Los norovirus, conocidos por causar gastroenteritis aguda, están ganando terreno en el hemisferio norte. Estos virus intestinales son los protagonistas de una importante ola invernal: en EE UU se produjeron 91 brotes en la primera semana de diciembre, muy por encima del máximo anterior de 65. El aumento podría deberse a una nueva variante del virus, la cual es desconocida por el sistema inmunitario de muchas personas, a la par de la reanudación de actividades sociales interrumpidas por la pandemia de covid-19. A este escenario se añade el hecho de que no disponemos de una vacuna. La candidata más avanzada acaba de fracasar en sus ensayos, mientras que las demás no estarán listas hasta dentro de varios años.
Una ola de contagios por norovirus
Estos virus intestinales provocan episodios de diarrea y vómitos que generalmente duran un día. No obstante, incluso varias semanas después de la recuperación, las personas pueden seguir propagando el virus, que puede mantenerse activo durante largos periodos. “Para la mayoría de la gente es un padecimiento pasajero, pero es bastante grave”, declaró a la revista Science, la viróloga Mary Estes del Baylor College of Medicine. También recuerda que 200,000 niños pequeños en los países en desarrollo mueren anualmente a causa de esta enfermedad. Incluso en los países de primer mundo, los norovirus multiplican los riesgos sanitarios, afectando a infantes, ancianos y personas inmunodeprimidas.
Desde su descubrimiento en 1972, se han identificado más de 30 genotipos principales de Norovirus circulantes en humanos que presentan mutaciones en la proteína de superficie, la VP1, principal diana de los anticuerpos. “Han habido cuatro oleadas masivas de Norovirus entre 2002 y 2012, la mayor cantidad de brotes de cualquier virus en el siglo XXI”, explicó Ralph Baric, de la Universidad de Carolina del Norte. Añade que cada una de ellas estalló cuando una nueva variante logró reemplazar a la dominante. Sin embargo, Desde 2012, un conjunto de variantes denominado GII.4 tomó el relevo.
Un cambio que podría ayudar a explicar el aumento de casos de este invierno es el éxito de una variante conocida como GII.17, que ha estado circulando en niveles bajos durante décadas. Un artículo de Eurosurveillance explica que el patógeno comenzó a propagarse el año pasado en EE UU y en seis países europeos: Austria, Francia, Alemania, Irlanda, Países Bajos e Inglaterra. Esta información la corroboraron los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés); explicando que el 70% de los 56 virus aislados entre el 1 de septiembre y finales de año pertenecían a la cepa GII.17.
La vacuna
Aunque está claro qué dio esta ventaja a la variante GII.17, el descenso de la transmisión del norovirus debido al distanciamiento social durante la pandemia de covid-19 puede haber desempeñado un papel importante. “Después de tres o cuatro años, la inmunidad de base disminuye con el tiempo, y luego hay un gran aumento que se produce años después, justo cuando las cosas vuelven a la normalidad”, teoriza Baric.
La vacuna contra el norovirus tendría un gran mercado mundial, pero su desarrollo fue lento desde el principio. “Pasó mucho tiempo antes de que nos diéramos cuenta de que estos agentes estaban infectando a mucha gente, y eso limitó la financiación de la investigación”, explica Estes. Aún queda un largo camino por recorrer, mientras que la vacuna candidata más avanzada fracasó en julio pasado, otra candidata que demuestre ser segura y eficaz seguiría sin prevenir todos los síntomas ni interrumpir completamente la transmisión. No obstante, Science sostiene que al igual que las vacunas contra el covid-19, una vacuna contra el norovirus podría frenar su propagación y limitar la enfermedad grave o mortal.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.