Nos dirigimos a un Dunkin’ en el Lamborghini morado de Shakira. Es una tarde seca y sin viento en Miami, y acabamos de salir de las oficinas de Sony Music, donde Shakira atendió un montón de llamadas y reuniones. Ahora le queda algo de tiempo libre antes de tener que recoger a sus hijos del colegio, así que vamos en el Lambo, sin duda el carro más llamativo que Shakira ha tenido en su vida: “No tiene nada de sutil o chic”, comenta contenta. El interior está decorado de un verde neón brillante porque es el color que le gustaba a uno de sus hijos. Si va a hacer recados con ellos, utiliza su modesto Toyota Sienna; pero a menudo se desplaza en este espectáculo de vehículo, corriendo por las calles como hace ahora, con su guardia de seguridad intentando seguirle el ritmo en otro carro detrás.

Nadie recuerda de quién fue la idea de pasar por un Dunkin’, pero Shakira quería ir y conoce el camino. Cuando llegamos, sale del coche y entra, con su larga melena rubia cayéndole por los hombros y unos enormes lentes Versace cubriéndole el rostro.

Cuando se dirige al mostrador, se oye un murmuro y algunos clientes se giran: ¿era posible que Shakira, la pionera colombiana de la danza del vientre y que le dio su voz inconfundible, y a menudo imitada, a algunos de los temas más queridos del pop, acabara de entrar en este Dunkin’ en particular? ¿Podría ser realmente la Shakira que apareció en casi todos los hogares estadounidenses como jueza en The Voice, como artista del medio tiempo del Super Bowl de 2020 y como ganadora del Video Vanguard Award en los VMA de 2023? ¿Está todo el mundo cantando “Shakira, Shakira” en sus cabezas en este momento?

Algunas personas la reconocieron y lo confirmaron: sí, claro, es Shakira, la superestrella e icono global, considerada por muchos la artista latina de más éxito de todos los tiempos, con 95 millones de discos vendidos en sus tres décadas de carrera, que se dispone a pedir tres donas de chocolate y un café extra caliente. La mayor parte de los comensales en Dunkin’ la admira desde lejos, con la boca ligeramente abierta, demasiado nerviosos para acercarse a saludarla.

Pero entonces, un valiente da paso al frente. Cuando Shakira está terminando su pedido, se le acerca un fisicoculturista veinteañero de ojos verdes que parece capaz de arrancar troncos de árboles con sus propias manos. El tipo no la saluda, sino que empieza a hablarle, diciéndole que trabaja en un restaurante que ella visitó hace poco. Al principio, Shakira se limita a sonreír levemente, escondida detrás de sus lentes de sol. Pero entonces él menciona a algunos dueños de restaurantes y un destello de reconocimiento aparece en su rostro. Cerca de ella, la novia del chico, que parece una influencer, levanta la vista de su teléfono y observa la interacción.

Mr. Músculo se ofrece a pagar el pedido de Shakira, pero ella se niega cortésmente. Finalmente, se inclina hacia ella y se atreve: “Mira, mi número”, le dice, acercándole el teléfono a las manos. Shakira esboza una sonrisa y hace un gesto a su compañera creativa y coreógrafa Maite Marcos, que está cerca, y le pide que anote el número de teléfono por ella.

El chico no se desanima: “La próxima vez, lo que necesites, yo te ayudo. Envíame un mensaje y seguiremos en contacto”, le dice con confianza. La novia influencer entrecierra los ojos mientras el chico se acerca tímidamente a ella. Mientras se van, incluso el guardia de seguridad de la artista se ríe, señalando lo molesta que parecía la novia.

Y, en este momento, con una dona de chocolate en la mano y los clientes de Dunkin’ todavía boquiabiertos, está claro que está en su mejor momento. En esta etapa de su vida hace exactamente lo que le apetece, se mueve con una ligereza y una paz que se perciben casi de inmediato, incluso cuando te la encuentras en una cadena de comida. En estos días, afirma, se siente más segura e inquebrantable que nunca.

Y, sin embargo, si te hubieras topado con ella hace dos años, la habrías encontrado en su peor momento, un periodo tan malo que casi destroza a un icono cuya tenacidad y longevidad la han hecho parecer indestructible. Acababa de ser golpeada por una ola de desamor y pérdida, el dolor más intenso que ha experimentado jamás. “El sufrimiento que sentí fue probablemente el peor que he experimentado en toda mi vida, y a veces me impedía funcionar”, confiesa. “Sentía como si alguien me hubiera hecho un agujero en el pecho. Y la sensación era tan real, era casi física. Sentía físicamente que tenía un agujero en el pecho y que la gente podía ver a través de mí”.

