Se dice que solamente en el vórtice subtropical del Pacífico Norte se han acumulado más de 80 millones de kilogramos de plástico. Que se quedan ahí, primero flotando y después hundiéndose en el lecho marino. Y, dado que la producción humana de plástico asciende a 400,000 millones de kilogramos al año, el riesgo es que esta enorme isla de residuos (así como otras dispersas por todo el planeta) siga creciendo. Por eso es prioritario encontrar formas de eliminar el plástico en el mar. Para ayudarnos, según los microbiólogos marinos de una colaboración internacional coordinada por el Real Instituto Neerlandés de Investigación Marina (NIOZ), existe también un diminuto hongo, capaz de degradar el polietileno que queda expuesto a los rayos UV del sol. Su nombre es Parengyodontium album.
Un hongo degradador comedor de arte
El Parengyodontium album no es un microorganismo nuevo para la ciencia. En el pasado, por ejemplo, se ha identificado como una amenaza potencial para la conservación de las piezas de los museos porque interviene en los procesos de deterioro. Sin embargo, al tomar muestras de residuos plásticos de la isla subtropical Vortex, en el Pacífico Norte, los investigadores de NIOZ y sus colaboradores descubrieron que P. album también vive allí, en las capas marinas más superficiales. Así que lo aislaron en el laboratorio y trataron de ver si era capaz de degradar el plástico por sí mismo. Para ello, los científicos cultivaron el hongo en polietileno con átomos de carbono especiales (isótopo 13C) que pueden seguirse a través de las distintas transformaciones bioquímicas (como si tuvieran una etiqueta que permite ver por dónde van).
Así descubrieron que, efectivamente, el P. album degrada el polietileno. También pudieron cuantificar el proceso de degradación y demostraron que el hongo no utiliza gran parte del carbono que obtiene al degradar el plástico para sus procesos biológicos, sino que expulsa la mayor parte en forma de dióxido de carbono. ” Aunque el CO2 es un gas de efecto invernadero, este proceso no debería suponer un problema adicional”, señala Annika Vaksmaa, una de las autoras de la investigación. “La cantidad liberada por los hongos es la misma pequeña cantidad que liberan los humanos al respirar”.
Necesitamos el sol, sí
Pero, hay un “pero”: el hongo P. album no puede aprovechar el polietileno como fuente de energía sin la ayuda del sol, que descompone en parte mecánicamente el material. “El P.album solamente descompone el polietileno que ha estado expuesto a la radiación UV durante al menos un breve periodo de tiempo”, confirma Vaksmaa. ” Esto significa que en el océano el hongo solo puede degradar el plástico que inicialmente flotaba cerca de la superficie”.
Hasta ahora, los hongos marinos no han sido un campo de investigación especialmente estudiado. Baste decir que las especies de hongos reconocidas como capaces de descomponer el plástico en el mar se pueden contar con los dedos de una mano. Probablemente, según afirman los investigadores, haya muchos otros microorganismos aún desconocidos capaces de hacerlo incluso a mayores profundidades. Solo queda buscarlos y conocer sus secretos.
Artículo publicado originalmente en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.