Qué agradable sorpresa es este juego. Después de tantas entregas de la IP Mario Party, después de un montón de recopilatorios, refritos e inventos no muy inspirados para intentar refrescar la fórmula, no esperaba una entrega tan completa, diversa y divertida. Tanto es así que, bromas sobre el título aparte, Super Mario Party Jamboree podría ser el mejor juego de la serie hasta la fecha.
Si quieres más, tienes más. Si quieres mejor, tienes mejor. Si quieres algo nuevo, también lo tendrás. Y lo más importante para los viejos fans: si quieres autenticidad, encontrarás la auténtica experiencia Mario Party.
Para los que no estén familiarizados, si es que hay alguno en la sala, esta sería la duodécima “entrega principal”, si dejamos a un lado las recopilaciones y las versiones portátiles. Esto siempre consistió en una colección de minijuegos estructurada en torno a tableros de juego de mesa, para que cuatro jugadores compitieran por hacerse con la Superestrella. Naturalmente, esto implicaba un puñado de suerte y aleatoriedad, una pizca de injusticia irritante y montones de situaciones desternillantes construidas en torno al universo Mario y sus personajes. Así definieron todo el género de los party games.
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Lo que viene con Jamboree son nada menos que siete tableros (dos de ellos preciosos remakes de originales de Nintendo 64), más de cien minijuegos que incluyen todas las variantes imaginables, más personajes y objetos que nunca, y lo que más me ha impresionado: un montón de formas adicionales de jugar.
La experiencia básica está ahí, y está bien (des)equilibrada por defecto. Si juegas según las Reglas Mario Party, el juego es tan loco e injusto como lo recuerdas, pero manteniendo un interesante equilibrio en el caos. Prácticamente cualquiera puede ganar y todos estáis ahí por la diversión y las risas, pero la habilidad en los minijuegos y la estrategia con los dados y los objetos del tablero aún pueden marcar la diferencia. A veces. Pero muy pronto también desbloqueas las Reglas Competitivas, que los dioses las bendigan, que funcionan a la inversa: hay un poco de suerte en lo que de otro modo se convierte en algo mucho más pro, táctico y magistral.
Con el conjunto de reglas y opciones modificables, Mario Party se vuelve tan hardcore como puede llegar a ser, y los que llevan jugando más de una década seguramente apostarán la pizza de su quedada en el modo más serio, lo que significa un toque de emoción añadida. Pero como he dicho, incluso el modo Party por defecto viene equilibrado. Sé que mi buen amigo Alex, de Gamereactor UK, echará de menos los dados especiales ligados a los personajes del juego anterior, pero a la larga he apreciado cómo el plantel ampliado tiene que ver más con el tamaño de los personajes (demasiado grandes o demasiado pequeños pueden ser mejores o peores según el minijuego en cuestión) y, bueno, con su propio carácter, valga la redundancia. Por lo demás, se comportan igual, pero luego la forma en que usas los objetos, el camino que sigues y los Compas Jamboree inclinan la balanza.
Durante el tiempo que he pasado con el juego, he visto bastantes posibilidades estratégicas al alcance de cada jugador. Intentar aterrizar en una casilla de eventos, hacer una visita a Boo para robar a un rival, colocar trampas, teletransportarse a otro lugar, cambiar la ubicación de la propia Estrella… Así que nunca se trata de limitarse a correr hacia el siguiente lugar de la Estrella.
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El Compa Jamboree es el mayor cambio del juego aquí, pero eso no significa que estén demasiado desequilibrados en su concepto. Se les da más protagonismo por sí solos, en lugar de simplemente acompañarte para aportar poderes especiales, ya que ahora tienen un minijuego dedicado y más largo que decidirá quién se queda con ellos primero: el apropiadamente llamado Minijuego con carácter. El jugador que llega a su casilla obtiene cierta ventaja para conseguir al aliado, pero luego los Compas pueden “robarse” adelantando al jugador que lo lleve en el tablero. Más que eventos temporales, sus apariciones (piensa en dos cada 10-12 rondas) hacen que los jugadores vuelvan a pensar de forma diferente, ya que además de su propia habilidad especial, permiten comprar dos veces, tanto en tiendas… o incluso Estrellas.
Con esta variada experiencia competitiva sobre la mesa, también tengo que admirar el diseño de los tableros. No sólo son muy bonitos, sino también muy diferentes en look y mecánica. Quizá el Circuito Lanzadados sea el menos bueno en estos dos aspectos, a pesar de su inspiración en Mario Kart, pero me han encantado Galerías Arcoíris (sí, Jonas de Gamereactor Suecia, tenías razón) y la versión moderna de Mundo del Oeste de Mario Party 2 de N64. Tendrás que desbloquear algunos de ellos, y no te diré cómo todavía ni aquí, pero piensa que es una parte natural del proceso.
¿Qué más? Mucho, en realidad. Hay modos de minijuegos fuera del tablero en el Puerto de Minijuegos para que disfrutes de todas las formas posibles, incluyendo desafíos diarios o actividades más largas (esa interpretación del Arkanoid de Mario de 8 bits llamada Rompebloques, junto con el Pinball de Waluigi, merecen su propio juego independiente). Hay modos en línea muy bien pensados (está claro que por fin han hecho un buen trabajo de I+D en ellos) y una integración general que te anima a jugar online más allá del modo Mario Party, todo ello con buenas ideas y tablas clasificatorias. También hay modos específicos controlados por movimiento para todos los gustos, desde la Cocina Rítmica, a puzles de inclinación más precisos o mi menos favorito, un homenaje alado a Pilotwings y Wii Sports Resort. Y luego quedan logros, actividades secundarias de decoración y muchas cosas que captan tu atención y dan sensación de progresión, sin resultar abrumadoras.
Y sí, es el primer Mario Party al que también he disfrutado jugando solo. En una experiencia más relajada, el Paseo servicial de Kamek te permite darte una vuelta por los tableros vacíos como si estuvieras ayudando a prepararlos, completando tareas y recados en un enfoque más cercano a una aventura. Es un poco superficial, naturalmente, pero también me parece una novedad bienvenida para un solo jugador después de la agitación de los minijuegos.
En definitiva, dado el contenido y las ideas, y las posibilidades de personalización, creo que este título hace palidecer en comparación al ya muy decente Super Mario Party de 2018, algo que, de nuevo, no es lo que esperaba. Simplemente es mucho más amplio, más redondo, más completo como party game. También quiero mencionar lo mucho que ha mejorado la interfaz, algo imprescindible con tantas cosas pasando a la vez. Es más clara y fluida, y una línea de tiempo en la parte inferior de la pantalla te mantiene al tanto de lo que viene a continuación (a menos que tus amigos estén molestando con los emojis de reacciones, que por supuesto lo harán). Esto, junto con unas instrucciones amables y directas, también lo convierten en el juego más accesible tanto para los veteranos como para los recién llegados.
Ya no tengo veintipocos años (más bien el doble), no disfruto ni consigo organizar sesiones multijugador locales como hacía con Mario Party 4 en Gamecube junto con unos cuantos colegas del insti y la uni. Pero en todos estos años, este ha sido el juego que más me ha acercado a aquel disfrute, solo que ahora envuelto con características modernas y ampliado con ideas ingeniosas. Venga, lo diré: ¡Jamboree!