Desde su casa en medio de la destrucción, Kayed Hammad podía escuchar los latidos de su corazón. Oía las palpitaciones de cada uno de los habitantes de su barrio al norte de Gaza. Y, por fin, llegó la noticia: alto el fuego en Gaza. «El anuncio ha tenido un sabor amargo mezclado con la alegría de haber llegado a un acuerdo, pero saber que tenemos que esperar hasta el domingo», explica a EL PERIÓDICO. Las sacudidas de las bombas, que este jueves han matado a más de 80 personas en toda la Franja, aún no le han permitido entregarse a la felicidad. «No puedo describir con palabras lo que han sido estos 15 meses», reconoce.
La periodista Youmna el Sayed, corresponsal del canal en inglés de Al Jazeera, se ha pasado la noche entera en vela. Desde su exilio en El Cairo, no ha querido perderse este momento de felicidad, colgada al teléfono con sus seres queridos. «Todos están súper felices, pero también muy preocupados, especialmente porque, durante toda la noche y la madrugada, los bombardeos han continuado, sin parar, como una locura«, cuenta a este diario. «Así que estamos muy intranquilos, pero, por supuesto, todos están felices y agradecidos de que finalmente hayamos escuchado la palabra alto el fuego«, añade esta madre de familia.
Hasta hace unos días, oír las palabras alto el fuego y Gaza en una misma frase parecía imposible. O, como mínimo, no iba a traer noticias positivas para los miles de gazatíes que llevan 15 meses languideciendo bajo las bombas israelíes. Pero este jueves, por fin, llegó lo que parecía un milagro. Los mediadores de Qatar, Egipto y Estados Unidos anunciaron que, finalmente, Hamás e Israel habían acordado un alto el fuego de tres fases en la Franja de Gaza que empezará este domingo al mediodía con la liberación de los primeros rehenes israelíes a cambio de la excarcelación de presos palestinos.
600 camiones de ayuda humanitaria
«Yo confío en que sí que va a empezar este domingo, aunque esta va a ser una de muchas fases que nos van a seguir amargando la vida con tal de hacer cumplir este acuerdo», constata Hammad. «El alto el fuego se puede ejecutar, pero luego va a empezar otra guerra para la entrada de la ayuda humanitaria, la comida, la electricidad y el agua; los israelíes van a poner, como siempre, obstáculos y van a hacernos sufrir igual que durante la guerra, si no más», reconoce. Se prevé que, durante la primera etapa de la tregua, al menos 600 camiones con ayuda humanitaria entren al día en la Franja de Gaza.
Más allá de la desconfianza inicial –avalada por 15 meses de guerra, niveles de destrucción sin precedentes y más de 46.000 gazatíes erradicados del registro civil, sumados a los tres lustros de bloqueo, salpicados por campañas militares cada pocos años–, en el enclave palestino, el principal temor son los días venideros. «Sinceramente, siento muchos sentimientos encontrados: alegría y pena, pero aún tengo mucho miedo de que algo malo pueda pasarle a mis seres queridos allí antes de que entre en vigor el alto el fuego», reconoce El Sayed. «Realmente espero que estos días no sean tan duros como los anteriores, que pasen con algo de paz y alivio«, explica. El Sayed tuvo que abandonar Gaza a finales de 2023 con sus cuatro hijos y su marido para salvar la vida. Más de 200 periodistas han sido asesinados por Israel, el último hace apenas unas horas.
Nueve de cada 10 viviendas destruidas
«Ajo y agua», resume Hammad, haciendo alarde de su perfecto dominio del español. «Los israelíes van a seguir atacándonos hasta el último segundo por pura venganza, porque no se le puede llamar de otra manera, así que no tenemos más remedio que aguantar«, constata este traductor del árabe al español. Tras el temor más inmediato por seguir con vida, hay el de un mañana en medio de las ruinas. Cada uno de los habitantes de Gaza ha sufrido más de una pérdida durante estos 15 meses. Hammad perdió a su hijo mayor de 25 años, y también su hogar, junto a gran parte de sus pertenencias. Desde hace tiempo, se está quedando en casa de un amigo que se encuentra en el sur de Gaza.
Pero, después, ¿qué? «Cuando él vuelva, yo estaré en la calle y, además, no tengo ni una tienda, ni ropa suficiente en este invierno, ni comida, no hay luz, no hay agua: nada más imaginar esto, me da un ataque de corazón«, lamenta. Según las Naciones Unidas, nueve de cada diez viviendas han sido destruidas en Gaza. Reconstruir, atendiendo a estimaciones preliminares, podría llevar hasta 16 años y tener un coste no visto desde la Segunda Guerra Mundial. «Pero los seres humanos, nuestros hijos, nuestros seres queridos, eso no se puede recuperar», apunta Hammad. Bajo esas ruinas que eran sus casas, aún hay miles de palestinos sepultados. Centenares permanecen desaparecidos en los centros de detención israelíes.
«Cadáveres devorados por perros»
A lo largo de esta guerra, las tropas hebreas se han cebado especialmente con los hospitales gazatíes, sin dejar ni uno de los 30 en pie y condenando a parte de los 110.453 heridos del conflicto a lesiones permanentes. «Quienes resultaban heridos deseaban la muerte en vez de este sufrimiento por no poder ser atendidos», confiesa Hammad. «Hemos visto con nuestros propios ojos cómo muchos de ellos, gente que conocíamos, quedaban tendidos en el suelo, muertos y los perros devoraban sus cadáveres sin poder hacer nada para evitarlo», confiesa. Ante este panorama desolador, con amplias zonas de la Franja completamente inhabitables, muchos gazatíes ni se plantean reconstruir. Más bien, abogan por buscar cualquier salida que les permita abandonar Gaza.
Durante los próximos días, hasta que llegue el anhelado domingo, quiénes quedan con vida en el enclave se aferrarán a ella con uñas y dientes. Han sobrevivido a los bombardeos más brutales desde la Segunda Guerra Mundial. Han malvivido comiendo alimento para animales, sin luz, sin agua, sin servicios sanitarios. No han muerto de pena al ver a todos sus seres queridos perecer. El mañana sigue siendo incierto en Gaza, pero el amor por su tierra se mantiene intacto. «Espero hablar contigo pronto desde Gaza la próxima vez», pronostica El Sayed con ilusión desde su exilio egipcio.
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