Dark Side of the Moon, el álbum de Pink Floyd, es la causa de un malentendido astronómico. No hay ningún lado oscuro de la Luna, como tampoco lo hay en la Tierra. La Luna siempre muestra la misma cara hacia nuestro planeta, y la razón de esto se suele atribuir a una apresurada igualdad entre el tiempo de rotación y el de revolución de nuestro satélite. Hay una rotación sincrónica, o sea, es cierto que la Luna orbita la Tierra en el mismo tiempo que se tarda en girar en sí misma. Lo interesante es entender cómo llegamos a este resultado.
Todo comienza con las mareas
La ley de Newton describe la gravedad de dos cuerpos que orbitan uno alrededor del otro como “puntos” con toda su masa concentrada en el centro. Sabemos que los cuerpos celestes no son puntos, sino esferas grumosas de masa no homogénea, hinchadas en el ecuador y aplanadas en los polos. Cuando un cuerpo orbita alrededor de otro, la atracción gravitacional mutua es más fuerte que en el lado opuesto, en este caso de la Tierra. Este simple hecho desencadena las mareas: cuando la Luna está en un lado de la tierra, atrae la masa de agua hacia ella más hacia un lado, y por lo tanto, el nivel sube y hay marea alta.
Sin embargo, en el lado contrario de la Tierra no hay marea baja por una sencilla razón: la Luna no solo atrae más agua, también rocas, por lo que toda la Tierra se deforma en su dirección; mientras que el lado opuesto experimenta menos gravedad, y por tanto, es menos atraído. El resultado son dos protuberancias: una cerca de la Luna y otra en el lado opuesto, mientras que en el resto del planeta hay marea baja. Por eso todos los días, en cada lugar del mundo, hay dos mareas bajas y dos altas.