A principios de 2022, comenzó a correr el rumor de que Shakira había puesto fin a su relación de 11 años con el futbolista español Gerard Piqué, padre de sus dos hijos y a quien conoció en el set del video de su himno del Mundial de Fútbol de 2010, ‘Waka Waka’. En junio anunciaron su ruptura y la prensa sensacionalista estalló en rumores de que Piqué la había engañado con una joven de 23 años con la que había empezado a salir poco después de su ruptura. Pronto, los paparazzi invadieron la casa de Shakira y el colegio de sus hijos en Barcelona, convirtiendo una dolorosa separación familiar en todo un circo mediático.

Por aquel entonces, su padre de 90 años —y mejor amigo— voló desde Colombia para ver cómo estaba y sufrió una terrible caída. En un punto, los médicos le dijeron a la artista que era probable que su padre falleciera; afortunadamente, salió adelante y se está recuperando después de seis operaciones. Al mismo tiempo, un complicado caso legal, que se abrió en 2018 cuando los fiscales españoles acusaron a Shakira de evadir aproximadamente 14.5 millones de euros en impuestos, llegó a la prensa. Por meses, la posibilidad de un juicio se cernió sobre ella (en noviembre pasado se resolvió el caso y acordó pagar una multa de 7.3 millones de euros, junto con un pago de 432 000 euros para evitar una pena de prisión). En un comunicado, dijo que había tomado la decisión “pensando en lo mejor para mis hijos, que no quieren ver a su madre sacrificar su bienestar personal en esta lucha”).

“Cuando llueve, diluvia”, dice ahora, pensando en ese período desgarrador. “Fue una locura la cantidad de cosas con las que tuve que lidiar al mismo tiempo”.

A pesar de lo mala que fue esa época, de todo el dolor y la agonía, hubo indicios de que Shakira no se iba a derrumbar. Will.i.am, un amigo íntimo desde 2005, cuenta que a principios de 2022 tenían previsto rodar en Barcelona el video de ‘Don’t You Worry’, la colaboración de Shakira con Black Eyed Peas y David Guetta. Justo antes del rodaje, que iba a ser en exteriores, la colombiana le llamó y le pidió que lo trasladaran al interior. No dijo por qué, solo recalcó que no quería estar al aire libre. Will.i.am la apoyó de inmediato: “Cuando dije que tendríamos que trasladarlo todo al interior con una pantalla verde, todo el mundo me dijo: ‘¿Pantalla verde? Pero si estamos preparados para exteriores’. Y yo dije: ‘Me da igual lo que digan’”.

Cuando por fin se rodó, Shakira, dice Will.i.am, se presentó con la energía “al trillón por ciento”, dándolo todo. “Hasta el último día del rodaje me contó lo que estaba pasando con su ex”. Ella le dijo que si hubieran grabado el video en el exterior, los paparazzi podrían haber complicado todo. “Le dije: ‘Eres única’”, cuenta el músico. “Algunas personas habrían encontrado cualquier excusa para no trabajar. Pero ella salió adelante, con el espíritu y la energía por el cielo”.

Después de eso, se aseguró de que estuviera bien. “Es una superhumana, pero incluso los superhumanos necesitan que les digan: ‘Oye, ¿cómo estás? ¿Va todo bien? ”; Will.i.am suele enviarle mensajes y notas de voz con oraciones. “Pasó por muchas cosas, una crisis tras otra. Bum, bum, bum”.

Otros artistas también la apoyaron. Shakira dice que John Mayer y Adele la llamaron, y tuvo el apoyo de amigos de toda la vida como Carlos Vives y Juan Luis Guerra, sobre todo después del accidente de su padre. Chris Martin, de Coldplay, a quien conoce desde hace una década, le enviaba mensajes con frecuencia. En una ocasión, le envió una foto de un jarrón roto pegado con oro: “Kintsugi: vas a ser mucho más fuerte cuando esto acabe”, le dijo, refiriéndose a un antiguo estilo de arte japonés en el que se inspira a menudo. “Esa es la metáfora”, explica Martin. “Que te rompes y luego te arreglan con oro, y eres más hermosa de lo que eras antes. Para cualquiera que esté pasando por un mal momento, yo incluido a veces, eso es algo muy poderoso de lo que aferrarse”.

Pero aún quedaba mucho dolor por superar, y Shakira empezó a desahogarlo todo en su música. De repente, las canciones empezaron a brillar en la oscuridad. “Sentí la necesidad de expresarme a través de mi arte, mis visiones, mi música, transfiriendo todo ese dolor, todas esas emociones agudas a un espacio fuera de mí”, explica. La música pintaba un cuadro bastante claro: la primera pista de que su vida amorosa estaba en crisis llegó en abril de 2022, cuando lanzó ‘Te felicito’, una despedida electropop a un ex infiel, que contó con la colaboración del cantante puertorriqueño Rauw Alejandro y encabezó la lista Latin Airplay de Billboard. Luego, en octubre, recurrió a la estrella del reggaetón Ozuna para ‘Monotonía’, una balada de bachata que llora una relación fallida.

Fuente: Rolling Stone.

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