Un auténtico regalo del cielo cayó el último día de este año sobre Moscú. Cuando ya nadie esperaba celebrar el Año Nuevo rodeado de nieve, la capital de Rusia quedó completamente blanca.
Copo a copo, la nieve cubrió todo con densas capas. La intensa nevada, si bien supone una carga adicional para los servicios municipales y obliga a los conductores a extremar la atención al volante, ha traído un ambiente festivo de cuento de hadas y mucha alegría para los residentes locales, que dieron la bienvenida a la bonita envoltura de la ciudad en un manto blanco.