En 2011 se lanzó un juego muy, muy loco. Detrás del juego estaban tres de los nombres más importantes de la industria japonesa del videojuego: Goichi “Suda51” Suda, Shinji Mikami y Akira Yamaoka. Suda es el que tiene el cerebro más retorcido de los tres, ya que es responsable de juegos estrafalarios como No More Heroes, Killer 7 y Lollipop Chainsaw, mientras que Shinji Mikami ha creado juegos con un atractivo más amplio como Resident Evil, Dino Crisis y Devil May Cry. Akira Yamaoka es el músico del equipo y ha sido responsable de casi todas las bandas sonoras de los juegos de Silent Hill, pero también de Lollipop Chainsaw, y del spin-off del juego de ritmo y baile Persona 4: Dancing All Night.
El juego loco es, como ya habrás adivinado, Shadows of the Damned, un juego de acción que sobre el papel no debería funcionar, pero lo hace. Incluso fue publicado originalmente por Electronic Arts, que en aquel momento claramente no tenía miedo de salir de su zona de confort. Siempre te arriesgas con los juegos en los que participa Suda51, porque pueden ir en direcciones inesperadas, y así es en Shadows of the Damned.
Se trata de un juego de acción en tercera persona y los desarrolladores de la web japonesa Grasshopper Manufacture (liderados por Suda51) describen el juego como un “juego de acción y aventuras de road movie que atraviesa el Infierno y se desarrolla en un mundo súper excéntrico con temática de Infierno + rock & roll” – es una descripción larga y enrevesada, pero yo no puedo describirlo de otra manera.
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Asumes el papel del mexicano García Hotspur, un cazador de demonios de lo más insípido, con una chaqueta de cuero morada y una hebilla de cinturón en la que se lee “Mátame”, que no se corta a la hora de reventar cabezas y miembros diversos a todo tipo de demonios y monstruos mientras les grita chistes sobre penes al mismo tiempo.
Todo empieza un poco triste cuando García encuentra a su novia Paula ahorcada en su dormitorio y, antes de que se dé cuenta, la habitación se llena de monstruos y el soberano del infierno, el feo de seis ojos Fleming, la arrastra al Averno para hacerla su amante. Por supuesto, el ardiente García no tiene nada que hacer, así que se propone devolver a la vida al amor de su vida y acabar con Fleming.
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Junto a él, en busca de su novia desaparecida, García tiene una calavera en llamas en un palo, que, muy típicamente para este juego, se llama Johnson. Así que… Con Johnson en mano, García Hotspur va al infierno y vuelve para liberar a su novia del espeluznante abrazo de Fleming.
Johnson no es solo un compañero incómodo, ya que tiene un papel muy central en el juego. Johnson puede convertirse en tres armas diferentes en cualquier momento: un revólver semiautomático, una ametralladora y una pistola. Ahora bien, tres armas, sobre el papel bastante tradicionales, pueden no parecer gran cosa, pero como todo lo demás en Shadows of the Damned, nada es como solía ser, así que estas no son armas corrientes.
Un buen ejemplo de estas armas, y del humor infantil cursi general del juego, es que el revólver se llama Boner y, cuando se mejora durante el juego, se llamará The Hot Boner y The Big Boner – este último tiene todo un minijuego construido a su alrededor en algo parecido a una versión erótica de Las Vegas. Tienes que estar preparado para ese tipo de cosas. Las otras dos armas son igual de ingeniosas, y aunque solo hay tres armas en el juego, sus mejoras son tan amplias que casi parecen armas nuevas cada vez que se mejoran, y lo hacen con bastante frecuencia.
El tiempo no ha sido benévolo con Shadows of the Damned. Las armas siguen siendo buenas, pero el resto del juego parece rígido y tosco, y la cámara puede ser un poco inestable a veces. Sin embargo, la buena mecánica de luz/oscuridad mantiene frescas algunas partes del juego hasta el día de hoy. Algunas partes del Infierno, que es donde se desarrolla el juego, están envueltas en una niebla oscura en la que no debes permanecer más tiempo del necesario. El medidor de energía de García baja constantemente cuando está en la niebla y los demonios también son invulnerables allí dentro, así que es pura supervivencia cuando estás envuelto en la niebla. Sin embargo, de vez en cuando es necesario adentrarse en la niebla, ya que ciertas puertas solo pueden abrirse interactuando con ciertos interruptores, que solo pueden activarse desde dentro.
