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Ciencia

La NASA pone en órbita una misión para estudiar el calor en los polos de la Tierra

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La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) puso en órbita el primero de un par de satélites climáticos que medirán las emisiones de calor en los polos de la Tierra. Los nuevos artefactos permitirán a la comunidad científica comprender mejor los efectos del cambio climático en las zonas de glaciares, el nivel del mar y los sistemas terrestres.

La misión PREFIRE (Polar Radiant Energy in the Far-InfraRed Experiment) despegó desde Nueva Zelanda a bordo del cohete Electron de la empresa Rocket Lab. Consta de dos satélites conocidos como CubeSats que son del tamaño de una caja de zapatos. Cada uno está equipado con un espectrómetro infrarrojo térmico, un instrumento que utiliza espejos y sensores para medir longitudes de onda infrarrojas. La información que recopilen se utilizará para optimizar los modelos climáticos y meteorológicos existentes.


IPN NASA

La colaboración de la NASA y el IPN es parte del Programa de Globos Científicos de la agencia espacial estadounidense. El instituto universitario mexicano integra este programa desde 2019.


Laurie Leshin, directora del Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA, dijo que “los CubeSats pueden ser pequeños, pero cerrarán una gran brecha en nuestro conocimiento sobre el balance energético de la Tierra. Sus observaciones nos ayudarán a comprender los fundamentos del equilibrio térmico terrestre, lo que nos permitirá predecir mejor cómo cambiarán nuestro hielo, nuestros mares y nuestro clima ante el calentamiento global”.

El balance de energía terrestre tiene que ver con el equilibrio entre la energía térmica que recibe el planeta proveniente del Sol y el calor que el globo emite hacia el espacio. Ambos factores determinan la temperatura y el clima en la Tierra. La mayoría del calor irradiado en las regiones del Ártico y la Antártida se desprende en forma de radiación infrarroja lejana. Los científicos carecen de una medición detallada sobre este tipo de energía que se encuentra en el extremo del espectro electromagnético y posee longitudes de onda más largas que la luz roja visible, pero más cortas que las ondas de radio.

Por qué es importante la misión PREFIRE de la NASA

El vapor de agua de la atmósfera y la presencia, estructura y composición de las nubes influyen en la cantidad de energía que escapa al espacio desde los polos terrestres. La misión PREFIRE analizará dichos fenómenos y sus resultados serán útiles para determinar dónde y cuándo se desprende calor y cómo estas regiones influyen en la cantidad de energía que el planeta absorbe y libera.

Karen St. Germain, directora de Ciencias de la Tierra de la NASA, asegura que “esto mejorará la predicción de la pérdida de hielo marino, el derretimiento del permafrost y el aumento del nivel del mar. Mejorará la comprensión de cómo cambiará el sistema de nuestro planeta en los próximos años”. La intención final es ayudar a la humanidad a lidiar con las consecuencias del cambio climático.



Diversos estudios han advertido sobre temperaturas sin precedentes en las zonas ártica y antártica. El nivel del mar registra un aumento nunca antes visto en consecuencia. El fenómeno tiene impactos ambientales, sociales y económicos considerables. De acuerdo con el informe ‘Un nuevo clima para la paz’, comisionado por miembros del G7, el aumento del nivel del mar “es una amenaza para la viabilidad económica y física de las zonas bajas, ya que los recursos terrestres y costeros se pierden gradualmente. Esto puede conducir al malestar social, el desplazamiento y la migración, así como a desacuerdos sobre las fronteras marítimas y los recursos oceánicos”.

El nuevo proyecto espacial es resultado de un trabajo conjunto entre la NASA y la Universidad de Wisconsin-Madison. La institución académica será la encargada de recopilar los datos obtenidos por los CubeSats, fabricados por la compañía Blue Canyon Technologies. El segundo satélite de medición será enviado a la órbita en los próximos días. Los ingenieros y científicos de la NASA realizarán pruebas por 30 días para confirmar que ambos artefactos operan según lo previsto. La misión durará 10 meses.

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