Como un libro abierto, Raphinha es de aquellas personas transparentes, incapaces de ocultar sus emociones. Quienes le conocen, coiniciden: se trata de un tipo de sangre caliente, corazón gigante y altamente obsesivo. Lo último es típico en mentes ganadoras y es precisamente esto lo que le ha llevado a acabar ‘explotando’ en el Barça. Cuando pocos creían en él, Hansi Flick le ofreció un cheque en blanco de confianza y el resultado fue inmediato. Al fin desenjaulada, la serpiente de Porto Alegre es más letal que nunca: ya son 10 goles y nueve asistencias en solo 14 partidos.
Ni siquiera dos temporadas logrando dobles dígitos le valieron al ex del Leeds para acumular crédito. Los números eran notables; las sensaciones, no tanto. Tentado de hacer caja, el club se planteó venderle. Y, como él mismo admitió, el jugador tuvo dudas en algún momento. Pero rendirse no es su estilo y el arrope de su familia -sobre todo de Natalia, su esposa- le hizo convencerse todavía más de que su sitio estaba en el Barça.
Rapha sabía todo lo que podía dar. También Flick, que le tranquilizó en una conversación privada. Fue entonces cuando el técnico entendió cómo de limitado se sentía el atacante. A menudo sustituido a los pocos minutos de la segunda mitad, el brasileño percibía que tenía siempre la lupa encima. Eso le impedía relajarse y, por consiguiente, encontrar su mejor versión.
Terapia para superar las críticas
El ’11’ hace terapia psicológica desde los 19 años, pero aún así acusó la presión que conlleva vestir de azulgrana. Las críticas le afectaban más de lo debido. Y en los malos momentos, el atacante es de los que prefiere no verbalizar mucho la situación con su entorno. Quizá por eso intensificó su trabajo en dicho aspecto. Fueron tiempos difíciles, pues le costaba desconectar incluso cuando disfrutaba de los parques naturales junto a su familia, una de sus aficiones preferidas en su tiempo libre. Por otro lado, echaba de menos planes con los compañeros de equipo más allá de la vida profesional. Rapha encontró en Araujo, que también habla portugués, un buen apoyo.
En la plantilla del Barça ensalzan el carácter y compromiso del brasileño, ya uno de los capitanes. No solo con el equipo; también con los más jóvenes, a los que ayuda y anima. Emocional y pasional, para lo bueno y lo menos bueno, él más que nadie sabe de la importancia de los mimos. Su obsesión para que las cosas salgan bien le ofusca a veces pero a la vez ejerce de gasolina para perseverar hasta el éxito.
Brillando en el fútbol eléctrico de Flick
En el Leeds nunca tuvieron dudas: “Estaba claro que tarde o temprano la rompería en el Barça”, trasladan. En el conjunto británico creían que, hasta este verano, Raphinha era una ‘bestia’ enjaulada. Su cuerpo pedía unas velocidades que no le brindaba el equipo de Xavi.
Con el fútbol eléctrico y más vertical de Flick, la serpiente vuelve a ser letal. Y la comparación tiene doble justificación. El brasileño saca rédito de su potencia pero sobre todo de su asombrosa velocidad de reacción -como demostró en su gol en el Clásico-. Lo hace gracias a un cuerpo fino, de musculatura definida pero de poco volumen que le permite unos giros y cambios de dirección diferenciales. Su genética es privilegiada, ya que una mayor masa muscular le expondría a más lesiones.
De hecho, Raphinha tiene tendencia a adelgazar, de ahí que necesite una dieta rica en calorías. En los últimos meses, su esposa Natalia se ha especializado en la producción de platos elaborados, pero el azulgrana los evita siempre para seguir con la línea que más le conviene. Sí hace caso, en cambio, a las ‘indicaciones’ de su hijo Gael. Él inventó la celebración que vemos ahora cada vez que el ’11’ marca.
Montjuïc ya corea su nombre
Recién cumplidos los 100 partidos como jugador del Barça, Rapha es al fin un tipo feliz en un grupo unido que se divierte dentro y fuera del campo. Su entrega y rendimiento han conquistado a una afición que ya corea su nombre en Montjuïc y también a un club que ya piensa en renovarlo. Lo que en verano era una historia de suspense es ahora una película romántica. Al precio que fuera, el de Porto Alegre se obsesionó en triunfar como azulgrana. Incluso reinventó su posición, pues la irrupción de Lamine le privó de ocupar el extremo derecho. Cuando octubre ni siquiera ha terminado, ya se puede decir: Raphinha ha ganado.