Sin embargo, la niebla puede despejarse disparando una bola concentrada de luz sobre la cabeza de una cabra, que a menudo cuelga en algún lugar dentro de la niebla (lógica típica de Suda51) o activando algunas máquinas de fuegos artificiales que despejan la niebla durante un breve periodo de tiempo. Esta mecánica de luz/oscuridad significa más para el juego de lo que podría parecer a primera vista, ya que añade una capa de estrategia a un shooter que, por lo demás, es relativamente sencillo y que en algunos puntos es tan exagerado que casi resulta ridículo y francamente absurdo, pero eso es de esperar de un juego de Suda51.
Por ejemplo, no encuentras llaves de puertas cerradas, sino ojos, cerebros o fresas que tienes que meter en la boca de la cara de un bebé llorón que cuelga de las puertas cerradas para desbloquearlas. Los puntos de control son murciélagos que dejan caer excrementos brillantes cuando se activa el punto de control y el mercader del juego es una mezcla de humano y monstruo de tres metros de altura que regurgita los objetos que le compras. A lo largo del juego, te mueves por pueblos retorcidos, extrañas bibliotecas, laberintos mágicos y algo parecido a un shoot’em up a lo Monty Python. Sí, hay un montón de campanas y silbatos.
Los gráficos tienen su propio estilo, hay mucha violencia, mujeres desnudas y símbolos fálicos por todas partes, y no es un juego bonito, como tampoco lo era cuando se lanzó en 2011. Como se trata de un remaster y no de un remake, lo que tenemos aquí son prácticamente los gráficos originales, ampliados a 4K y con el objetivo de alcanzar los 60 fps, pero no siempre lo consigue.
Uno de los puntos fuertes del juego es la excelente banda sonora. La banda sonora de Akira Yamaoka se compone de una amplia gama de temas extraños, descabellados y también excelentes de diversos géneros que encajan perfectamente en el juego y ayudan a enfatizar su estilo único. El doblaje también es excelente, con Steve Blum (Star Wars Rebels, God of War, Call of Duty) como García y Greg Ellis (Pirates of the Caribbean, Star Trek) como Johnson a la cabeza. Paul Mercier (God of War, Resident Evil, The Lord of the Rings) como Fleming y Julianne Buescher (Star Trek, Silicon Valley) como Paula, la novia de García.
Shadows of the Damned: Hella Remastered es un gran remaster a un gran precio, ya que cuesta menos de 30 euros. Los gráficos se han ampliado a 4K, se incluyen cuatro trajes nuevos para García y este remaster también tiene un modo New Game+. Se podría haber deseado una remasterización más completa y el juego no ha mejorado con los años, y fue creado por un hombre con un cerebro muy retorcido, así que dista mucho de ser para todo el mundo.
La jugabilidad se mantiene a flote a duras penas gracias a la mecánica de luz/oscuridad que añade una capa de estrategia, pero el estilo casi infantil puede ser demasiado para algunos. Sin embargo, como ocurre con la mayoría de los remasters, probablemente este remaster está dirigido principalmente a quienes recuerdan el original con gran cariño, y obtienen lo que esperan.
Shadows of the Damned: Hella Remastered es una versión mejorada de uno de los juegos más locos jamás creados y el hecho de que potencialmente llegue a nuevos jugadores que obtendrán una experiencia que nunca han tenido antes solo puede ser algo positivo – y como he dicho, tiene un precio muy razonable.
Si quieres probar algo nuevo en el terreno de los juegos y no te importan los gráficos bonitos ni el Ray-Tracing, entonces deberías probar Shadows of the Damned: Hella Remastered. Te reto.