Viajar para acudir a un concierto o un festival ha dejado de ser una práctica propia de ‘freaks’ de la música. Informes de variado pelaje, desde el INE a la sociedad de estudio de mercados YouGov o el buscador de vuelos Skyscanner, sitúan el ‘gig tripping’ (viajar para acudir a un bolo) como una tendencia muy al alza. Intensamente en la clientela española, con ese 48% de los ciudadanos dispuesto a coger un vuelo corto para ver a un artista (y un 13% haría un vuelo de larga distancia).
Las grandes figuras tienden a girar menos y a compactar sus apariciones. Incluso en una única sede: esos próximos diez pases de Dani Martín en el Wizink Center. Estamos viendo cosas asombrosas y la palma se la lleva Adele, que este mes de agosto ofreció en Múnich diez ‘shows’ únicos en Europa en un macroescenario construido solo para ella, el Adele Arena. Un montaje ‘pop-up’, visto y no visto, que ha congregado a 750.000 personas. Para el artista, todo son ventajas: menos gastos de producción, mitificación del gran evento exclusivo. Pino Sagliocco, presidente de Live Nation España, habla ello en la publicación especializada Pollstar, apuntando a España como “escenario ideal” por su bonanza climática. Y desde el Wizink Center deslizan que habrá más residencias como la de Dani Martín.
Se avecina otro capítulo en el pulso entre Madrid y Barcelona por la capitalidad de la música en directo de gran formato. Ya llevamos un tiempo viendo que las estrellas muchas veces prefieren atar dos conciertos en una de las ciudades que uno en cada una. Los de Aitana en el Bernabéu (que ya veremos cómo terminan) van en la línea de situar a la capital como coliseo del ‘star system’ español. Las comunicaciones son cruciales y Madrid es el kilómetro cero de un AVE radial, mientras que Barcelona está en una esquina del mapa y el eje mediterráneo es una calamidad. Pero en la liga internacional las cosas pintan distinto. La capital catalana despierta un mayor atractivo entre el turismo guiri, donde es líder clara (6,69 millones de visitantes en 2023, frente a los 5,35 de Madrid). Ahí estuvieron las cuatro noches de Coldplay en el Estadi Olímpic, el año pasado.
¿Fastidia que tu artista favorito apueste por otra ciudad y que encima esté ahí dos, o cuatro, o diez noches, y en la tuya, ninguna? Pues habrá que acostumbrarse. Allá y aquí. Y atención, porque la rivalidad se ampliará: Sevilla funcionó esta primavera con AC/DC en La Cartuja y Valencia calienta motores con el Roig Arena (18.500 localidades), que prevé abrir en 2025.
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