La situación propiciada en estamentos oficiales por incoherentes y manipuladores ha dejado daños profundos, y restado posibilidades de mejoras comunitarias. La sociedad sigue presentando indisimulables características de manejada por referentes que ven, viven y profesan extravagancias no propias de lo correcto. Se sigue en el mismo tono desigual e injusto de desatenciones oficiales para con los males perentorios de la sociedad.
La desidia del Gobierno hacia temas de relevancia social, muestra hasta qué grado de interés se tuvo realmente desde antaño. Las falsedades venidas de dirigentes políticos que en sus discursos hablan de equidad, solidaridad y trabajo en pos del pueblo, viven como “príncipes” en la opulencia sin hacer absolutamente nada que pueda al menos amainar situaciones de la franja más pobre de la población, sin palpables muestras de que nunca existió honestidad, ética y coherencia.
Reclamos, movilizaciones, cartas, comunicados, reuniones y todo tipo de herramienta fiable para hacer llegar realidades a los administradores estatales no surtieron un solo efecto positivo para nuestro departamento. La inseguridad es galopante, pero paradójicamente los encargados policiales solo atinan no ver lo que en sus narices pasan a diario. Muertes, robos, asaltos, se hicieron costumbre, aunque para la jerarquía policial todo no pasa de sensación de inseguridad.
Condenas a inocentes y libertad para malvivientes de alta monta también adornan a la justicia farisea del mundo del revés, donde el dinero compra todo, hasta conciencias. Hoy en día ni se nota acciones positivas de quienes intentan producirlos, pues son truncados por quienes están en el “otro equipo”. La sociedad compuesta por enfermos acabará socavando males mayores en la ciudadanía que tampoco despierta de su letargo y prefiere ver que pasa desde sus hogares.
La terquedad, la incoherencia de vida y las conductas desviadas no son privativos nada más de personas que integran el aparato estatal, sino se encuentra incrustada en instituciones que anteriormente eran el único consuelo de la gente agobiada. La falta de salud, de trabajo, de educación adecuada, de moralidades, son sumas en contra de lo que se espera se dé. Los medios de comunicación tampoco se escapan de la incoherencia galopante, pues algunos prefieren obtener beneficios económicos antes que propalar la verdad.
A este ritmo, la amoralidad será la regla, y el mundo del revés dictará oficialmente sus normas. El compromiso de los líderes es superior a los de la ciudadanía, por lo que sus acciones deben ser más mesuradas y justas que en la actualidad. La reingeniería moral es sumamente necesaria, si en verdad se quiere restituir la dignidad desprendida por propia pobreza espiritual y codicia desmedida. Únicamente poniendo en práctica lo correcto, en toda acción, sea personal o institucional se podrá cambiar lo nefasto por lo beneficioso para todos.
