Es primera hora de la mañana en el Hotel Roma, un antiguo complejo turístico que desde hace seis años sirve como refugio para personas en busca de asilo en Sant Joan d’Alacant. Fuera de sus paredes, el murmullo de los vecinos se mezcla con el eco del tráfico y en el interior la tranquilidad da paso al ajetreo que trae consigo un nuevo día. “Aquí estoy muy bien, no hay problemas de convivencia”, comenta Nyimasata Kanyi, una joven de Gambia de 21 años. Su rostro, sereno y reservado, esconde un pasado complicado: “No me gusta hablar de por qué me fui de Gambia. Es muy difícil para mí”, dice susurrando mientras recuerda la travesía en patera desde Marruecos hasta las Islas Canarias. “Lo que quiero ahora es quedarme aquí, aprender, trabajar, poder empezar una nueva vida”, afirma Kanyi.
Nyimasata llegó a España el 27 de agosto de 2023. Primero fue Canarias, luego Córdoba, y ahora está en Sant Joan. El Hotel Roma es para ella un lugar de inicio, un espacio donde recibe apoyo para integrarse en una comunidad en la que, asegura, se ha sentido siempre bienvenida. “La gente aquí es buena. En el hotel vivo con una chica de Colombia y, aunque somos solo dos mujeres aquí, nos llevamos muy bien con todo el mundo”, comparte. Su día transcurre entre su trabajo como personal de limpieza en la Universidad de Alicante, y un curso de español que realiza por las mañanas. “En mi tiempo libre me gusta ir a la playa, nadar y tengo dos amigas con las que salimos a caminar. A bailar no, no se me da bien” relata entre risas.
A diferencia de Italia, que ha optado por derivar a personas migrantes a centros de detención en Albania, España busca alternativas más humanitarias, centradas en la integración. Como esta que surge en un hotel que no recibe la visita de turistas desde hace una década y que gestiona la ONG CEAR. Keoulin Keita, un joven de Mali de 24 años, también es uno de los residentes temporales en este hotel, y como Nyimasata, llegó a él a través de la “ruta canaria” hace año y medio. “Fueron cuatro días en el mar, pensaba que no lo iba a contar. Luego estuve en Málaga, y después vine al hotel”, explica Keita.
Para él, el Hotel Roma es un lugar de compañerismo, aunque reconoce que la convivencia entre varias personas a veces genera fricciones. “Aquí lo compartimos casi todo. Nos gusta salir por Sant Joan y jugamos al fútbol en las pistas que están junto a la biblioteca municipal. A mí me gusta mucho el futbol, soy del Barça y me encanta Raphinha”, cuenta Keoulin Keita, que sueña con trabajar en energías renovables, una formación que comenzó gracias a los cursos que le ofrece el programa de integración. Aún no ha encontrado empleo, pero sigue perseverando: “Lo que quiero es poder independizarme. Vivir de mi trabajo y ayudar a mi familia en Mali”, asegura Keita.
Redes de apoyo
En este complejo turístico, que antaño fue uno de los pocos hoteles de Sant Joan d’Alacant, acoge actualmente a 50 personas demandantes de asilo llegadas de todas las partes del mundo. Esta red de apoyo en complejos hoteleros desocupados permite a los solicitantes de asilo tener una estancia digna en un entorno inclusivo.
Sandra Carrasco, técnico de acogida en CEAR, explica la importancia del modelo de acogida que se implementa en estos centros. “Trabajamos desde un enfoque interdisciplinar. Acompañamos a cada persona desde que llega, ayudándole a empadronarse, obtener su tarjeta sanitaria y realizar otros trámites básicos”, explica Carrasco. En la primera fase, los refugiados permanecen en el hotel, donde el equipo de CEAR les ayuda a familiarizarse con su entorno y a prepararse para la vida en España. En la segunda fase, si reciben una respuesta favorable en su solicitud de protección internacional, pueden optar por vivir de forma más autónoma.
“El programa tiene una duración de 18 meses, pero cada caso es particular”, comenta Carrasco. “Para los que no dominan el español, tenemos clases obligatorias. Trabajamos con ellos en sus habilidades para la vida en sociedad y en su plan de intervención individualizado. Cada persona aquí tiene objetivos propios; nuestra meta es que alcancen una integración plena, tanto en el ámbito social como laboral”, indica la técnico de acogida de CEAR.
