Sin cambios, siguiendo por la misma senda de decadentes actuaciones, los de la clase política repiten mediocridades para el pueblo y agilidad para beneficios propios.
Y como las escenas repetidas de esta novela llamada política paraguaya, deben tener algo de drama, algunos vicios que perduran desde antaño, ahora son atacados por los mismos propiciadores de lo incorrecto, que por milagro recuperaron la visión, y ahora ven que la corrupción había sido es mala, y satanizan posiciones de hoy adversarios.
Lo que ayer se hacía nombrando a amigos, parientes, amantes, y seguidores de movimientos políticos, se ha repetido sin descaro de administración tras administración. Pero pese a esa realidad coincidente, quienes dejaron de mamar de las tetas del Estado reclaman por los “terribles” males, que ellos mismos lo practicaban.
Sin dudas que todo lo incorrecto debe ser sancionado y criticado, pero solo ver ahora la existencia de un vicio practicado por los mismos que en el presente se “rasgan las vestiduras” ante la “criminal” acción, es de una hipocresía y cinismo por fuera de lo normal.
Los males de ayer siguen en el mismo nivel, sin más variaciones, por lo que recién percibir arbitrariedades en la época post-caída, no es otra cosa que resentimientos. Esto jamás podría justificar la realidad actual de una politizada estructura, donde la incoherencia sigue primando. Pero de ahí a constituirse en “profetas del día después”, reclamando por un pecado propio, no tiene más validez que un reclamo para sí mismo.
Una amnesia de todo lo malogrado estando dentro gobiernos, es propia de mentes psicóticas e incoherencias patológicas.
Aparecer con el dedo acusador hacia una politización, no resulta otra cosa que apuntar a su misma llaga.
Olvidar que irregularidades similares se cometía en gestiones anteriores, es como intentar tapar al sol con un dedo. Ladrones juzgando a los de sus mismos actos.
Aplicar la popular “ley del embudo”, amplio para mí, estrecho para los demás, no se compadece de una intención sana y verdadera de mejorar las condiciones generales de la población.
El “descubrir” algo que a todas luces se percibía, no tiene ningún mérito, más aún si solo se señala al adversario político. Salir a dar discursos de inacciones de actuales administradores, es de caraduras, cuando se ha protagonizado mediocres gestiones.
La politiquería es dañina en cualquier estamento, por lo que reivindicarla, es igualmente aberrante y preocupante.
Hasta la fecha se vio un pequeño esbozo de un plan de cambio de viejas prácticas nefastas, por lo que siguen imperando ineptos en la función pública.
Sanear es un trabajo arduo, que tendrá reclamos y manifestaciones, pues a más de los aburguesados empotrados, seguirán enfrentando a todo cambio positivo.
Fue suficiente muestra de hipocresía y es momento de responder a los reclamos de todos, no son de un sector.
Arroparse de indignación por que otros iguales se valen de las mismas fechorías, es una aberración que también debe ser castigada.