Los superhombres del ciclismo son aquellos que vuelan alto en cualquier modalidad, sea con ruedas de taco o lisas. Pueden destacar en el Tour, como es el caso de Tom Pidcock, el pequeño británico del conjunto Ineos, capaz de ganar en Alpe d’Huez hace unas pocas rondas francesas, y ahora intentar volver a colgarse en París la medalla de oro que logró en Tokio hace tres años. Otros, como Mathieu van der Poel, tras las malas experiencias por caídas en Juegos y Mundiales sin asfalto, al final renuncian y se quedan con la carretera para aspirar el sábado 3 de agosto a lo más de lo más por las cuestas de Montmartre.
Luego hay los especialistas, centrados toda su vida deportiva exclusivamente en una modalidad para ser una referencia, en este caso del ciclismo de montaña, como son el suizo Nino Schurter y el granadino David Valero. Este domingo debutan las mujeres, sin representación española, y el lunes entran en acción los hombres. Además de Valero, España concurre con el corredor catalán Jofre Cullell, que fue 15º en Tokio.
Un año de preparación
Valero lleva un año preparándose para los Juegos. Por ello, los resultados han escaseado, pero no porque su nivel haya bajada, ni mucho menos, sino porque se ha centrado en volver a subir al podio, lo que hizo en la última cita olímpica cuando consiguió la medalla de bronce para seguir de este modo la senda que habían iniciado José Antonio Hermida (plata en Atenas 2004) y Carlos Coloma (bronce en Río 2016).
El ciclismo de montaña o ‘cross country’ en su denominación oficial se desarrollará a 40 kilómetros de París en los bosques de Élancourt, en un trazado siempre técnico y agotador donde, como es habitual, se producirá una auténtica locura en los 10 primeros minutos de carrera para buscar la posición. Es ahí donde Valero debe pensar que las prisas siempre son malas consejeras. “Algunos tratarán de ganar la carrera nada más salir y luego se puede pagar el esfuerzo”, indica el ciclista andaluz en declaraciones a la Federación Española de Ciclismo.
Nueva dinámica
Él saldrá con al menos 20 ciclistas delante suyo para iniciar una remontada que debe volver a llevarlo hacia el cajón olímpico. En 2022 fue subcampeón del mundo de la especialidad y llegó a situarse en la primera posición de la clasificación mundial. También se dio el lujo de ir a Arabia Saudí a correr la Titan Desert, que ganó.
Ahora su carrera deportiva entra en una nueva dinámica con la experiencia que le proporcionan los 35 años y en una prueba de ciclismo de montaña donde la técnica es tan importante como la fuerza física, donde las bicicletas se exprimen al máximo de las posibilidades y cualquier error puede suponer la pérdida de posiciones y con ello la ocasión de pelear por las medallas.
Hace tres, Valero hasta fue capaz de superar al suizo Schurter, una institución en el arte de las ruedas gordas, con 25 medallas en mundiales y otras tres olímpicas, una de cada metal, entre Pekín, Londres y Río. A los 38 años figura como una de las referencias suizas para hacer sonar el himno de su país en Francia, siempre que Pidcock no haga una de las suyas. El británico llega a los Juegos después de haber tenido que retirarse del Tour por culpa del covid y con mala cara puesto que ha repetido varias veces que no le agrada el circuito, que puede impulsar de nuevo a Valero hacia el éxito olímpico.