito se vio que el supuesto “juicio” en mi contra tuvo que ver con el plan de amordazar una voz disidente, porque en un caso hablamos de ‘gradualidad’, y en otro arremetemos pisoteando la Constitución Nacional y el reglamento con total descaro. A su vez, es muy llamativa la estrategia de citar mi libro para validar su argumento, porque lo citan mal y estoy totalmente segura que no lo leyeron siquiera. El libro habla que, ante todo, el respeto por el circuito, por el debido proceso y la primacía de la Constitución Nacional son imperativos a la hora de tratar un juicio de esas características.
– Se dijo que con su expulsión del Senado y la acusación fiscal contra el intendente de Ciudad del Este, Miguel Prieto (Yo Creo), el titular de la ANR, Horacio Cartes, saca del tablero a presidenciables del 2028 ¿Plantea candidatarse?
– Este no es el momento de hablar de candidaturas. Ni ahora ni después. Este es el momento en que todos los actores, tanto políticos como la ciudadanía en general, debemos estar unidos y alertas contra una forma autoritaria de gobierno que se avecina y que el cartismo claramente está propulsando. Más allá de afanes personalistas, hoy tenemos que pensar en estrategias y proyectos de unidad por y para la democracia. La dimensión del riesgo, del peligro que estamos corriendo por estos tiempos no debe bajo ningún sentido permitirnos anteponer o privilegiar aspiraciones ególatras de ocupar cargos.
– ¿Reelección a cambio del balotaje es un tema de la agenda real o rumores de pasillo?
– Este no es un momento para pensar en tocar la Constitución. Las condiciones políticas ante todo no están dadas para que demos vía libre para modificarla. ¿Dejaremos en manos de este Congreso tan importante decisión? Esa es la primera pregunta de la que debemos partir para continuar con este debate.
Candidatura
– ¿Qué piensa hacer para evitar que la oposición vuelva a fragmentarse en las próximas elecciones generales del 2028 entre el voto antisistema, el PLRA y otros?
– La comprensión de lo que el adversario representa. Si no nos une el amor, que nos termine por unir el espanto.
– Supuestamente también estaba en la lista de “objetivos”, el gobernador de Central, Ricardo Estigarribia (PLRA). ¿Cree que Estigarribia ya tiró la toalla con la creación del Nuevo Liberalismo?
– Hoy nadie está tirando la toalla. Veo que un consenso amplio y maduro entre todos los actores políticos hará posible construir una resistencia efectiva contra el proyecto autoritario que están orquestando desde la Avenida España (dirección de la residencia de Cartes). Más que nunca, este es un momento en que la renuncia no es una opción porque hay un Paraguay que nos necesita. Hay un 74% del electorado que no solo no ha elegido este modelo, sino que lo está padeciendo, que está siendo relegado y oprimido cada día. Nuestra gran tarea es poder ofrecer lo mejor que tenemos como espacio y como opción política y, sobre todo, ofrecer a todos los paraguayos por igual las garantías de vivir una democracia con resultados, cómo único dique de contención ante el avance de un gobierno de mentiras, intolerancia y persecución.