Revelando algo de la dimensión intrínseca del propio Dios, podemos saber que es Trino, que son tres Personas distintas; asimismo, que es Uno, pues viven en comunión perfecta, no es, por tanto, soledad, egoísmo e individualismo.
Nosotros fuimos creados a imagen y semejanza del Dios Trino y Uno, y de esta manera, debemos vivir en el amor, pues Dios es Amor. Por ello, afirmamos que la Santísima Trinidad es nuestro ejemplo, es el modelo a partir del cual debemos formar nuestra conciencia, nuestras familias y nuestra sociedad.
A veces, se afirma que la Santísima Trinidad es un “misterio” que no se puede comprender, sin embargo, hemos de considerar “misterio” no como una muralla delante de la cual no podemos acceder a nada, sino como una galería, o un sho-
pping, donde vamos entrando progresivamente y siempre hay algo nuevo a conocer. Claro, es una comparación (toda comparación tiene sus limitaciones) que puede ayudarnos, pero tratándose del Dios infinito jamás el ser humano finito lo va a comprender totalmente.
San Ireneo de Lyon usaba otra comparación válida, afirmando que el Hijo y el Espíritu Santo son las “dos manos” con las que el Padre creó el mundo, realizó la obra de nuestra redención y sigue trabajando en nuestra santificación y liberación.
La Trinidad es nuestro ejemplo, y por esto cuando el ser humano huye del verdadero amor y solidaridad, se destruye a sí mismo, pues va en contra de su naturaleza más profunda.
Muchas cosas debemos aprender con este modelo divino: en primer lugar, a no ser personas aisladas, gente que se siente realizada (??) con pasar horas y horas jugando con su teléfono celular, o computador, sin buscar una integración presencial y sincera con otras personas.
Asimismo, el gesto de “salir de sí”, de estar disponible a los demás, de evitar la trampa del catastrófico “no tengo tiempo…”, sino reservar tiempo para la familia y la comunidad.
Paz y bien.