La contradicción es mucha, debido a que el propio organismo internacional considera que la contaminación por plásticos y microplásticos es una catástrofe para la vida en el planeta y sus ecosistemas, y reconoce que los gobiernos y las grandes industrias son responsables directos para poner fin a la producción masiva de plásticos.
De acuerdo con sus datos, cada año, en el mundo se fabrican 430 millones de toneladas de plásticos. De seguir así, estima que en 15 años la cantidad de este material se triplicará y habrán más plásticos y otros residuos de vida corta que peces en mares y océanos.
Desde el 2017, la ONU emprendió el combate a la contaminación plástica, primero con la campaña global Mares Limpios y la primer Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (ONUC, por sus siglas en inglés) y, próximamente, con el tratada mundial sobre plásticos, un acuerdo que promueve la circularidad en el ciclo de vida de los plásticos y la Responsabilidad Ampliada del Productor. Se espera sea firmado por los más de 175 países miembros de las Naciones Unidas.
No lineal, sí circular
Para la comunidad científica, activistas y organizaciones sociales, el combate a la contaminación por plásticos debe tener un enfoque contrario al actual modelo lineal de producción y consumo. Una de las organizaciones firmantes es Greenpeace Internacional, que desde el 2018, con la campaña Océanos sin Plástico, trabaja desde varios frentes para combatir esta contaminación. Su presencia en México ha resultado en la prohibición o regulación de plásticos de un solo uso en 29 entidades del país; sin embargo, su meta es ir más allá.
“Desde Greenpeace México se promueve una Ley de Economía Circular que además de la prohibición a los plásticos de un solo uso en todo el país, se incluya la gestión de otros residuos como la ropa; los electrodomésticos o los electrónicos; el derecho a la reparación o los límites a las empresas en cuanto a la obsolescencia programada y la obsolescencia percibida”, comentó en entrevista Ornela Garelli, de la campaña Océanos sin Plásticos, de Greenpeace México.
Entre 2018 y 2019 en el país hubo un boom contra los plásticos de un solo uso, se aprobaron nuevas leyes de gestión de residuos, con prohibiciones o regulaciones al unicel, al uso de bolsas plásticas y contenedores de comida, bebidas, popotes y cubiertos plásticos. Estados como Oaxaca fueron más allá al prohibir la venta de botellas de PET, pero a la fecha no existe una ley federal ni general que prohíba el uso de plásticos de un solo uso, ni que regule la extracción y producción.
Para empujar la regulación del plástico, organizaciones ambientales del país se movilizaron para reformar la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR), con prohibición a los plásticos de un solo uso en todo el territorio nacional -no sólo en algunos estados -, el establecimiento de responsabilidades para las empresas y la no incineración.
Fue hasta el 2021 cuando el Senado de la República aprobó una minuta con dos proyectos, uno para reformar la LGPGIR y otro para crear la ley de economía circular, pero las discusiones se quedaron en la congeladora en la Cámara de Diputados. “Ahí queremos que se queden porque son totalmente proindustria, sin embargo sí queremos que las reformas a la ley avancen, pero esta vez con una propuesta ciudadana”, comento Garelli.