Llevaba tres años fugado, desde que le condenaron a 17 años y seis meses de cárcel por agredir y abusar sexualmente de sus dos hijas. Domingos Pinto, de origen portugués y que trabajaba como peón de albañil en Asturias, desapareció de Oviedo, su última ciudad de residencia en España.
Se convirtió en uno de los diez fugitivos más buscados por la Policía Nacional, que siguió su rastro por España, Portugal, Francia y finalmente Brasil, donde ha sido detenido y donde está en prisión a la espera de ser trasladado a España.
Pinto, de 51 años ahora, fue condenado por agresión sexual continuada a su hija mayor, desde que la niña tenía 13 años. También, por abusos sexuales continuados a su hija pequeña desde que esta tenía 10 años. Todo empezó, según la sentencia de la Audiencia Provincial de Asturias, en agosto de 2010, cuando el hombre se separó de la madre de las niñas, que se quedaron a su cargo en la casa familiar de Oviedo.
Nueve años de agresiones
En el juicio contra él, sus hijas recordaron las agresiones y los abusos a los que las sometió su padre entre los años 2010 y 2019. La mayor afirmó ante el tribunal que, cuando trataba de resistirse, su padre la amenazaba con hacerle daño a su hermana pequeña. Las violaciones y los abusos solo terminaron cuando las niñas se fueron a Galicia a vivir con su madre.
Tras la condena de la Audiencia Provincial y la ratificación del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, Pinto se esfumó de Oviedo y de España. Las siguientes pistas de los investigadores de la Sección de Localización de Fugitivos de la Policía Nacional lo situaban en Portugal, donde vive parte de su familia.
Una pista en Francia
Allí lograron obtener un hilo que lo situaba en Francia, donde un hermano suyo tenía una empresa de reformas. Domingos podría estar allí, escondido y trabajando de albañil con su hermano. Los familiares sabían que Domingos estaba en apuros y quizás le habrían ofrecido ayuda. Pero, una vez más, esa pista no llevó a ningún lado.
Pintos no aparecía y los investigadores volvieron a Portugal. Allí descubrieron que una persona con nombre y apellido muy similar al del violador fugitivo había cogido un avión a Brasil. Pensaron que podía ser su objetivo, y que el hombre había utilizado el truco de cambiar alguna letra de su apellido para pasar desapercibido en la lista de pasajeros.
En sus pesquisas por Asturias, los policías españoles habían descubierto que meses antes de desaparecer Pintos se había dejado ver con una novia cubana. Que esa mujer, muy joven, y muy aficionada a comprar determinada marca de ropa y lencería, también había desaparecido de España. Pensaron que los dos podían estar juntos.
Siguiendo el rastro de la joven, y de su afición desmedida por la lencería, los investigadores acabaron centrando su búsqueda en Santa Catalina, un estado al sur de Brasil. Todo indicaba que la joven había pasado por allí. Un ticket de otra compra de lencería conducía a una dirección en Barra Velha, una preciosa localidad costera al norte del estado. La policía española envió los datos y esa posible dirección a sus colegas brasileños.
Cinco jóvenes cubanas
Cuando llegaron los agentes brasileños encontraron a cinco jóvenes cubanas viviendo en el piso. Una de ellas era la novia que Domingos Pinto había conocido en Oviedo y con la que se había ido de España. En el piso de al lado estaba el fugitivo, agresor sexual de sus dos hijas. Su fuga había terminado. Estos días espera en una cárcel brasileña su traslado a España.
Pinto es el segundo fugitivo de la lista de los diez más buscados por la policía española, difundida el pasado verano, que cae. Antes que él, los agentes de Fugitivos detuvieron a Jonathan Montoya, que había sido condenado por el asesinato de Leónidas Vargas, un supuesto capo de la droga cuando éste estaba ingresado en el hospital 12 de Octubre, en Madrid, en enero de 2009.