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DIARIO POPULAR

La Princesa de Gales apareció en su primer acto oficial después de su tratamiento de quimio

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La top Pamela Rodríguez es re-exigente y dijo voi que arriero que esté como perrito faldero detrás suyo no quiere luego. Todo empezó cuando apareció con su jagua’i en su regazo y muchos se ofrecieron a ser el suyo por horas.

–Pame, ¿siempre te mostrás mimándote a full con tu jagua’i?

–Jajajaja no es un jagua’i, ella para mí es más que eso, mucho más, es mi hija prácticamente. Comparto muchísimo con ella y la amo con mi corazón realmente.

–¿Será que muchos quieren ser ese perrito suertudo?

–Siempre me dicen eso, es simpático. Más me dicen eso cuando le tengo cerca de mis pechos o le tengo upa jajaja. Pero solo ella es la afortunada que puede estar en mi regazo o mimándose conmigo.

–Por ahí escuchamos que te dijeron que quieren ser tu perrito faldero las 24 horas del día, ¿es cierto?

–Ufff, qué horror, detesto automáticamente a la persona que me persiga y me invada siempre, a mi perrita Sari es la única que le permito eso. No me gustan los hombres fastidiosos e invasivos, los detesto.

–¿No querés a alguien que esté a tu disposición siempre?

–Que su billetera esté a mi disposición siempre sí, eso lo acepto con gusto, porque me merezco lo mejor y que inviertan siempre en mí jajaja. Soy muy independiente, no quiero que nadie esté dándome órdenes ni cuidándome como a una niña pequeña.

–¿Desde el día uno le dejás claro eso a tus pretendientes?

–Totalmente, desde el día uno les dejo en claro que perritos falderos no quiero, ese tipo de hombres no van conmigo la verdad, no me parecen masculinos y siento que solo atrasan y estorban en la vida de una verdadera mujer. Tampoco que me escriban a cada rato y me exijan pasar 24 horas juntos. Creo que es bueno extrañarse de vez en cuando también, eso da fuego a la relación.

 

–¿Vos sos la que manda en la relación?

–No sé si la que manda, pero sí pongo mis límites. Soy muy libre y no puedo imaginar que un hombre me imponga sus reglas o me quiera tener de la oreja. Aprendí a amarme y respetarme, hasta el punto de no dejar que nadie me haga sentir un objeto o tenerme a su antojo.

 

 

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