Uno de los mayores obstáculos para muchos refugiados es la homologación de títulos. Khalid Abdalrouf es un refugiado de Sudán de 28 años que actualmente vive en el Hotel Roma. En su país de origen estudió Administración de Empresas en la universidad, pero ahora esos estudios no se le reconocen. “Aquí cualquier título que traigas de mi país no tiene valor. Es solo un papel. Yo tenía mi propia empresa en Sudán, pero aquí tengo que empezar de cero”, explica Khalid, quien ha encontrado en la biblioteca municipal un espacio para estudiar y leer, mientras se adapta a la vida en España. “Aquí en el pueblo todos son amables. He hecho amigos hasta en la heladería de al lado, aunque muchos son personas mayores”, afirma Abdalrouf.
Además de este hotel, recientemente se ha sumado a esta red un hotel en Elda. Esta instalación, ubicada en el antiguo hostal Residencia Elda, está operativa desde el pasado 13 de agosto y ofrece atención integral a 44 personas, proporcionando no solo un lugar donde dormir, sino un espacio seguro y completo para quienes llegan a España huyendo de situaciones extremas. El nuevo centro representa una respuesta concreta y humana a las necesidades de aquellos que han dejado atrás sus hogares en busca de seguridad y estabilidad, muchos provenientes de países como Venezuela y Polonia.
Pisos de acogida
Además de los hoteles adaptados, CEAR cuenta con una red de pisos de acogida en Alicante para solicitantes de asilo. En estos pisos, que suman 50 plazas en la ciudad, las personas conviven igual que los que residen en los hoteles, compartiendo espacio con otros demandantes de asilo y asisten a itinerarios de formación y búsqueda de empleo.
Entre los beneficiarios de este programa se encuentran Irene Ortiz y José Miguel Valera, una pareja de Venezuela que decidió dejar su país en busca de una vida mejor para sus dos hijos pequeños. “Nos costó bastante salir, pero gracias a Dios conseguimos los recursos para llegar hasta aquí”, relata José Miguel Valera, de 44 años. La familia dejó Venezuela principalmente para asegurar la salud de su hija de seis años, quien padece autismo y no podía recibir la atención adecuada en su país natal.
Inicialmente, la familia fue trasladada a Guardamar, y en marzo lograron acceder a un piso en el centro de Alicante. “Compartimos el espacio con una chica de Ucrania. El piso ha sido una bendición para nosotros; nos sentimos en casa, y nos guían en todo lo relacionado con los trámites y la formación”, comenta Irene Ortiz. Hoy, José Miguel trabaja como carpintero en Alicante, mientras que Irene ha completado cursos de cajera y de informática.
Otro residente en estos pisos de acogida es Mohamed Bouker, un joven de 23 años procedente de Marruecos, quien llegó a Ceuta en junio y fue trasladado a Alicante. Mohamed, que completó estudios en enfermería en su país, sueña con ingresar a la universidad para estudiar el Grado en Enfermería. Mientras tanto, aprovecha su estancia en el piso para mejorar su español. “Estoy deseando obtener el permiso de trabajo y comenzar en un hospital”, añade Bouker. Además de su vocación en enfermería, Mohamed también es cantante de música árabe y ópera, un talento que desarrollaba en bodas en su país natal.
Formación y empleo
Los itinerarios de inserción sociolaboral en CEAR ofrecen a las personas refugiadas y solicitantes de asilo en España un camino hacia la autonomía. Andrés Zubia, técnico de empleo en CEAR Alicante, detalla el enfoque. “Nuestro trabajo tiene varias vertientes: orientamos a nivel sociolaboral, realizamos talleres prelaborales y apoyamos en la búsqueda activa de empleo”. Zubia destaca la personalización de los itinerarios, que adaptan a cada persona según su formación y experiencia previa: “Por ejemplo, quienes traen títulos universitarios suelen buscar homologación, mientras que otros, sin estudios formales, pueden preferir formaciones prácticas para incorporarse al mercado local”.
Además de esta orientación individual, los cursos y talleres ofrecen capacitación en sectores con alta demanda laboral, como competencias digitales, albañilería, fontanería y energías renovables. “Queremos que cada persona, tras formarse, tenga contacto directo con empresas, porque nuestro objetivo es que puedan trabajar de forma autónoma lo antes posible”, explica Zubia.
Por su parte, Dimas Vega, técnico de acogida en CEAR, destaca cómo esta labor se inserta en un enfoque integral de acogida, que contrasta con las políticas de migración de otros países europeos. “A diferencia de modelos asistencialistas o que externalizan la gestión de fronteras, el modelo español pone más énfasis en la integración y autonomía de las personas. Nuestro objetivo es que puedan vivir de forma autónoma, contribuyendo a la economía y enriqueciendo la multiculturalidad de España” subraya Vega.
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