La cuota de juventud en el vestuario del Barça viene siendo altísima en los últimos años. Cada vez más. El número de canteranos que se han asentado en el primer equipo ha provocado una alteración de las tradicionales jerarquías del vestuario. La ‘desintegración’ del veterano núcleo que formaban Jordi Alba, Busquets, Sergi Roberto y Messi dejó una especie de vacío de ‘poder’ que han suplido a nivel grupal los Pedri, Gavi, Lamine, Araujo y compañía.
No es que la plantilla azulgrana no disponga de figuras experimentadas. Las tiene, y varias. Los Ter Stegen, Íñigo Martínez, Frenkie de Jong o Lewandowski acumulan más trayectoria en el fútbol y por supuesto son voces muy respetadas internamente. Pero la realidad es que los citados no conforman entre ellos un ‘grupo’ como tal. Eso no significa que se lleven mal, ni mucho menos, pero cada uno tiene su contexto y, sobre todo, su propia vida familiar. El caso de Íñigo merece un asterisco, ya que sí está en estrecha relación con buena parte de los jóvenes. El idioma, claro, ayuda a ello.
Los canteranos -incluyendo en ese grupo a un Pedri que ya es capitán- comparten un contexto diferente a los veteranos. La mayoría de ellos no tienen hijos y eso les permite congeniar más a nivel de conversación y también pasar más tiempo juntos. También fuera de la Ciutat Esportiva a través de comidas, cenas u otros planes. No siempre están todos, pues como en todas partes la afinidad no es exactamente la misma con uno que con otro. Eso no quita que, a nivel general, los jóvenes conformen un gran grupo dentro del vestuario. Además, cuando hay cena ‘oficial’ de equipo son ellos los que retiran más tarde. De nuevo ahí influyen las obligaciones familiares de cada uno.
Veteranos con algo menos de caché que años atrás
A diferencia de otras épocas en el Barça, donde varios veteranos marcaban claramente el camino a seguir, el decorado de hoy está mucho más equilibrado. Primero, porque la ascendencia o caché de los más experimentos no es la misma, pues no son tantos los éxitos alcanzados en el fútbol. O, en el caso de Lewandowski, no son tantos al menos vistiendo la elástica azulgrana. Y segundo, porque esas piezas más experimentadas no provienen de una misma raíz como sí ocurrió años atrás con los Puyol, Piqué, Xavi, Iniesta, Messi y compañía. Todos ellos habían ‘mamado’ una misma forma de hacer y habían crecido compartiendo vestuario y mil otras vivencias.
El caso de Gündogan sirve como ejemplo de que, hoy, los más veteranos también necesitan caer en gracia a los más jóvenes. Por sí solos, los canteranos no presumen de caché y respetan las jerarquías, pero todos ellos juntos sí alcanzan un gran poder. Las declaraciones del centrocampista teutón señalando a Araujo -fue así, aunque no fuera su voluntad- tras caer ante el PSG generaron un ambiente enrarecido en el vestuario respecto a Ilkay. Cuatro meses más tarde, Gündogan dejaría el club.
Íñigo, Raphinha y Ferran, figuras de peso
Inteligente, Lewandowski no ha querido seguir el mismo camino que Ilkay. Como explicó SPORT, su cierta relación de frialdad con Lamine Yamal la temporada pasada ha desaparecido y a ambos se les ve más a gusto que nunca el uno con el otro. De algún modo, y sin que nadie levante la voz, la franja joven se ha hecho respetar. Los canteranos están encantados de escuchar y aprender de los más veteranos, siempre y cuando reciban su cariño a cambio.
Al margen del citado Íñigo, hay dos figuras muy cercanas al ‘grupo’ de los jóvenes: Raphinha (27) y Ferran (24). Ambos pasan mucho tiempo con ellos tratando de aconsejarles pero sobre todo apoyándoles y escuchándoles. Tanto el brasileño -ya es capitán- como el valenciano son figuras respetas en el vestuario porque a nivel de actitud siempre lo dan todo, dentro y fuera del campo.